ESA FUERZA MARAVILLOSA QUE DA NUEVA VIDA

lo largo de la historia han habido quienes han estado dispuestos/as a hacer la voluntad de Dios; sin embargo, la enorme mayoría ha fallado en ese intento, pues hacer la voluntad de Dios no es algo que esté al alcance de una criatura finita, limitada y débil como lo somos nosotros los seres humanos; criaturas en cuya naturaleza está el pecado, un poder que provoca que no atinemos al blanco, que constantemente estemos buscando la manera de «traspasar la línea» y tengamos la tendencia a distorsionarlo todo. Algunos han creído, equivocadamente que, para andar en la voluntad de Dios es suficiente con conocer la ley de Dios y cumplirla; pero no es así, aunque la ley es una expresión de la voluntad de Dios, no nos capacita para realizarla, por ello se hace necesario que en nosotros opere esa fuerza maravillosa que da nueva vida llamada Espíritu Santo.

¿A qué le llamamos espíritu?

Nuestra sociedad ha construido a lo largo de su historia una manera de comprender la realidad, somos el resultado de una mezcla de visiones que han confluido: prehispánica, católico medieval, moderna, etcétera. En nuestra manera de ver el mundo es común encontrar que la palabra espíritu es comprendida como la referencia a un ser inmaterial, por ejemplo, el diccionario de la Real Academia de la lengua Española1  lo define así: «espíritu. (Del lat. spirĭtus). m. Ser inmaterial y dotado de razón. || 2. Alma racional. || 3. Don sobrenatural y gracia particular que Dios suele dar a algunas criaturas. Espíritu de profecía. || 4. Principio generador, carácter íntimo, esencia o sustancia de algo». Se ha comprendido que el espíritu o lo espiritual es una sustancia; esta tendencia viene de varias fuentes, por ejemplo, entre las culturas prehispánicas se tenía la idea de que había espíritus presentes en la realidad y que éstos se manifestaban de maneras diferentes. A esta práctica, presente en diversas culturas del mundo se le conoce como animismo, en ella estos espíritus son como fantasmas que pueden poseer o ejercer acciones sobre objetos materiales. En el mundo griego, que ha influenciado de manera determinante al occidente, a la sustancia no material se le comprendía como éter (aitherios / αιθεριος) o etéreos, esta era la sustancia que respiraban los dioses y que después pasó a ser comprendida como la sustancia del mundo espiritual: el cuerpo en el mundo espiritual, se denomina cuerpo etéreo o vital, a aquel donde se concentra la más baja vibración y expresa el principio vital. Se trata del gemelo metafísico del cuerpo material al que le brinda energía y lo rodea, interactuando con él, pero no se puede ver ni tocar. Si el cuerpo etéreo se distorsiona, el cuerpo físico se enferma2.

Lo anterior es revelador para orientarnos y saber que cuando un creyente contemporáneo escucha o lee la palabra espíritu en la Biblia, tiene la tendencia a pensar en ello como si se tratase de un fantasma o un ser incorpóreo (etéreo) con rasgos personales. Esta comprensión es mucho más evidente en la traducción de la Biblia al inglés conocida como King James, en la que se traduce Espíritu Santo como Holy Ghost (fantasma santo) y no como Holy Spirit (santo espíritu) o Holy Breath (aliento santo) o Holy Wind (viento santo) que serían traducciones más plausibles.

Sin embargo; en el pensamiento hebreo, reflejado en el texto sagrado del primer testamento, no hay lugar para los espíritus como sustancias o seres que existen como sustancia etérea; el espíritu es una fuerza, es un poder que anima, que impulsa, que empuja, que se hace evidente en el aliento, en el movimiento de las cosas. Así, aquello que mueve a los seres sean humanos o a los animales es espíritu (por eso se habla de: espíritu de sabiduría (Éxodo 31:3), espíritu de celos (Números 5:30), espíritu de adivinación (1 Samuel 28:7), espíritu de mentira (1 Reyes 22:23), espíritu de mi inteligencia (Job 20:3), espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isaías 11:2), entre otros. El espíritu es un impulso, una motivación, es aquello que alienta a las personas a actuar de determinada manera. Puede ser tanto en un sentido positivo como en uno negativo; así, si su motivación es la mentira será espíritu de mentira, si la motivación es la verdad será espíritu de verdad, etcétera.

