El eje rector de la pastoral: La gracia en el servicio cristiano.

Min. Ausencio Arroyo García.

Los seres humanos buscamos significado personal, queremos tener la sensación de que nuestra vida importa, que, para otros, para la comunidad en general, queremos sentir la experiencia de que somos amados. Pero; muchas veces a los que nos compete encarnar el amor de Dios al mundo no estamos sintonizados en la señal divina, las iglesias no propiciamos las experiencias que proveerán de sentido y sanidad a las personas, no somos comunidades vitales, no abrazamos a los afligidos, no ofrecemos soluciones a las personas sedientas. Como bien se expresara en un artículo de la revista Christianity Today, señalando las cuatro principales quejas de la gente en general hacia los cristianos, y estas fueron:

• Tú no me escuchas

• Tú me juzgas

• Tu fe me confunde

• Tú hablas de lo que está mal, en lugar de hacer que resulte bien1

Con este panorama que enfrentamos los cristianos, nos preguntamos, como pastores del rebaño: ¿Qué procede hacer? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué dejamos de hacer? ¿Cuál es el camino que nos muestra Dios? ¿Cuál es la marca de Dios que debiera estar en nosotros, sus hijos? ¿Cuál es la manera de Dios de tratar con nosotros y que deberíamos replicar? La respuesta es sencilla: su esencia y forma de tratarnos es la gracia. La gracia consiste en dar y perdonar, es derramar generosidad, como la misma historia de la salvación que en ciertas perspectivas parece un despilfarro.

I. LA GRACIA ES LA MIRADA TIERNA DE DIOS

La gracia de Dios se interesa por la miseria, la fidelidad de permanecer con los suyos, la solidez inquebrantable en sus compromisos, la adhesión de corazón y de todo el ser a los que ama, su promesa de justicia inagotable que garantiza a todas las criaturas la plenitud de sus derechos y de colmar sus aspiraciones. La gracia de Dios es la paz y el gozo de los suyos (Sal 36:8-10; 63:4), haciendo sus vidas más ricas y más plenas. La gracia de Dios produce un estado de bendición, no sólo mantiene la vida, la llena de gozo y provee la plenitud de la fuerza. La gracia es como la mirada de Dios posándose sobre el bendecido.

La misericordia es uno de los atributos morales de Dios y establecido en varios textos de la Escritura. El diccionario bíblico expresa la siguiente definición de misericordia:

“… la misericordia se halla en la confluencia de dos corrientes de pensamiento, la compasión y la fidelidad. El primer término hebreo (ra’hamim) expresa el apego instintivo de un ser a otro. Según los semitas, este sentimiento tiene su asiento en el seno materno (rehem: 1 Re 3:26), en las entrañas (rahamim) — nosotros diríamos el corazón— de un padre Jer 31:20; Sal 103:13, o de un hermano Gen 43:30: es el cariño o la ternura; inmediatamente se traduce por actos: en compasión con ocasión de una situación trágica Sal 106:45, o en perdón de las ofensas Dan 9:9. El segundo término hebreo (hesed), traducido ordinariamente en griego por una palabra que también significa misericordia (eleos), designa de suyo la piedad, relación que une a dos seres e implica fidelidad. Con esto recibe la misericordia una base sólida: no es ya únicamente el eco de un instinto de bondad, que puede equivocarse acerca de su objeto o su naturaleza, sino una bondad consciente, voluntaria; es incluso es la respuesta a un deber interior, e implica fidelidad con uno mismo.2

Los profetas dan cuenta de un Dios compasivo que se conmueve ante la rebeldía de su pueblo y aunque en ciertos momentos expresa su decisión de olvidarse de él, porque le ha sido un pueblo infiel, que le cambia por los ídolos que no son en realidad dioses, haciéndole extraviar su corazón, Dios renueva su amor. Como lo señala en Jeremías 31:20 “¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito?…mis entrañas se conmovieron delante por él…” El enojo de Dios ante el despecho queda atrás por la fuerza de su gracia. “…Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira…” Oseas 11:8-9. La santidad de Dios le separa del pueblo pecador, pero su misericordia lo atrae de nuevo. Dios no puede negarse a sí mismo. Y su iniciativa es volver a enamorar a Israel (Oseas 11:1-4), “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia…” Oseas 14:4; “…yo la atraeré al desierto y…hablaré a su corazón” Oseas 2:14. La marca de Dios es la gracia. Una gracia que da vida, restaura y llena de alegrías.

