EL CLAMOR DE LA TIER¿AYUNO? Y ESO ¿CON QUÉ SE COME?RA

Privarse de alimentos con fines religiosos es una práctica que ha estado presente en diversas culturas a lo largo de la historia. Del ayuno lo importante no es tanto la forma como el motivo. Algunos se preguntan: ¿Cómo ayunar?, lo cual tiene que ver con la forma, pero antes de esa pregunta debe plantearse otra: ¿Por qué ayunar?, esta tiene que ver con el propósito.
Veamos algunos motivos que se han presentado en la historia y en diversas expresiones religiosas acerca de la práctica del ayuno.

Algunas religiones ayunaban por tabú
En esta visión consideraban que comer era algo indebido en alguna fecha particular o porque algunos alimentos son intocables. La palabra tabú es sencillamente que no se debe tocar. El tabú se relaciona con las ideas animistas, o sea, que se creía que ciertos alimentos estaban relacionados con los espíritus o los dioses. Comer de alimentos que son exclusivos de las deidades o que estaban ofrecidos a los espíritus, era prohibido.
Por ejemplo; en el sureste de nuestro país, se tiene la creencia de que existen unos personajes llamados aluxes, algo parecido a un duende entre los mayas. Algunos campesinos yucatecos acostumbran ofrecerles alimentos en una mesa, como un ofrecimiento para que les dejen sembrar en un campo, de otra manera los aluxes les harán toda suerte de travesuras o males que impedirán, desde hacer la siembra hasta tener una buena cosecha. Obviamente, esos alimentos no deberán ser tocados por alguna persona, están reservados a los aluxes.
En Argentina, mucha gente es devota de la Difunta Correa; mujer que murió al tener que atravesar un desierto con su pequeño en brazos para buscar a su marido. Unos arrieros encontraron el cuerpo muerto de la mujer mientras sostenía al niño, el cual aún estaba vivo y amamantándose del pecho de su difunta madre. Este hecho fue considerado milagroso y en honor a la mujer se hizo un altar en el cual muchas personas dejan botellas de agua como ofrenda a la que ahora consideran una «santa milagrosa». El agua dejada en los altares que se han levantado en diversos lugares del país es considerada tabú.
Tabú también es; la abstención de carne roja en la cuaresma, está prohibido comerla los viernes de cada semana durante los cuarenta días que dura esta tradición; o las vacas en la India.
De igual manera en diversas culturas se considera prohibido ingerir todo tipo de alimentos en alguna fecha particular.

Otras expresiones religiosas son las que practican el ayuno como una forma de apoyar las súplicas a sus dioses para conseguir una respuesta favorable.
En este caso el ayuno es medio para ejercer una cierta presión, hacer una manipulación o negociación con el dios hacia quien se dirigen las súplicas. Esta es la posición idolátrica, en ella se hace evidente que la deidad, no es, sino una proyección del propio ser humano, es un dios hecho a la medida del suplicante y está a su merced, dirigido, condicionado y sujeto a las reglas impuestas por la persona que ora. Este es el tipo de ayuno que condena el Señor en Isaías 58:3.
En otras experiencias el ayuno fue visto como un sacrificio, una ofrenda por medio de la cual se esperaba ser agradable a la deidad.
Esta manifestación es similar a la anterior con la diferencia de que, en este caso, el ayuno está motivado sólo como un acto que busca ser agradable, expresar reconocimiento; es como decir: –mira, te apreció tanto que hasta dejo de comer por ti, hago un sacrificio por tu causa, espero que esto te agrade y me veas aceptable; similar al lacayo pusilánime que desea ser en todo agradable a su amo y ser visto con buenos ojos.