Por supuesto que la palabra espíritu en el idioma hebreo tiene más acepciones y aplicaciones y dependerá del contexto apropiado saberlo. Lo que es básico entender es que la palabra hebrea para hablar de espíritu es ruah (חור), cuya traducción primaria es aliento; es decir, el aíre en movimiento que se expulsa al respirar, y es una palabra descriptiva para hablar del vigor, el valor, la fuerza o la energía.

Tomando como base lo anterior, recordaremos la expresión del apóstol Pablo: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia (Efesios 2:1-2). ¿Qué es este espíritu que opera ahora en los hijos de desobediencia? ¿Qué alienta al ser humano a hacer lo que hace?

Para comprender esta realidad pondré dos ejemplos, uno que es ilustrativo y otro que estamos viviendo en carne propia.

En el año 2000, los estudios Disney produjeron una película llamada Dinosaurio, la cual tiene como tema de fondo la caída de un meteorito que chocó contra la tierra y provocó un cataclismo. Los dinosaurios comenzaron a realizar un éxodo buscando una tierra en la cual pudieran sobrevivir. En una de las escenas se observa al líder del grupo, por cierto un tirano-saurio-rex, guiando a los dinosaurios hacía su salvación, pero le caracteriza que es, como lo dice su nombre, un tirano, exigente, intolerante e insensible hacia los débiles, por eso en su marcha va dejando a los enfermos, a los ancianos, a los cansados, a los que tienen menos fuerza. La escena ilustra muy bien la ley del más fuerte. Por otro lado, aparece el protagonista de la película, quien es un dinosaurio joven que se preocupa por los que el tirano va dejando atrás, se ofrece a acompañarlos, a ir a su ritmo, a ocuparse de los enfermos y a cuidar a los más viejos; este personaje desafía a la ley del más fuerte y apuesta por la solidaridad y la compasión como verdadero poder para sobrevivir. El encuentro entre estos dos personajes refleja la lucha entre dos maneras de ser y dos maneras de comprender la realidad; en resumen, refleja que aunque todos desean sobrevivir en el fondo de cada uno existen motivos diferentes para hacerlo.

La película mencionada, cuya narrativa aquí es ilustrativa, nos ayudará para entender que esa misma experiencia es vivida cada día, aquí y ahora. Hace unas semanas salió una caravana de migrantes de Centroamérica buscando llegar a los Estados Unidos, su movimiento ha suscitado una gran cantidad de comentarios. Algunos a favor de los migrantes y otros en contra. Quienes hablan en contra de los migrantes constantemente apelan a la ley, recuerdan que son personas ilegales, que no tienen permiso para entrar al país, que están infringiendo la ley y que, por tanto, son delincuentes, esta actitud se apoya en lo que es legítimo y, por ello, tiene sustento en el poder legislativo y judicial. Quienes defienden esta postura se presentan como fieles guardadores de la ley, justos e imparciales.

Lamentablemente, este apego férreo a la ley es generalmente una pantalla para esconder lo que hay de verdad en el fondo. Como explica la investigadora española Adela Cortina en su libro: Aporofobia, el rechazo al pobre, un desafío para la democracia3. En él, la escritora expone que la verdadera razón en contra de los migrantes no es la raza, no es xenofobia, porque los mismos países que cierran sus fronteras a estos migrantes la abren a otros que provienen de los mismos países, la diferencia entre a quienes dan la bienvenida y a quienes rechazan no está en la raza sino en el dinero. Esta podría ser una explicación de porqué hay tal rechazo a la caravana de migrantes en América y el rechazo a los migrantes en Europa. Por supuesto que nadie dirá abiertamente que existe el rechazo hacia el pobre, el camino más cómodo y más fácil para esconder tal rechazo es la propia ley, esa ley que fue escrita para proteger al ser humano y establecer justicia y equidad.

