Guiados por el espíritu

Min. Ángel Erazo Pineda

En el marco de una reunión con el equipo del liderazgo pastoral de la iglesia local, y al mencionar que la Iglesia es guiada por el Espíritu Santo y sostenida por la presencia de Jesucristo, uno de los líderes con cierta angustia en su rostro y preocupación por desarrollar su liderazgo encargado por la congregación, hizo la siguiente pregunta: “¿Cómo saber lo que es ser guiado por el Espíritu Santo?”; además de él, otra hermana que se encontraba sentada junto a él asintió con la cabeza, demostrando que la pregunta era compartida y también sentía la misma necesidad por comprender el sentido de la afirmación.

De pronto, al revisar la mayoría de los documentos rectores de nuestra iglesia encontramos este enunciado, dando por entendido que todos los creyentes que integran la Iglesia comprenden las implicaciones de lo que significa ser guiados por el Espíritu; sin embargo, dada la experiencia presentada al inicio del texto, seguramente aún encontramos líderes o creyentes que se pueden estar cuestionando sobre el significado de ser guiados por el Espíritu.

El presente artículo tiene como propósito recordar a los lectores que el Espíritu Santo guía al creyente en su proceso formativo basado en el estudio de la Escritura, al enseñarlo, redargüirlo, corregirlo e instruirlo.

También lo que se busca con el presente artículo es reconocer que, como creyentes, es necesario contar con un proceso formativo de manera continua, teniendo presente que la lectura de la Escritura no es para informar, sino para formar a las personas con la ayuda del Espíritu Santo.

Si la espiritualidad se distorsiona, se distorsiona la comprensión de las Escrituras.

En el prólogo del Fundamento Doctrinal de la Iglesia de Dios (7° Día) se hace un breve análisis del contexto actual que las personas viven debido a su espiritualidad.

Es una espiritualidad subjetiva. La verdad se mide por la experiencia vivencial y subjetiva del individuo; ya no se busca la verdad religiosa que toca el entendimiento escritural sino la verdad interna del sujeto. La conciencia individual es lo que determina todo lo religioso.

Es una espiritualidad emocional. Estamos en una época en donde prevalece el “emocionalismo”; hay una sobrevaloración de la afectividad, se da la primacía a lo sensible por encima de la razón y el pensamiento lógico. Esta emocionalidad considera a la intuición como un modo de conocimiento primario y fundamental.

Es una espiritualidad tribal. Se considera a la comunidad como la fuente de todos los valores morales y espirituales porque en todo y todos los demás, hay un desmoronamiento de las estructuras institucionales. La comunidad se vuelve excluyente ya que suele calificarse como la única portadora de la verdad.

Es una espiritualidad sincretista. El sincretismo posmoderno se manifiesta en la aceptación de elementos extranjeros, y en la revitalización de tendencias arcaicas, el florecimiento de la demonología, la astrología, las supersticiones, las creencias y prácticas teúrgicas (poder de los ritos). Por ejemplo, alguien puede ser cristiano y creer en la reencarnación o tener una religiosidad light que evade el carácter celoso de Dios, que empequeñece la gravedad del pecado, excluye del Reino toda referencia al dar cuentas a Dios y que predica a un Cristo solo en su aspecto de gloria, sin ninguna relación con el sufrimiento.

En medio de esta realidad contextual sobre la espiritualidad, resulta complejo que las personas recurran a la Palabra escrita, la Biblia, de manera acertada, pues todas las influencias e incorrectas interpretaciones de lo que es la espiritualidad, o, viviendo en medio de espiritualidades construidas a modo, si la espiritualidad se distorsiona, también se distorsiona el acercamiento y comprensión de las verdades contenidas en las Escrituras.

La necesidad de seguir recurriendo a la Escritura

Vivimos en una realidad bombardeada de información, una gran variedad de dispositivos electrónicos con acceso a internet, redes sociales, sitios web, documentos impresos y medios televisivos, nos mantienen en un constante contacto con información de todo tipo, que inevitablemente influye en nuestras creencias y perspectiva que se tiene del mundo y sus situaciones.

Cada vez es más complicado saber identificar cuál o cuáles fuentes de información son formativas y cuáles deforman; a veces, de manera inconsciente aceptamos y adaptamos a nuestros conocimientos ideas y tendencias que marcan nuestro ser y hacer, sin siquiera cuestionarlas o filtrarlas para saber si son benéficas o no.

