GRATITUD, UNA OFRENDA DE AMOR

“Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a Él le agrada, con temor reverente.” (Hebreos 12: 28, NVI)

Una de las afirmaciones más significativas de la palabra de Dios es que su Reino se ha acercado a la humanidad y es nuestra decisión vivirlo. Tal como menciona el escritor de Hebreos, al recibir este Reino, debemos ser agradecidos y, por ende, esta gratitud se traduce en una verdadera y honesta adoración al Señor con una reverencia y sometimiento pleno a su voluntad.

El concepto de ofrenda se refiere a elementos que el adorador (el creyente, nosotros) presenta a Dios para expresar su devoción y acción de gracias. Por lo que, podemos decir que una de las mayores ofrendas que brindamos a Dios, es nuestra gratitud ante toda circunstancia.

¿Con que elementos podemos ofrendar nuestra gratitud a Dios con temor reverente?

1.Guardando los mandamientos y viviendo en santidad

Una persona que ama a Dios, guarda sus mandamientos (Juan 14:21), pero sobre todo los obedece plenamente y busca vivir en santidad (Hebreos 12:28). Santidad es estar apartado, siendo una sola pieza en “integridad” y con esta integridad brillar como oro, brillar en pureza; ser santo es mostrar una sola cara íntegra en tu hogar, escuela, colonia, amistades, etcétera.

2. Creciendo como verdaderos adoradores

La verdadera adoración es un modo de vida (Romanos 12:1). La vida en su totalidad se considera un acto de adoración o servicio ante Dios. Una vida donde debemos practicar: la oración, alabanza, acción de gracias, caridad/ofrenda, servir en un ministerio, estudio de la palabra de Dios y disciplina. Adora día a día al Señor.

3. Siendo humildes

La soberbia ocasiona que confiemos totalmente en nuestras propias fuerzas, habilidades y conocimientos; sin embargo, recordemos que la soberbia fue el pecado original cometido por Adán y Eva al comer el fruto del árbol prohibido, al buscar tener mayor conocimiento incluso que el de Dios. La humildad nos permite recordar la dependencia total a Él, y nos da la oportunidad de experimentar el amor y la misericordia hacia quienes nos rodean.

4. Participando activamente en la Misión.

La Misión de la Iglesia es compartir el Evangelio (las buenas nuevas), pero no solo de lo que Jesús hizo en la vida de Lázaro, del paralítico, de la mujer samaritana, del ciego, etcétera, sino de compartir lo que Jesucristo ha hecho en la vida de cada uno de nosotros. Dios quiere que contemos nuestra historia, en donde Él y nosotros somos los protagonistas. ¿Quieres ofrendar gratitud? Entonces cuenta la historia de lo que Cristo ha hecho por ti a tus familiares y amigos, para que más personas crean y acepten a Jesucristo como su único salvador.

Recordemos siempre que la acción de gracias debe ser un elemento natural de la adoración cristiana y debe ser una característica de todo creyente.