En los últimos años hemos experimentado un éxodo de miembros que han abandonado la iglesia, esto representa un enorme desafío para poder ser eficientes en la misión encomendada por el Señor. En la sociedad actual, muchos se encuentran desencantados con la institución eclesiástica. La desilusión con la iglesia puede surgir por diversas razones: hipocresía, escándalos, doctrinas controversiales o simplemente por una falta de conexión espiritual.
Ante este escenario, un peligro que enfrentamos es el dejar de ser pertinentes, perder el interés por las personas y alejarnos de su realidad social. Es cierto, la Iglesia ha cometido errores y ha fallado en cumplir su llamado a reflejar el amor de Cristo. Sin embargo, aún hay esperanza encontrada en la gracia y el amor de Dios, pues, la verdadera fe no está arraigada en las acciones de la iglesia, sino en la relación con Dios. Incluso cuando la institución falla, la presencia y el amor de Dios permanecen inquebrantables.
Una investigación del grupo de George Barna analizó la valoración de cristianos estadounidenses con las iglesias a las que asisten o a las que conviven, y descubrió que: «Incluso algunos miembros comprometidos de la iglesia sienten que están pasados de moda; el porcentaje de practicantes cristianos milenialls que están de acuerdo en que la Iglesia es irrelevante hoy es el mismo que el de no cristianos que sostienen este punto de vista (25%)».1
Aunque el estudio está dirigido a cristianos de Estados Unidos, esta realidad no es muy diferente de lo que nosotros vivimos, personas dentro y fuera de la iglesia la consideran irrelevante. Por este motivo, algunos miembros han comenzado a romper con la comunidad de fe que heredaron de sus padres, otros han comenzado a ir tras las grandes denominaciones, que tienen ministerios “exitosos” y movilizan a gran cantidad de personas con cultos vistosos y deslumbrantes, donde el pastor es visto como una celebridad o showman, en otras palabras, la llamada “cultura de la plataforma”; a la que pocos pueden acceder.
Las tendencias actuales no nos deben dejar impávidos, la iglesia ha sido llamada a ser portadora de Buenas Noticias, en palabras de Hebreos 12:15 a cuidarnos unos a otros, para que nadie deje de recibir la gracia de Dios. Hoy, la realidad que enfrentamos nos recuerda enormemente nuestros fallos y nosotros debemos reconocerlos con humildad. Sin embargo, no tenemos por qué vivir en el temor.
Es tiempo de despertar del letargo y trabajar porque las próximas generaciones encuentren un lugar y nos superen en fruto y extensión del Reino de Dios. Cada uno de nosotros debe hacer la parte que nos corresponde, amando a los demás como Dios nos ama a nosotros.
No podemos negar los cambios, cerrar los ojos, resistirnos. Los cambios han sido parte del cristianismo desde su origen. No somos mejores ni peores, solo tenemos desafíos diferentes.
¿Qué cambios se están gestando dentro del mundo cristiano hoy en día? Déjeme contarle:
Todos conocemos a hermanos y hermanas que ya no están en la iglesia que los vio crecer. Con algunas excepciones la mayoría está en contacto con alguna comunidad eclesial, algunos como asistentes ocasionales, otros como líderes.
Actualmente, en el mundo evangélico está surgiendo una categoría de los llamados ‘deseclesiados’, ‘desiglesiados’ o aquellos que se desvinculan o desconectan de la Iglesia. Mayormente se da en la relación jóvenes e iglesia, pero también puede incluir a personas de todas las edades.
Este fenómeno, puede ser una invitación a redescubrir el verdadero significado del Evangelio. Jesús criticó frecuentemente a los líderes religiosos de su tiempo por su hipocresía y falta de compasión hacia los marginados. En lugar de seguir ciegamente las normas religiosas, Jesús nos llamó a amar a Dios con todo nuestro ser y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. La verdadera fe no se trata de cumplir con un conjunto de reglas, sino de vivir en amor y gracia.
Tradicionalmente, la vida de la iglesia ha sido bastante ‘eclesiocéntrica’ y ‘cultocéntrica’; muchas de las terminologías usadas: ser fiel, estar apartado, etc., están relacionados con que la persona vaya o no al culto, es más, a veces ni siquiera preocupándonos en qué condiciones llega, pero lo importante está en llegar. A veces nos interesa que estén ahí, aunque no hagan nada pero que estén ahí, y que lleguen a la iglesia, es una cuestión de repetir prácticas y construir hábitos.
El ‘templocentrismo’ hace sentir que los que no asisten están mal, que están ‘deseclesiados’. La pregunta es si esto es así desde el punto de vista teológico neotestamentario, y saber si también la iglesia debería ‘deseclesiarse’ de sí misma.
Muchos estamos acostumbrados, tan normalizados a años de prácticas con relación a la iglesia y se nos hace mucho más difícil cambiar. Cuando se analiza a los ‘deseclesiados’ observamos que algunos han encontrado la fidelidad yéndose de las iglesias locales, ellos la encuentran fuera porque dentro solo han encontrado traiciones al mensaje de Jesús, traiciones entre algunos miembros, pero también el riesgo de traicionarse a sí mismos de las convicciones que tienen por las presiones de una iglesia ‘eclesiocéntrica’.
¿Cómo se manifiestan estas presiones? “Hermanito, por qué no vino el sábado”, “los jóvenes cristianos no se visten así”, “las mujeres de Dios se visten de tal manera”, entre otras; básicamente se trata de ciertas estructuras que están ahí implantadas. Los espacios de reunión se convierten en espacios de alienación de la realidad, luego entonces, hay personas que ya no los quieren porque ese adoctrinamiento no corresponde con lo que vive el resto de la sociedad.
