El amor comienza en casa

El amor comienza en casa

Hna. Elizabeth Sánchez Ramírez

Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.

(1 Juan 4:11)

El carácter se forja en casa, allí obtenemos la confianza en nosotros; si somos amados y se alimentan nuestros sueños. La casa, sin importar la construcción, el tamaño o comodidades que ofrece, es el espacio íntimo en el que nos sentimos en libertad de ser y hacer. Nuestra casa habla de nosotras y de nuestra familia; de los gustos, costumbres, organización, hábitos y de la manera en que nos relacionamos. El valor principal de nuestra casa son los lazos afectivos que entrelazan a la familia, representan la seguridad, confianza y aceptación. Cuando es el espacio cálido y nutricio que debiera ser, nos hace exclamar: “¡No hay como estar en casa”! La clave está en el amor que se respira bajo su techo.

Dios creó la familia para que, a través de la relación de la pareja, y en el cuidado de padres e hijos y entre hermanos, el amor encuentre su plena expresión. Cuando el amor que une a un hombre y una mujer en matrimonio se mantiene vivo y floreciente, los hijos crecen sabiéndose amados, protegidos, atendidos en las necesidades de cada etapa de su desarrollo, en un ambiente cálido y armonioso que aun cuando sean adultos, en los tiempos difíciles, tristes o alegres podrán recordar y nutrirse de ese amor familiar.

Cuando hablamos de familia, generalmente pensamos en el modelo inicial creado por Dios; papá, mamá e hijos, sin embargo, en nuestra sociedad tenemos una gran variedad de familias en las que pueden estar incluidos abuelos, tíos, primos, o también puede haber la ausencia de mamá, papá o ambos, hoy se considera familia al núcleo de personas que habitan en la misma casa, unidos por una relación consanguínea o adopción.

El plan de Dios, para la familia es que sea fuente de amor, aceptación y apoyo, sin embargo, en muchos hogares lo que fluyen son conflictos: entre los padres, entre los hermanos, entre padres e hijos; problemas económicos, adicciones, etc. Crece la violencia, el abandono, el divorcio, el desamor, dejando dolor, angustia, baja autoestima, temor; sobre todo en los más pequeños e indefensos. Muchos problemas surgen cuando nos olvidamos de nutrir el amor. Así como necesitamos alimentar nuestro cuerpo cada día con productos saludables, el amor necesita atención y cuidados para mantenerse fuerte y sano. 

Cuando una pareja se une pensando que el amor es solo placer, complacencia, cuando para cada uno solo importa satisfacer sus intereses y necesidades sin tomar en cuenta los del otro, si no están dispuestos a ceder, a dejar su propio bienestar por el bien del otro; el amor está destinado a morir y toda la familia lo sufrirá.

Amar requiere entrega y decisión. El amor se hace evidente por la importancia que damos a la o las personas amadas, por la atención que ponemos a sus necesidades y el esfuerzo que hacemos para satisfacerlas, aun sobre nuestro propio bienestar. El apóstol Juan nos habla acerca del amor perfecto, el amor de Dios: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10). Dios nos muestra un amor sin límites buscando nuestro bien, por esto, el apóstol nos pide: Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros (1 Juan 4:11). Los otros que están más cercanos son nuestra familia, por eso el amor debe empezar en casa. 

Solemos pensar que amar es vivir siempre felices, que cada uno pueda tener y hacer lo que quiera. Así no es el amor. El apóstol Pablo, nos enseña que el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece (1 Corintios 13:4) Es decir, el amor no se centra en mis intereses y deseos, sino en hacer lo que es bueno para la persona amada. 

Entonces, ¿cómo podemos amar sin buscar nuestros propios intereses? La Biblia es un manual completo del amor. Aquí solo presentaré algunos consejos que sirvan de orientación.

1. Pide la ayuda de Dios. Recuerda que Él te ama, y ama a tu familia. Él te dice: Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo (Jeremías 29:11, DHH).