II. DIOS NOS REVISTE DE GRACIA

La misericordia es el amor en acción. Es algo más que una actitud. Más que sentir pena por la gente. Es hacer algo por las personas. La Biblia dice que Dios es un Dios misericordioso. El Salmo 145:8 señala: “El Señor es tierno y compasivo, es paciente y todo amor”. (DDH). Dios espera que hagamos como Él, espera que aprendamos a ser misericordiosos.

Dios ha sido misericordioso con nosotros así que tenemos que ser misericordiosos con los demás. Generalmente, nuestra tendencia es juzgar a otros, condenarlos por sus peores faltas y tendemos a juzgarnos a nosotros mismos por nuestras mejores intenciones. Un refrán de sabiduría popular dice: “No condenes por ningún fallo al hombre que cojea o se tropieza en el camino, a menos que te hayas puesto en sus zapatos o colocado debajo de su carga”. No sea usted indiferente ni demasiado duro con la persona que peca, ni con palabras ni con “piedras”. Debemos tener misericordia. ¿Por qué? Debido a que Dios nos ha mostrado la misericordia. Mateo 18:3. Dios nos ha revestido de misericordia y espera que hagamos lo mismo con el prójimo.

Hemos aprendido el amor porque Dios nos amó primero. Su amor se expresó en la cruz del Calvario. “A Dios nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros… De esta manera se hace realidad el amor en nosotros, para que en el día del juicio tengamos confianza; porque nosotros somos en este mundo tal como es Jesucristo” 1 Juan 4:12,17.

La gracia implica belleza y respeto, “soy como el que ha hallado gracia en sus ojos” la gracia construye las relaciones más preciosas. Es la benevolencia. Dios mismo es gracioso. Ex 34:6; Joel 2:13, Jon 4:2; Sal 86:15; 103:8; 114:4; 145:8. La gracia propicia amistad, la amistad es el mejor método de evangelismo, del trabajo en equipo, de la administración, del aprovechamiento de los recursos, del liderazgo, de la atención pastoral, la consejería, la educación a diferentes edades, es la respuesta a las preguntas más profundas de la vida.

La gracia se extiende a los adversarios. En un sermón de Martin Luther King Jr titulado “Amar a nuestros enemigos” dijo: “A nuestros más implacables oponentes les decimos: «Hágannos lo que quieran, que nosotros los seguiremos amando”.

Scott Peck expresa lo siguiente: “La gracia sirve para promover –prestar apoyo, proteger y fomentar la vida humana y el crecimiento espiritual. Es una vigorosa fuerza que, teniendo su origen fuera de la conciencia humana, promueve el crecimiento espiritual de los seres humanos. A pesar de que todo se opone al proceso, muchas personas logran mejorarse y mejorar su cultura. Una fuerza les empuja a elegir su camino más difícil, a fin de que podamos trascender el cieno y la basura en medio de los con frecuencia hemos nacido”.3

Las personas están sedientas de una verdad que transforme sus vidas, Henri Nowen declaró que su manera de orar había cambiado después de visitar a un Centro de atención para enfermos de SIDA, donde escuchó historias de enorme dolor, mientras escuchaba los relatos estremecedores en su interior decía: «Dios mío, ayúdame a ver a los demás no como mis enemigos ni como impíos, sino más bien como seres humanos sedientos. Y dame el valor y la compasión que necesito para ofrecerles tu Agua Viva, que es la única que sacia esa profunda sed».4

III. DOS IMÁGENES DE GRACIA PARA LOS LÍDERES CRISTIANOS

El apóstol emplea dos analogías para describir la función pastoral, recurre a la doble figura de padres amorosos: primero, como una madre tierna (vs.7-8) y luego, como un padre comprometido (vv. 9-12).

“Aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido ser exigentes con ustedes,  los tratamos con delicadeza. Como una madre que amamanta y cuida a sus hijos, así nosotros,  por el cariño que les tenemos, nos deleitamos en compartir con ustedes no sólo el evangelio de Dios sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quererlos! Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamarles el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no serles una carga. Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable. Saben también que a cada uno de ustedes lo hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos. Los hemos animado, consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios, que los llama a su reino y a su gloria” (1 Tesalonicenses 2:7-12).

Las dos imágenes paulinas sobre el ministerio cristiano nos definen dos principios básicos que debemos adoptar.

A. UNA MADRE TIERNA

(1 Tesalonicenses 2:7-8)

La figura del líder, generalmente, se asocia con una personalidad fuerte, con don de mando, con una voz enérgica, con carisma que se impone ante los demás. El modelo que muestra Pablo manifiesta una disposición y actitudes tiernas: “como una madre que amamanta y cuida a sus hijos…”. Estas características se hallan en la promesa que hace Dios al pueblo exiliado en Babilonia: “Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (Isaías 40:11).

