Un alumno como Jesús

Por Melissa Montaño Pérez

“Hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31)

Cuando era adolescente, mi madre me decía que debía esforzarme por terminar mi carrera y que considerara hacer una maestría o hasta un doctorado. Además de ella, nadie me hablaba de la importancia de esforzarme en mis estudios. En la iglesia, durante la clase de los adolescentes, reflexionábamos sobre cómo podríamos dar un buen testimonio en la escuela pero nunca de cómo hacerlo desde la escuela, desde el ámbito profesional.

Si Jesús hubiera asistido a la secundaria, a la preparatoria, seguramente sería el mejor de su clase y estaría en el cuadro de honor, pero no por ser un niño superdotado, sino por ser responsable, comprometido y agradecido por tener la bendición de poder estudiar. Para muchos, ir a la escuela no es lo más divertido, y sin embargo, en nuestro país ir a la escuela es un lujo. Cuando nos damos cuenta del “privilegio” que representa la educación escolar, nos volvemos conscientes del aprovechamiento que requiere. Dar testimonio de Dios desde la escuela es tan fácil, y a la vez tan complejo, como llegar temprano a clases, tratar con respeto a mis maestros y compañeros; poner atención, cumplir con todas las actividades que se me indican; no “volarme” las clases, no “irme de pinta”, hacer las tareas, porque todo esto es corresponder a tan inmensa bendición. Además, no sólo se trata de hacerlo por obligación, mejor como nos indica el Señor: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).

También es necesario comprender que aspirar a ser un profesionista no es malo, es otra forma de servir. Jesús, sin un salón de clases y un pizarrón, recorría los pueblos y predicaba la Palabra de Dios. Si tú tienes el conocimiento y conoces a alguien que no tiene con los recursos para estudiar, enséñale tú, ayúdalo a crecer. Y si estás rodeado de personas que tienen la oportunidad de hacerlo pero no la valoran, exhórtalos tú, no sólo con palabras de aliento sino también con el ejemplo. Elegir hacer la tarea en lugar de elegir ver televisión ya es dar testimonio. Todos los días, antes de ir a la escuela, pregúntate: ¿Qué clase de alumno habría sido Jesús?