2. Mantén tu atención en cada miembro de la familia. Qué todos puedan sentirse en libertad y confianza para contarte sus experiencias, sus intereses, sus necesidades, gustos y disgustos. Escúchalos atentamente. De esta forma ellos también estarán dispuestos a escuchar, tus opiniones y consejos. 

3. Respeta a las personas dentro y fuera de casa. Tú conducta es ejemplo para tu familia. El respeto es fundamental para convivir en paz y armonía, por lo que en casa deben establecerse reglas y normas justas que protejan la integridad de todos. Evita la mentira, las palabras hirientes, conductas egoístas, demandantes, impulsivas y sobre todo agresivas de y hacia todas las personas sin importar su edad. Fomenta conductas y palabras amables. En todos los casos el respeto debe ser mutuo.

4. Pasa tiempo de calidad con tu familia. Planea un día a la semana para hacer cosas juntos, actividades que proporcionen alegría, algo que todos disfruten. Por ejemplo: caminar, una noche familiar con juegos de mesa, ver un programa en la televisión, cenar. Esto ayuda a conocernos mejor y reforzar los lazos de unión familiar.

5. Actúa con empatía y comprensión ante los problemas que surgen entre los miembros de la familia. Es necesario aprender que lo que tú piensas, quieres y sientas no es lo único que importa, es preciso tomar en cuenta lo que el otro piensa, quiere y siente para comprender por qué actúa de determinada manera y poder tomar decisiones y acuerdos en caso de conflicto.

6. Ejerce la autoridad que te corresponde con sensibilidad, firmeza, respeto y justicia.

7. Nutre a tu familia cada día con el amor de Dios a través de la oración y el estudio de la Palabra. Tomen tiempo para hacerlo en familia. Cuando el amor de Dios está entre nosotros la casa se llena de paz, esperanza, fe, gratitud y alegría. El amor empieza en casa y se transmite a otros ámbitos de la comunidad.

Dios nos dé sabiduría para que nuestra casa sea ese espacio del genuino amor.

Referencias

• Biblia de Estudio RVR 1960. Editorial Vida. 

• Biblia Edición de Promesas, revisión 1960

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El mentor

El mentor

Hna. Karla Flores Hernández

Más de una vez y en distintas ocasiones, hemos escuchado o leído Mateo 28:19-20: Acercándose Jesús, les dijo: Toda autoridad Me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Este versículo ha sido de gran importancia para la iglesia cristiana, ya que resume la misión de evangelizar.

Antes de partir, Jesús les deja una gran tarea a sus discípulos, misma para la cual los había preparado en sus años de ministerio, y esta “gran comisión” también es dada para nosotros en la actualidad. 

En ocasiones, sucede que al escuchar este texto, nos sentimos inseguros e incapaces de llevar a cabo esta tarea, y resuenan en nuestra mente preguntas tales como: ¿por dónde empiezo? ¿qué hago? ¿qué les digo?, preguntas que nos abruman y desaniman a dar el primer paso.

A lo largo de este artículo, quiero que tengas presente lo siguiente: “[…] ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, estas palabras de Jesús manténlas siempre en tu mente y tu corazón.

Ahora bien, la primera tarea que se nos encomienda es “hagan discípulos”, y para esto primero tenemos que entender qué es un discípulo. La palabra discípulo, al igual que disciplina, proviene de la palabra latina discipulus, que significa «alumno» o «aprendiz», es decir, un discípulo es un seguidor, uno que confía y cree en un maestro y sigue sus palabras y ejemplo. 

Pero ¿cómo se hace un discípulo? ¿Cómo empezamos? Jesús es nuestro gran maestro, en la Biblia podemos encontrar algunas características del discipulado que Él nos puso como ejemplo.

1. Practicaba lo que predicaba

Jesús era coherente con lo que enseñaba, los mandatos que Él daba a sus discípulos los ponía en práctica. En Juan 13, un pasaje muy conocido, encontramos un gran ejemplo del servicio: Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

En aquel entonces, los judíos no usaban zapatos, usaban sandalias, ¿puedes imaginar cómo se encontraban los pies de los discípulos? Llenos de polvo, mugre, malolientes, sucios.

