FORTALECIENDO NUESTRAS DEFENSAS ESPIRITUALES

El matrimonio es la institución humana que surge a consecuencia de la conclusión de la etapa del noviazgo. Aunque no siempre se está consciente de lo que significa esta nueva fase de la vida, ya que algunos solo lo ven como una relación que se ha escalado, sin considerar los factores diferentes en que se transforma dicha relación. Si hacemos una comparación de las familias orientales, con las familias de occidente, veremos ciertos rasgos que nos diferencian. Nos estructuramos en núcleos más pequeños. El tipo de familia occidental no se extiende más allá de los abuelos, tíos, sobrinos e hijos. Existen países occidentales donde incluso el vínculo padres e hijos se rompe al adquirir la mayoría de edad. Además de esta realidad las familias nucleares son cada vez más pequeñas, sin embargo, por más pequeñas, estas reúnen los elementos necesarios para verse como célula social.

La visión secular sobre la familia influye con sus nuevas realidades sobre lo que refiere la relación de pareja. La sociedad navega en un mismo barco, y en la iglesia también tendemos a correr conforme se mueve la inercia de los modelos de familia. Solo algunos modelos rígidos y bien estructurados de nuestro tiempo siguen sus propias configuraciones de vida y comunidad, a pesar de tener ciertos contactos con el mundo exterior. Es el caso de la Comunidad Menonita que se encuentra instalada en diversas regiones de nuestro país. Los menonitas son un grupo minoritario asentado inicialmente en el estado de Chihuahua a partir de 19221. Los grupos de esta comunidad que viven en nuestro país, son un grupo religioso y étnico de ascendencia alemana, que siguen las creencias de Menno Simons quien fuera un líder de una de las corrientes del protestantismo del siglo XVI que fueron los anabaptistas. El movimiento menonita surgió en Zúrich, Suiza.

Si fuésemos más congruentes con nuestra realidad de ir contracorriente de muchas desviaciones sobre el mundo, quizá estuviéramos un poco semejantes a grupos como estos. Sin embargo, no somos grupos que étnica y religiosamente nos manifestemos tan radicales o en tal uniformidad de vida. Reconocemos que no todo en la cultura es equivocado, y que se puede ceder a cambiar aspectos de menor importancia, siempre y cuando estos no influyan o desencadenen otros de mayor peso que descompongan los valores de nuestra fe. Los esposos de matrimonios de creyentes, al igual que los demás matrimonios también deseamos tener nuestro propio hogar, que nuestros hijos accedan a una buena educación, yendo a la escuela con otros niños diferentes en su fe y en su estilo de vida. Las nuevas realidades de la vida social viven dentro de nuestras familias. Las mujeres de nuestro tiempo trabajan y se destacan en sus agendas laborales logrando éxito en campos que solo pertenecían a los varones. Las familias también desean que sus hijos triunfen como estudiantes, que al interior del hogar se respire amor, que se pueda vivir no solo un amor conceptual y de entrega, sino además un amor romántico, de telenovela. Los cambios y el pluralismo han relegado poco a poco a la familia tradicional que homogenizaba el tipo de familia que había que formar. El control de la natalidad, la independencia de la pareja, los cambios de paradigmas en el asunto de la autoridad del padre, para dar paso a un tipo de relación igualitaria sobre la responsabilidad de los recursos, de la educación de los hijos como de las tareas de casa. Todo esto ha incidido en la configuración de las familias de la Iglesia.

La relación familiar es menos distante que antes, los hijos tienen mayor acceso a saber qué piensan los padres y estos comparten los proyectos de familia para trabajar unidos como familias colaborativas. Se ha cedido en el tema de la autoridad y la exigencia haciendo uso del derecho a la libertad de todos los miembros de una familia. La sociedad en su comprensión de la inercia ideológica, crea cada vez leyes más finas que responden a esta nueva realidad, en la que las personas distinguen que no pueden estar unidos solo porque una autoridad superior como lo es el Estado, resguerde el vínculo civil. Los matrimonios de hoy tenemos que aprender a ser más moderados en el uso de la autoridad, comprendiendo que esta autoridad establece una guía por medio de su tutoría que contiene los impulsos humanos de los integrantes de la familia. Los matrimonios actuales tenemos que ser más creativos para lograr que nuestra familia siga unida por lazos fuertes, sin que recurramos al uso tradicional de razonamientos del siglo pasado.