Por eso, el reto de tener una correcta formación en ideas, principios, creencias y criterios, implica que tenga que ser un proceso de formación bien pensado y consciente, de lo contrario, solo se estará aceptando información que distorsione la percepción de la realidad y una incorrecta toma de decisiones.

El teólogo Daniel Rebolledo (2023) afirma que en las mismas Escrituras, específicamente en el Nuevo Testamento, se describe a la Biblia como alimento; en el Evangelio según Mateo en su capítulo 4 y versículo 4 comenta que, Jesús dijo: Escrito está: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de boca de Dios. Mientras que el escritor del libro de Hebreos comenta que la Palabra de Dios es como leche y alimento sólido (Hebreos 5:13-14). Los cristianos necesitan alimentarse de aquello que nutre su vida espiritual; no se puede pretender sobrevivir sin ningún tipo de alimentación.

Entendiendo que la Biblia es el alimento para los cristianos, es necesario mencionar que en el año 2021, Especialidades 625 organizó una convocatoria online llamada “Iglesia Next”, en la cual se realizó una Consulta Iberoamericana acerca del estado del trabajo con las nuevas generaciones en las iglesias cristianas. En esta consulta, una de las preguntas se refería a la lectura bíblica, la interrogante decía: ¿Cuántas veces lees la Biblia en la semana? Un total de 3233 pastores y líderes de más de 20 países respondieron de la siguiente manera: el 31% lee la Biblia más de 5 veces por semana, otro 29% dijo que la lee alrededor de 3 veces o al menos una vez, y un 11% respondió que no ha leído la Biblia por cuenta propia durante mucho tiempo.

Aquí estamos hablando de pastores y líderes de iglesias, lo cual es preocupante. Si los líderes de las diferentes comunidades no leen la Biblia, ¿qué podemos esperar de la comunidad en general? Puede sonar osado o atrevido, pero es una realidad que se debe exponer: en la actualidad nos encontramos ante una época en la que hay seguidores de Jesús que no leen su Palabra, lo cual podría considerarse un analfabetismo bíblico.

El analfabetismo bíblico es un síntoma que se genera cuando la comunidad que gira en torno a la Biblia, es decir, la Iglesia, no la estudia, lo que lleva a un desconocimiento de lo que esta dice.

La dirección del Espíritu Santo en la formación del creyente

Schweizer E. (1984), hace un tratamiento completo sobre lo que es y cómo participa el Espíritu Santo en la dirección de las personas; él afirma que Juan tal vez fue quien con mayor profundidad reflexionó acerca de lo que es el Espíritu Santo; por eso insiste continuamente en lo mismo con una monotonía tremenda: el Espíritu nos otorga, en las palabras de predicación de los discípulos, la visión de Jesús; lo que los profetas veterotestamentarios vivieron en circunstancias excepcionales de la irrupción del Espíritu de Dios, se ve completado y superado por el único hecho que contradice a toda comprensión humana: que el Espíritu nos lleva a contemplar a Jesús con nuevos ojos y a descubrir que Dios trata de venir a nosotros precisamente de esa manera.

También para Pablo, Jesús es ante todo el Crucificado y el Resucitado. ¿Qué es el Crucificado?, quiere decir que la fuerza de Dios se revela en la debilidad; por eso Pablo pone de relieve de una manera tan intensa que el Espíritu incorpora a los hombres al cuerpo de Cristo y que Él comunica sus dones, de tal manera que cada uno necesita de los demás y que nadie puede pensar que lo posee todo e incluso que, con su don, se halla por encima de los otros. Así, pues, el Espíritu edifica la comunidad, funda la comunión, porque libera a los hombres de considerarse a sí mismo como el centro y la norma. Que Jesús es el resucitado significa que el hombre piadoso no vive todavía donde vive Cristo y que, por tanto, todavía no está en la plenitud del reino (no como lugar geográfico sino como dimensión). Precisamente a la comunidad se le otorga en alta medida la sobriedad que ve al mundo realísticamente con sus necesidades y miserias y así puede padecer con él. Pero como Dios no deja que su creación fracase y quiere completar alguna vez lo que nosotros solo podemos realizar de un modo fragmentario, en humanidad, justicia y atenciones mutuas, por eso todo lo fragmentario adquiere su sentido. Así el Espíritu, según Pablo, otorga la comunión, la libertad y la esperanza.