Nuestro Salvador, el Rey de reyes, tomó forma de siervo lavando los pies de sus discípulos.

2. Tenía un diálogo personal

Jesús no solamente enseñaba en los montes a las multitudes, también se tomaba el tiempo para conversar a solas con quien lo necesitaba. En Lucas 19 podemos leer la historia de Zaqueo, un recaudador de impuesto que buscaba ver a Jesús entre la multitud. Zaqueo era una persona aborrecida en el pueblo por su profesión, y quienes se acercaban a él eran considerados como traidores, aun así, Jesús fue a su casa, y pasó un momento personal con él. Como resultado de esto, Zaqueo cambió su vida y decidió seguir a Jesús.

3. Jesús los amaba

[…] Él había amado a los suyos que estaban en el mundo, y los amó hasta el fin (Juan 13: 1). En la noche de la última cena, Jesús hace un acto de amor y humildad al lavarle los pies a cada uno de sus discípulos, incluyendo a Pedro que lo iba a negar y a Judas quien lo iba a traicionar. Jesús no solo decía amarlos, lo demostró hasta el fin.

4. Jesús hacía milagros

Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mateo 4:23).

Una de las características del discipulado de Jesús, es que no solo predicaba, también ayudaba a solucionar los problemas y necesidades de quienes se le acercaban. A veces, las palabras no son suficientes, es necesario accionar, apoyar y acompañar.

5. Jesús es incluyente

Aconteció que, estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos; porque había muchos que le habían seguido. Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Marcos 2:15-17).

A lo largo del Nuevo Testamento, encontramos distintos pasajes donde se muestra a un Jesús incluyente, un Mesías que dignificaba a todos aquellos que eran excluidos y discriminados por el sistema religioso de su época. Buscaba una convivencia con ellos para enseñarles y mostrarles el camino con amor y paciencia. No solo buscaba la redención espiritual, sino también social.

El ministerio que Jesús realizó estando aquí en la Tierra es nuestro máximo ejemplo y modelo para seguir. Si no sabes cómo empezar, qué decir o hacer, hazte la siguiente pregunta: «¿qué hizo Jesús?».

Es una tarea ardua, que requiere valor, pero sobre todo amor, y si en algún momento te sientes decaer, recuerda sus palabras: […]Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

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Mi profesión, mi ministerio

Mi profesión, mi ministerio

Min. Abdiel Gómez Salomón y Elemy E. Espinoza Ramírez

«Desde su galaxia el niño ya sabe que cuando sea grande tendrá que ceder.

Pero, mientras tanto, él tiene la llave del eterno sueño de ser o no ser […]»

(Yo quiero ser bombero. Facundo Cabral y Alberto Cortés).

Seguro te estarás preguntando, ¿quiénes son esos señores? Y también cuestionarás: ¿De qué están hablando? Primero, ofrecemos una disculpa por la referencia a los antiguos años 90´s, sabemos que es historia vieja. Pero hay algunos detalles que, seguramente, has escuchado por ahí.

En esta narrativa, se cuenta la historia de un niño que va creciendo dentro de su familia, lleno de expectativas y esperanzas que han depositado sobre él. ¿La edad? No sé, quizás unos 4 o 5 años. Lo interesante de esto, son esas ideas preconcebidas que, según sus familiares, llevarían al éxito a este niño.

Ya todos habían hecho planes: ingeniero, doctor, banquero, militar… Estaban seguros, cada uno por su cuenta, de lo que ese niño sería al crecer. Pero él también estaba seguro: ¡bombero!, ¿por qué? Porque es mi voluntad. ¡Gran respuesta! Al menos, desde su galaxia, tiene voluntad e impulso por vivir.

En esta ocasión, no vamos a discutir cómo elegir una carrera, profesión u oficio, pero sí queremos puntualizar que: la vocación puede aparecer en cualquier momento de la vida, y esta puede vincularse a la carrera profesional o a aquello a lo que te dediques; o tal vez no. Quizás puedas usar tu carrera para descubrir tu vocación.

