CAMINANDO JUNTOS

La adolescencia se describe como un “periodo de crecimiento hacia la madurez”. En el ámbito espiritual, es importante que como instructores o maestros comprendamos que el adolescente no es más un niño pero todavía no un adulto y saber que en esta etapa de la vida, necesita responderse a cuatro preguntas cruciales que determinarán su formación: 1) Sobre su identidad (¿Quién soy yo?); 2) Sobre sus relaciones (¿Cómo me relaciono con los demás?); 3) Sobre su futuro (¿Cuál es mi lugar?); y 4) Sobre su ideología (¿En qué creo yo?). 1El ministerio de adolescentes debe tener como sentido alcanzar al mundo a través de chicos que lleguen a ser creyentes maduros y líderes en su generación.

Así entonces, podemos entender por qué la educación cristiana y el acompañamiento pastoral a cada uno de los muchachos es vital para su desarrollo integral. Si bien la instrucción es una tarea que se lleva a cabo principalmente en el hogar, hay casos en los que el sábado es el único momento de la semana para que el adolescente escuche sobre los valores del reino. Usted y yo tenemos 52 oportunidades valiosísimas en el año para poner en ellos esa semilla que les ayude a encaminarse hacia la madurez plena. ¡No desaproveche ni una! No se trata de entretenimiento, se trata de formación. Que cada reunión, que cada reflexión, que cada actividad o tema sea impactante para sus vidas. Tomemos cada oportunidad para mostrarles su verdadera identidad en Cristo, para mostrarles el verdadero amor que une todas las relaciones humanas, para ayudarles a trazar un plan de vida basado en los propósitos de Dios, para acercarlos a Jesús, para retarlos a la acción.

Claro que esto es un gran reto para cada maestro, la labor requiere preparación durante la semana: pregúntese hoy ¿Qué quiere decirle Dios a los muchachos este próximo sábado? ¿Cuál es la palabra que le ayudará en sus dudas durante la semana? Las respuestas implican tener los oídos y ojos bien abiertos. Para esto, fortalezca su intimidad diaria con Dios, ore, lea las Escrituras, prepare a detalle la clase a impartir. Cada vez que usted lo haga estará ayudando más y mejor a la formación plena del grupo. No se desamine si su oportunidad es “solamente” con uno o dos adolescentes. Si a su grupo solo lo conforman uno, dos o tres chicos, ¡delo todo por ellos! Se trata de una vida que puede alcanzar a cientos o miles, con la guía del Señor.

Pero, ese desarrollo debe verse. De los propósitos esenciales como instructores  es impulsar a los chicos a la acción. “No solo oidores sino hacedores”2 ¿Cómo? Motivemos al grupo a que en su escuela, con su familia o amigos sean agentes de cambio. No busquemos adolescentes receptores nada más. La enseñanza no puede quedar meramente en lo intelectual. Que lo que digamos sirva para ser aplicado cotidianamente en su entorno. ¡Impulsémoslos a caminar!

Relaciónese y respete a cada adolescente como persona, él tiene la imagen de Dios, es valioso. Dele un espacio y atención para reconocer sus capacidades ayudándole a potenciarlas1. En este camino no podemos dejarlos solos, por el contrario, acompañemos y dirijamos sus pasos, siempre puestos los ojos en el Maestro de maestros. ¡Caminemos juntos!

“Ocúpate en estas cosas; permanece el ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ellos, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” 1 Timoteo 4:15-16 RVR1960

BIBLIOGRAFÍA

1.Arroyo, 2019. La Pastoral a los adolescentes. Capacitación a maestros y líderes, Creesiendo hasta llegar.

2.La Biblia. Revisión Reina-Valera 1960. Epístola de Santiago 1:22. Sociedades Bíblicas Unidas