Aprendamos a leer los tiempos, sepamos movernos en nuestro momento. Muchos matrimonios se están perdiendo porque entre otras cosas, nos aferramos a rivalizar con los modelos que han cambiado a las familias, y que cambiaron la forma de ejercer el liderazgo. Se han realizado cambios en la resolución de conflictos, en todos los roles y papeles de los integrantes de una familia. Cambios que afectan tanto a quien ostenta la autoridad, como a quien se subordina a ella. Busquemos puntos de equilibrio que permitan un espíritu de conciliación y nutrición en nuestro núcleo familiar.

La familia construye a las estructuras sociales, sobre las cuales debemos responder como creyentes. El divorcio, por ejemplo, ha sido una realidad dolorosa que siempre ha existido. Era un escándalo saber que un matrimonio había optado por separarse ya que la mayoría de los matrimonios eran sólidos. No obstante que siempre ha existido esta terrible realidad, lo nuevo es el volumen que alcanza actualmente, y que esto incide directamente en la sociedad por la clase de hijos que llegan al tejido de la comunidad. Se agudiza la condición de familias uni-paternas donde se priva de la cobertura que el núcleo familiar debía dar a los hijos, a los que se pone en estado de crisis a edad temprana. No solo es la cantidad, sino la facilidad para acceder a la desintegración del matrimonio. El divorcio se establece ya no como una lamentable alternativa ante lo disfuncional que pueda parecer un matrimonio, ahora está en el nivel de los derechos, ya que nadie puede obligar a una persona a vivir el resto de su vida con quien decida ya no querer vivir, en garantía de las libertades individuales. Razonamientos que por supuesto van en contra de los principios bíblicos que rigen la indisolubilidad del matrimonio. El incremento del divorcio no tiene que ver con el neoliberalismo sino con el aumento de los motivos o causas y con la rápida aceleración del procedimiento. Los últimos dos países en reconocer esta práctica como legal fueron Chile (2004) y Malta y Filipinas (2011)2. El pluralismo democrático de la sociedad orilla a legislar con base en hechos sociales y no bajo principios ideológicos o éticos. Estos son aspectos parciales de la realidad que no hacen justicia al resto de matrimonios que sigue siendo mayoría y que se esfuerzan por permanecer juntos a pesar de las desavenencias.

Requieren los nuevos matrimonios para la defensa de su vínculo marital, estrategias fuertes basadas en los principios bíblicos para consolidar a la familia, para no perder a los hijos, para no optar por salidas fáciles, falsas y carentes de compromiso en todo caso. Los motivos que enraícen al matrimonio con los principios bíblicos deben ser mayores y más contundentes que el ofrecimiento de una libertad que encubre la falta de responsabilidad, y que rompa los lazos sanguíneos del parentesco y proyectos de vida. No requerimos obligadamente aislarnos del mundo para permanecer inmunes a la inercia que domina al mundo. Lo que necesitamos fortalecer son nuestras defensas espirituales basadas en el amor de Dios. Fue Dios quien en su perfecto amor diseñó el modelo familiar a partir de una pareja que se construye a sí misma con sus diferencias y particularidades individuales, pero con los recursos espirituales y humanos con los que se construye un hogar, en el cual podremos pasar el resto que nos quede de vida, disfrutando la paz que otorga la vida en familia.

Referencias

1 En 1922 se inició la inmigración con la llegada de 3.000 personas (que se establecieron en su totalidad en Chihuahua), luego de ser invitados a México por el gobierno de Álvaro Obregón que cubrió los gastos de traslado.4 Para 1927 ya se habían establecido 10.000 menonitas en México, repartidos entre los estados de Chihuahua, Durango y Guanajuato.4 Hoy en día hay menonitas en casi todos los estados mexicanos e inclusive en el Distrito Federal, pero las comunidades más arraigadas se han establecido en Chihuahua, Durango, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Campeche, Quintana Roo y Tamaulipas, recientemente se han ido desplazando a otros estados donde no había comunidades como Baja California, Oaxaca, Tabasco y Yucatán; y se estiman unos 100.000 menonitas en todo el territorio nacional,5 de los cuales más de 90.000 están establecidos en Chihuahua,6 y unos 6.500 en Durango. https://es.wikipedia.org/wiki/Menonitas_en_M%C3%A9xico

2 https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/el-divorcio-como-derecho-3015704.html

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