Hay muchas personas, jóvenes y adultos, que encuentran que salir de la iglesia es un evento liberador. Y la iglesia está a décadas atrás en ciertas posiciones y posturas, no porque no haya tomado una postura sino porque no se permite hablar de esos temas. Entonces, toman distancia porque han entendido que la única forma de ser fiel a Dios es ‘deseclesiarse’, despojarse de esa forma de ser iglesia.
Además, estamos en una época postcristiana, la presencia y relevancia de la Iglesia es muy diferente a lo que era medio siglo atrás. No es que las personas se vayan de la iglesia, sino que salen de ese tipo de estructuras buscando nuevas formas de ser comunidad posiblemente en otras iglesias o tipo de movimientos.
La desconexión eclesial puede ser una experiencia dolorosa y desorientadora, pero, en el entendimiento de muchos de los que se van, también puede ser una oportunidad para un crecimiento espiritual más profundo. Donde a través de la gracia de Dios, pueden encontrar esperanza y renovación incluso en medio de la desilusión religiosa.
El desafío que tenemos como iglesia es grande. Nuestro enfoque tiene que centrarse en las personas, en su relación con Dios y en vivir de acuerdo con los principios del evangelio, la iglesia está llamada a ser el signo visible de Dios más allá de las paredes de cualquier templo.
No solo las nuevas generaciones están en juego, todas las generaciones lo están. Tenemos que preguntarnos cuál es la motivación de alcanzarlos, queremos hacer discípulos de ellos, queremos decir que tenemos una iglesia llena, o tenemos interés en las situaciones que están pasando y los problemas que están enfrentando.
Algunos aspectos que debemos tener en cuenta si queremos alcanzar a quienes se han desconectados de las comunidades eclesiales, son los siguientes:
1. Ir a donde están
No solo debemos acondicionar los espacios del templo para recibir a las personas que invitemos. Nuestra forma de alcanzarlos no se puede reducir a eso, nosotros tenemos que hacer presencia en sus espacios. Si nos fijamos en la historia de la iglesia en los primeros trescientos años, los discípulos de los primeros discípulos que caminaron con Jesús seguían su mismo patrón de misión. ¿Cuál era? Ir donde estaba la gente, y hacer iglesia donde las personas se encontraban. Un caso muy particular lo vemos en la historia de Pedro y Cornelio en Hechos 10.
2. Usar sus medios
Tenemos también que usar sus medios, las redes sociales son los espacios que los jóvenes usan, cada cierto tiempo hay una red social que desplaza a otra red social. Es el medio donde se mueven. Tenemos que ser estudiosos de los medios en los que podemos alcanzar a las diferentes personas y generaciones. Hoy, todavía muchos se enojan y prohíben que los jóvenes tengan redes sociales o usen Biblia en el celular.
3. Usar su lenguaje
El lenguaje tiene que ser sencillo, real e importante. Debemos hablarles y comunicar lo que queremos de forma que podemos conectar con ellos. Ser reales, francos, desde el corazón.
Una de las críticas que tenemos de los estudios bíblicos o de los sermones, es que son como puentes rotos. Lo que sucede es que construimos puentes que no conectan. Hablamos de lo magnífico que hay del otro lado, cuando deberíamos llegar al otro lado. Sin embargo, no cruzamos porque los puentes están rotos, no hay una aplicación con la vida real, y si vemos en las Escrituras el mensaje de Jesús es sencillo, es objetivo, son cosas que se tocan: un arado, perlas, cerdos, una moneda, un padre. Son cosas de la vida real que conectan con el amor de Dios, pero también con la vida cotidiana de las personas.
4. Escuchar sus preguntas
Aquí empieza la parte de pastoral, nosotros estamos respondiendo preguntas que nadie está haciendo, nosotros hablamos de los temas que nos importa a nosotros, estamos haciendo apologética, sin pensar cuáles son los temas que les importan a los demás. No se puede responder, si antes no escuchamos. Como no escuchamos, difícilmente estamos respondiendo.
6. Dejar que contribuyan
Que tomen el lugar que el Señor ya les ha dado por gracia. Muchos se van porque no encuentran en la iglesia un espacio para desarrollar sus dones, algunos sienten que su palabra no es valorada. El discipulado es un medio para que todos contribuyan. No debemos descuidar a los miembros que tenemos pensando que es su obligación estar en los templos. Hay mucha vida fuera de las cuatro paredes y todos pueden contribuir a la expansión y vivencia del Reino.
7. Mucho amor
No dejemos que nuestras tradiciones y nuestras costumbres de invitar a gente a nuestros espacios nos impida alcanzar a las personas, debemos estar con ellos, caminar con ellos, pastorearlos, discipularlos, mentorearlos y sobre todo amarlos.
Que Dios nos dé la sabiduría para enfrentar los desafíos que la época nos presenta.
Referencias bibliográficas:
1 Estudio Barna: “En EUUU se ve la fe cristiana relevante, pero no la iglesia” – Evangélico Digital
Trueman, Carl R. El origen y el triunfo del ego moderno (Spanish Edition). B&H Publishing Group.
Kinnaman, David. Me perdieron (Especialidades Juveniles) (Spanish Edition). Vida.
Kinnaman, David, Lyons, Good Faith: Being a Christian When Society Thinks You’re Irrelevant and Extreme.
Tickle, Phyllis. Emergence Christianity . Baker Publishing Group.
How Pastors & Non-Christians See the Church’s Role – Barna Group.