En el cumplimiento de esta promesa, Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11). Las ovejas no son tan bellas y tiernas como solemos pintarlas; más bien tienden a ser sucias y enfermizas, además de tener una reputación de ser tontas; de modo que el trabajo de pastorear que es sucio y gravoso, incluye la tarea de fortalecer a las débiles, curar a las enfermas, entablillar a las fracturadas e ir tras las extraviadas.

El gran amor de Jesús lo reveló en su servicio y sacrificio. Hoy, los cristianos necesitamos este amor sacrificial para cuidar de aquellos que el Señor ha puesto bajo nuestra responsabilidad. Los pastores de Palestina, desarrollaban una relación muy estrecha con su rebaño, a tal grado de caminar delante de ellas, llamarlas, silbar o golpear con sus palos en el suelo y éstas seguían a su guía.

El pastor tierno acompaña a los solos, abraza a los desconsolados, está junto al enfermo, cuida a los extraviados. Quizá la gente no los recuerde por los grandes sermones, sino porque estuvieron junto a ellos cuando se les necesitaba. Ser instrumento pastoral requiere una capacidad para escuchar con atención y para reconocer en los ojos del otro la pena que embarga un corazón. El modelo sacrificial exige que renunciemos a aquello que puede hacer daño a los que alimentamos. Ayudar a que crezcan los niños en Cristo requiere mucha paciencia.

B. UN PADRE COMPROMETIDO

La función de padre se ha ido devaluando en la actualidad. En el ámbito mexicano el padre está ausente, ya sea porque engendró y dejó a la madre sola o porque no se involucra en el desarrollo de los hijos. El apóstol explica que su presencia en la iglesia de Tesalónica fue de compromiso, procuró hacerse cargo de sí mismo en lo económico y estuvo atento a las necesidades de la comunidad. Confrontó cuando debía hacerlo y animó a los desalentados.

Las palabras finales del segundo discurso de la toma de posesión de Abraham Lincoln son una breve, pero sustanciosamente expresión de la búsqueda de gracia para restaurar las heridas de la nación: “Con malicia para nadie, con caridad para todos, con firmeza en lo correcto, como Dios nos permite ver lo que es correcto, esforcémonos en terminar la obra en que nos encontramos; para sanar las heridas de la nación, para cuidar de aquellos que murieron en la batalla, de sus viudas y sus hijos huérfanos; para todas las tareas que nos llevan a alcanzar y apreciar una paz justa y duradera entre nosotros, y con todas las naciones”.

El mundo tiene necesidad de gracia, pues todos necesitamos afecto, ser respetados, ser guiados sabiamente, conocer al verdadero Dios, protección y seguridad, socializar, comunicación, buenas relaciones y libertad.

CONCLUSIÓN

Procuren que a nadie le falte la gracia de Dios… Heb. 12:15. El cuidado del alma cristiana busca promover la cristiformidad por el fomento de la interioridad, particularmente la internalización de la Palabra de Dios y de la manifestación de la gloria de Dios en la vida humana. El cuidado pastoral sirve para sanar las heridas. Guía a las personas a crecer en la madurez (ser perfectos) Ef 4:13. Si te importa lo mismo que a Dios le importa, a él le importan los perdidos, los lejanos, los sin poder. La labor del líder consiste en crear el ambiente en el cual sea posible el crecimiento.

Se acompaña desde la propia fragilidad “…Mi poder se perfecciona en la debilidad” 2 Cor 12:9. Un ejemplo de servicio de gracia lo constituye el Doctor Denis Mukwege un médico de la República Democrática del Congo, galardonado con el premio Nobel de la Paz por su dedicación a apoyar a las mujeres víctimas de violación que usaban como estrategia de guerra de los ejércitos rebeldes. Denis, da testimonio que su vocación se despertó mientras acompañaba a su padre, un pastor, mientras visitaba a los enfermos. Su vida destila gracia.

Todo lo que hagamos, con cualquier persona, de cualquier edad, debe tener la marca de Dios: la gracia.

Bibliografía

1 Citado por Philip Yancey. “La desaparición de la gracia”. Ed. Vida, 2015, pp. 28-29

2 Artículo: “Misericordia”. Jules Cambier y Xavier León-Dufour. Vocabulario de Teología Bíblica. Ed. Herder, 1965, pp. 175-179.

3 M. Scott Peck. “La nueva psicología del amor”, Ed. EMECE, 1994, p. 271.

4 Citado por Philip Yancey. “La desaparición de la gracia”. Ed. Vida, 2015, pp. 34-35

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