Esa aversión al pobre, ese rechazo por el débil, hace notar Adela Cortina, puede estar anclado en la lucha por la sobrevivencia; los pobres nos recuerdan a la debilidad, y los débiles están destinados a desaparecer, esa es la ley del más fuerte.

Esta actitud, esta motivación, esta fuerza que dinamiza a las naciones poderosas a rechazar a los pobres, y aún a los pobres a unirse a ese rechazo contra sus hermanos, es un espíritu que opera en los hijos de desobediencia.

¿Qué alienta a Dios a hacer lo que hace?

Por otro lado, el evangelio trae una nueva fuerza motora para la humanidad, un impulso que alienta a los seres humanos a ir más allá de la vivencia textual de la ley, una fuerza que mueve a la nueva humanidad a ir en la dirección del aliento mismo de Dios (Espíritu de Dios).

¿Qué haría el Señor con estos migrantes? Podemos leer en la Biblia la constante preocupación de Dios por los extranjeros: porque fuiste extranjero… le recuerda a Israel (Éxodo 23:9). Dios ama al extranjero, procura su bienestar, Él se ha ocupado permanentemente del débil, del pobre, del quebrantado, su misión en el mundo es ser buenas noticias para ellos –para nosotros– (Isaías 58:7, Lucas 4:18). Eso es su Espíritu. Es Santo porque no es el espíritu del mundo, no es la fuerza que impulsa a los que luchan por sobrevivir y hacerse los más fuertes; es la fuerza que impulsa a los seres humanos a ser hermanos unos con otros y a ocuparse del que quedó atrás, del débil y el enfermo.

En una ocasión se presentó un hombre ante Jesús preguntando por la vía para ganar la vida eterna, — todo eso lo he guardado desde mi juventud; respondió después de que Jesús le indicara que el camino a la vida eterna es guardar los mandamientos. Pero este hombre no estaba motivado por un espíritu santo sino por el espíritu del mundo. Porque cuando Jesús lo invita a obedecer la ley más allá de la letra —Anda ve y vende todo lo que tienes y luego repártelo a los pobres (Marcos 10:17-22); él responde con egoísmo, se retira cabizbajo porque amaba más a su riquezas que a su prójimo. Jesús le está invitando a amar a su prójimo, pues esto es el resumen de la ley y quien ama a su prójimo ha cumplido la ley (Romanos13:8), pero él no estaba dispuesto a ser movido por el amor.

Hay un espíritu nuevo que está manifestándose al mundo, un poder transformador que alienta a la nueva humanidad, una fuerza extraordinaria que está cambiando las motivaciones humanas. No se trata de un fantasma que visita las habitaciones de los creyentes para charlar con ellos, sino de una fuerza sobrenatural que viene de Dios y transforma el corazón humano desde el fondo mismo de las decisiones, el rincón más apartado desde el que suscitan los motivos y las verdaderas razones.

El Espíritu consigue en el ser humano lo que para la ley era imposible, porque la letra no puede dar vida, solo la fuerza de Dios, el aliento divino, el poder transformador que cambia desde la raíz al ser humano. Si somos guiados por ese aliento, si permitimos que esa fuerza maravillosa que da nueva vida nos posea y dinamice, estaremos en condiciones de vivir en la voluntad de Dios, mucho más allá de lo que la letra de la ley expresa y así seremos honra, gloria y alabanza a nuestro Señor, mientras somos parte de la creación de la nueva humanidad.

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros (Romanos 8:11).

Referencias

1 Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

2 https://deconceptos.com/general/etereo

3 Aporofobia, el rechazo al pobre: Un desafío para la democracia, Adela Cortina Orts – Ediciones Paidós, 2017.

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