Otra forma de experimentar el ayuno tiene que ver con el castigo del cuerpo.
En algunas expresiones religiosas se ha calificado como malo todo lo que tiene relación al cuerpo humano, en consecuencia, una forma de purificar a la persona es provocando sufrimiento al cuerpo para liberar el espíritu o para hacerlo prevalecer y así hacer más pura a la persona. Esta actitud es la que practican los místicos. Muchos ven en las apetencias o placeres corporales un impedimento para experimentar la pureza, la trascendencia o el encuentro con la divinidad. Su comprensión básica es: el cuerpo es malo y opuesto a Dios, por tanto hay que mortificarlo para elevar el espíritu, lo cual es bueno, elevado y puro. La influencia de la filosofía neoplatónica, el maniqueísmo y el gnosticismo en occidente, provocaron que esta visión se incrustara en el cristianismo a partir de la época medieval. Desde allí, el ayuno se volvió una práctica o disciplina espiritual, se conectó con la espiritualidad y definió a las personas piadosas; en otras palabras, quien desea acercarse a Dios y entrar en una intimidad con Él debe hacerlo mediante el espíritu, para ello, es necesario someter al cuerpo, castigarlo y tenerlo bajo estricta disciplina, sólo así será posible entrar en perfecta comunión con el mayor espíritu, que es Dios.
Algunas de las prácticas anteriores fueron observadas por los Israelitas y después por los judíos, formas de practicar la religión que están equivocadas y ante la cual se levantó la voz de los profetas y la de nuestro Señor. Pero no solo eso, en la actualidad muchos cristianos sostienen la práctica del ayuno con formas y motivaciones similares, lo cual nos lleva a preguntarnos: entonces, ¿qué es el ayuno?, ¿para qué sirve?, ¿cómo deberíamos practicarlo?, ¿cuál es la motivación correcta?
De entrada debemos entender que el ayuno no es un medio para obtener algo, tampoco es un fin que se deba perseguir, sino un resultado –colateral– que acompaña la búsqueda de algo genuino.
Veamos lo que la Biblia dice:
En Isaías 58:1-14, encontramos un reclamo de parte de Dios hacia el pueblo de Israel motivado precisamente en la práctica del ayuno, el mensaje tiene como elementos los siguientes:
• Usan el ayuno como medio para conseguir el favor de Dios.
• Su ayuno está ligado al pleito y a la violencia.
• Su ayuno está divorciado de la práctica de la justicia.
• Su ayuno se presenta al lado de una tremenda insensibilidad ante la necesidad del otro.

En cambio, el verdadero ayuno es compartir el pan con el hambriento.
En Mateo 6:16 Jesús descubre que las verdaderas intenciones de los maestros de la ley, está en buscar el reconocimiento de las personas. Esta búsqueda se ve en que los maestros de la ley cambian de rostro cuando ayunan para aparecer entre la gente con cara triste y demacrada, así lograrán que las personas digan que son muy piadosos y les halagarán por la entrega y la fidelidad a Dios que manifiestan. Jesús dice que esto es hipocresía, porque solo es apariencia, en lo secreto tienen una segunda agenda.
Un texto sumamente revelador es el de Marcos 2:18-20, en este texto, Jesús ofrece una enseñanza magistral acerca del ayuno; con la cual, saca a la luz la razón de ser del ayuno. Aquí el ayuno es una expresión de tristeza. El maestro dice que sus discípulos no ayunan porque están de fiesta de bodas y el esposo se encuentra entre ellos. ¿Cómo puede ayunar alguien que asiste a una boda? Es ilógico. Jesús exhibe el sentido de la práctica del ayuno para un discípulo suyo. Tal vez, para otros maestros el ayuno signifique algo distinto, pero para Él, sus discípulos ayunarán cuando la fiesta haya terminado y el esposo no esté.
En diversos textos de la Biblia, el ayuno está unido al saco y la ceniza(1), ¿qué significa esto? Para el pensamiento hebreo, el ser humano es la unidad, es un ser integrado, para él, lo interior con lo exterior se corresponden, en esa manera de ver al ser humano, no se puede vivir algo en lo interior sin que esto se manifieste en el exterior, de la misma forma, no hay algo que se manifieste en lo exterior sin que tenga su relación con la interioridad. Diferentes a nuestra cultura, pues nuestra actitud como occidentales es de tendencia estoica; es decir, que nosotros podemos decirle a alguien que está destrozado por dentro: –mantente firme, no llores, no expreses tu quebranto, permanece impasible ante el dolor y el sufrimiento, si no lo haces eres débil. En la cultura hebrea, si alguien está quebrado por dentro, expresa su quebranto por fuera, por ello se rasga las vestiduras; si percibe penumbras, oscuridad, sequedad en el interior; se sienta sobre ceniza, se viste un saco áspero y ayuna. El ayuno es una expresión de tristeza(2). Si está realizando una búsqueda importante que considera vital, que sabe que de ello depende la vida, el gozo y la fuerza para vivir, ayuna, porque así está por dentro(3).
Esta puede ser la explicación del porqué Jesús ayunó cuarenta días (Mateo 4:1-11). No buscaba una pureza espiritual, no ofrecía un sacrificio al Padre, tampoco utilizó el ayuno para hacer que el Señor le respondiera a una petición; fue impulsado por el Espíritu para ser tentado. Ante esta experiencia, Jesús hizo el papel de Israel en el desierto y enfrentó las mismas pruebas. El ayuno fue el resultado de estar en el desierto, no fue a ayunar, fue a ser probado, el ayuno es un efecto, el resultado de estar expuesto a dicha experiencia de adversidad y por tanto, también se convierte en un punto de apoyo para la tentación porque al final, el tentador le pide, aprovechando su hambre, que convierta las piedras en pan.
No podemos negar que nuestra práctica del ayuno ha sido matizada en buena medida por creencias ajenas a la enseñanza de Jesús y al mensaje global de la Biblia. Por eso se hace necesario dar un repaso al tema y volvernos a encontrar con esta práctica.