¿Qué es lo que significa el Espíritu Santo hoy?

Ante todo, se puede afirmar simplemente: el Espíritu Santo nos hace estar abiertos a Jesús; la comunidad percibió esto de tal manera que ella al principio solo veía al Espíritu Santo en Jesús; y luego puso de relieve que fue Jesús el que, como Resucitado, le proporcionaba el Espíritu y finalmente en Pablo y, con mayor intensidad todavía en Juan, vio como una acción decisiva del Espíritu el hecho de que él había hecho viviente a Jesús para ella. Si un hombre empieza a comprender que el modo como vivió y murió Jesús, que al principio le parecía tan sin sentido, es aquel que le podía poner nuevamente en orden con Dios, entonces opera allí el Espíritu Santo. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre… lo que Dios nos ha revelado por su Espíritu… a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura los gentiles, pero para los llamados… poder y sabiduría de Dios (1 Corintios 2:9-10; 1:23 24).

Ya en el Antiguo Testamento, y mucho más en el Nuevo, nos vemos impulsados cada vez más hacia la vinculación del Espíritu y Palabra. El Espíritu preserva a la Palabra de convertirse en la simple repetición del pasado; Él nos hace ver las necesidades de los hombres actuales y de ahí nos impulsa a preguntarnos qué es lo que la antigua palabra trata de decirnos de nuevo hoy; esto alerta para escuchar lo que, por ejemplo, descubren los análisis sociológicos y lo que proyectan los programas sociales, aun cuando ellos proceden de sectores muy distintos de los de la iglesia. Y, al revés, la Palabra salvaguarda al Espíritu para que no sea solo una fuerza difusa e indeterminada. Ella define ciertas líneas fundamentales imprescindibles de la voluntad divina y, al mismo tiempo, nos recuerda los límites de los planes y posibilidades humanas. Así, pues, el Espíritu suministra la fuerza creativa para el futuro, que la Palabra hace que se haga viva de una manera nueva e insospechada; y así también, por el contrario, la Palabra proporciona al Espíritu la claridad que nos recuerda la voluntad de Dios y nuestros límites, y nos preserva de la peligrosa media-verdad de la utopía.

El mismo Schweizer afirma también que de esta manera volvemos a aquello que se decía anteriormente acerca de Jesús: en Él vive toda la historia del Israel del Antiguo Testamento, con todas sus tentativas de entender el Espíritu de Dios, ahora se realiza y se cumple esto; toda la vida de Jesús y, sobre todo su muerte, no es otra cosa que un permanente contar con Dios, del cual, sin embargo, nunca dispone él arbitrariamente; esto le proporciona aquella inaudita libertad que hace que los publicanos y las prostitutas se hallen en su sociedad; esto eliminó los límites que se hallaban establecidos entre él y aquellos, y estableció la comunidad de mesa, que, en la última cena, se hizo más evidente que en ninguna otra parte. Esto se mostró como dirección de Dios, que le condujo a la cruz contra todos los deseos y los planes humanos. Él no eliminó nada de la cruz, sino que pudo exclamar: “¿Por qué me has abandonado?”, pero también afirmó a Dios mientras oraba: “¡Dios mío, Dios mío!”. Él, en su actuación terrena, habló en muchas parábolas del reino de Dios que vendría, e incluso se entregó en sus manos cuando, al parecer, no quedaba ya ningún futuro para él mismo y para el movimiento que trataba de desarrollar. Así experimentó Él que el futuro pertenece a Aquél que le resucitó de entre los muertos, y con ello, le hizo Señor de todos aquellos a los que ha de seguir llamando el Espíritu.

Siendo enseñados, redargüidos, corregidos e instruidos bajo la dirección del Espíritu

En 2 Timoteo 3:16-17: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Pablo exhortó a Timoteo: Continua en estas cosas porque la Biblia viene de Dios y no de hombre. Esto es un libro inspirado por Dios, espirado del mismo aliento de Dios. Recordemos que es posible creer en la inspiración de la Biblia en principio, pero negarlo en la práctica; esto lo hacemos al imponer nuestro propio significado en el texto en lugar de dejar que hable por sí mismo; hacemos esto al poner más de nosotros en el mensaje que lo que Dios dice; esto lo hacemos al interesarnos más en nuestras opiniones cuando predicamos que en explicar y proclamar lo que Dios ha dicho; esto lo hacemos cuando hacemos un mediocre estudio y exposición. Por lo contrario, honramos a Dios y su Palabra cuando, mientras sea posible, dejamos simplemente que el texto explique y enseñe por sí mismo.

Y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. Pablo exhortó a Timoteo a continuar en estas cosas porque la Biblia es útil, y útil de muchas formas: Útil para enseñar, para decirnos qué es verdadero acerca de Dios, el hombre, el mundo en el que vivimos, y el mundo que ha de venir. Útil para redargüir, para corregir, con la autoridad para reprendernos y corregirnos; todos estamos bajo la autoridad de la Palabra de Dios, y cuando la Biblia expone nuestra doctrina o nuestra conducta como equivocada, estamos equivocados. Útil para instruir en justicia, nos dice cómo vivir en verdadera justicia; Pablo sabía que era la verdadera justicia en lugar de la falsa y legalista justicia en la que él dependía antes de su conversión.

Todo esto quiere decir algo muy simple: nosotros podemos entender la Biblia; si la Biblia no pudiera ser entendida, no habría nada útil de ella.

A fin de que el hombre de Dios sea perfecto. Cuando vamos a la Biblia y dejamos que Dios nos hable, nos cambia, nos lleva a la perfección y nos transforma. Una manera en que la Biblia nos transforma es a través de nuestro entendimiento. Romanos 12:2 dice: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Cuando dejamos que la Biblia guíe nuestro pensamiento, nuestras mentes son renovadas y transformadas, así que realmente empezamos a pensar de la manera en la que Dios piensa.

Para que esto sea realidad es necesario que la Palabra de Dios tenga autoridad sobre cada creyente, y solo con la dirección del Espíritu Santo, la Escritura divina tendrá sentido y valor en la vida de las personas, de lo contrario solo será un texto más.

La dirección del Espíritu para formar a los creyentes

El Espíritu Santo desempeña un papel crucial en la comprensión de la Palabra escrita en la Biblia. A continuación, se detallan las principales formas en que ayuda a los creyentes a interpretar y aplicar las Escrituras.

1. Comprensión espiritual: La comprensión de los textos bíblicos no se limita al significado literal. El Espíritu Santo proporciona discernimiento espiritual, sin su intervención. Los seres humanos pueden interpretar erróneamente las Escrituras debido a su naturaleza pecaminosa y su alienación de Dios (Efesios 4:18). El apóstol Pablo enfatizó que las cosas espirituales se disciernen espiritualmente (1 Corintios 2:14), lo que indica que el entendimiento profundo requiere la guía del Espíritu.

2. Generación de deseo: El Espíritu Santo despierta en los creyentes un deseo de conocer y aplicar la Palabra de Dios en sus vidas. Esto incluye la capacidad de ver cómo las enseñanzas bíblicas son relevantes para situaciones cotidianas y decisiones personales; sin esta motivación divina, las Escrituras pueden parecer irrelevantes o distantes.

3. Convicción y enseñanza: Además de guiar en la comprensión, el Espíritu Santo también convence a los creyentes de su necesidad de seguir las enseñanzas bíblicas, infundiéndoles esperanza y propósito (Romanos 8:26-27). Este proceso incluye traer convicción sobre el pecado y guiar hacia una vida que refleje los principios del reino de Dios.

El Espíritu Santo fomenta una comunidad entre los creyentes al guiarlos hacia una comprensión compartida de la verdad bíblica. Esto crea un ambiente donde se puede discutir, aprender y crecer juntos en la fe.

En resumen, el Espíritu Santo no solo inspira las Escrituras, sino que también actúa como guía, maestro e intercesor, facilitando así una comprensión profunda y transformadora de la Palabra de Dios.

Referencias bibliográficas.

Fundamento Doctrinal de la Iglesia de Dios (7° día), Versión septiembre del 2023.

Rebolledo D. (2023). Viejas Escrituras para nuevas generaciones, El lugar de la Biblia en la teología cristiana, en Teología en tiempos de TikTok, Ed. e625. Dallas, Texas.

Schweizer E. (1984). El Espíritu Santo. Ed. Sígueme, Salamanca.

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