El ayuno como expresión de un alma que está hambrienta de algo más que pan.
En medio de la tentación Jesús nos ofrece un dato sobresaliente de su mensaje, allí recordó el valor relativo de la comida. Cuando el Señor trajo a la memoria que el ser humano no sólo vive de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4), puso en evidencia que el alimento es vital, de la misma manera que el contacto con y la aplicación de, la Palabra de Dios. Pues la vida no se reduce a una experiencia biológica (comida), pues esta es sagrada. La vida y el cuerpo son espacios de encuentro con Dios (Palabra). Así que, cuando una persona comprende la trascendencia de la vida y llega a conclusiones como la del salmista reconociendo que es mejor la misericordia de Dios que la vida (Salmo 63:3), o que la razón más valiosa para estar vivo es que sólo así es posible alabar a Dios (Salmo 30:8-9; 88; 115:17;). El alimento queda en un segundo plano, comer es un asunto de segundo orden, cuando se busca a Dios incesantemente, cuando se está en el desierto y es más importante honrar a Dios, cuando se está frente a la tentación y se coloca a Dios como el centro y sentido de la vida; el alimento, como fuente y sustento es relativo. O ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (Mateo 6:25b). En esa búsqueda, en el anhelo de hacer la voluntad de Dios, es posible ayunar porque el interés está puesto en el foco correcto, allí donde todo lo demás puede ocupar su verdadero lugar.
En el camino del discípulo, se ayuna como consecuencia de dar prioridad al Reino de Dios, cuando se está buscando hacer la voluntad del Señor, que es lo opuesto a la actitud pagana (Mateo 6:32), en la que se ayuna para que Dios haga nuestra voluntad(4). Por eso, en Hechos 13:2, los discípulos ayunaban, pues tenían en mente la misión, fue en ese contexto en el que el Señor se manifestó dando respuesta a la oración.
Hoy la iglesia necesita reactivar su apetito por hacer la voluntad de Dios y reconocer que su verdadera comida está en cumplirla, siguiendo los pasos del Maestro. Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra (Juan 4.34). Por eso es importante quitarnos el pan de la boca para darlo al hambriento, privarnos del alimento porque tenemos un hambre mayor, porque hacemos nuestra la oración: venga Tu Reino y sea hecha Tu voluntad.

Bibliografía
(1) Jonás 3:5.
(2) Observe como en el texto de Zacarías 8:19, el ayuno es lo opuesto a la fiesta, de la misma forma en que Jesús contrapone boda-ayuno, en Marcos 2:18-20.
(3) Joel 2.12, Daniel 9:3.
(4) 2 Crónicas 20:3; Esdras 8:21; Ester 4:3.

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