Profesiones, carreras y oficios

Recordando la infancia, los niños y niñas querían ser bomberos, doctores, policías o maestras. Ahora, una de las mayores aspiraciones es ser influencer o creador de contenido. Y, ¿sabes qué? Todo eso está perfecto. ¿Por qué? ¡Porque es tu voluntad!

Déjame decirte que, cual sea la carrera que hayas elegido, –sin importar las circunstancias que te hayan llevado a ello– tienes la posibilidad de encontrar una vocación dentro de ella, una que le dé un giro a tu vida y te encamine en el servicio y el amor por los demás.

¿A qué nos referimos? Bueno, pues nos han enseñado a elegir una carrera, a darle un rumbo a nuestras vidas desde muy pequeños y a tratar de no salirnos de ese rumbo. Sin embargo, con el paso del tiempo hemos descubierto que hay muchas cosas a las que nos podemos dedicar, y siempre se puede hacer un poco más allá de lo aprendido.

Así, sin importar a lo que te dediques, hay algo que puedes hacer para darle a tu vida un toque de servicio. Jesús aprendió un oficio de su padre, pero también supo llegar a otros espacios, donde tuvo la oportunidad de encontrar su vocación.

Hay otro ejemplo. En Gálatas 1 y 2, el apóstol Pablo se encargó de defender su vocación, una que encontró de manera “inusual”, pues, aunque nunca conoció a Jesús –como era el caso de los 12 discípulos–, le fue revelado el camino que debía seguir.

Vocaciones y contextos

Pablo había crecido como judío, con un amplio conocimiento sobre las culturas griega y romana, que predominaban en aquella época. Se había aleccionado en la ley y, en sus palabras, era más celoso y cuidadoso de todos esos preceptos que cualquier otro judío (Gálatas 1:14). Era un ciudadano ejemplar. Pero también, en términos actuales, se podría decir que era un verdadero profesional.

Había estudiado de todo, y como fariseo, Pablo se convirtió en uno de los mejores. Una carrera exitosa, sin duda. Aún así, terminó cambiando el sentido de todo lo que hacía y resignificó todo el conocimiento que adquirió durante todos esos años de carrera. Y esto, porque encontró su verdadera vocación: el llamado del Maestro.

Pero ojo: no cambió de “profesión”. Él seguía siendo tan docto y culto como cuando se consideraba un judío tradicional. No. Lo que cambió en Pablo fue el sentido de su carrera. El encuentro que tuvo con Jesús, narrado en Hechos 6, le hizo darse cuenta de que, aunque todo el conocimiento adquirido era muy valioso, era mucho más importante poder servir a quienes antes persiguió.

Pablo, al descubrir su vocación en Cristo, aprovechó esos recursos que antes utilizaba para lastimar y someter, ahora como un vehículo de comunicación hacia toda la gente, por la gracia y el amor del Resucitado.

Con todo este contexto, podemos dimensionar la pasión y el impulso que movía a Pablo. Se convirtió en el portador del mensaje evangélico que llegó a muchos gentiles. Y esto es importante, porque los gentiles eran todos aquellos que no habían nacido de la cultura y la religión judía. Pablo, por la revelación que tuvo en Jesús, encontró que su vocación era llevar ese mensaje a quienes que no habían tenido la bendición de conocer personalmente al Mesías. Gracias a eso, Pablo dejó la vida de violencia que llevaba, y aprendió a amar a su prójimo.

Como el apóstol Pablo, no es necesario cambiar tu profesión, ni echar en saco roto todo lo que has aprendido en este mundo. Lo que sí es necesario, es escuchar el llamado, acudir al encuentro con Jesús y darle sentido a todo lo que haces, encontrando la vocación de servir.

Una plataforma para servir

En Filipenses 3, Pablo dice que, todo aquello que antes consideraba valioso -como su estirpe judía y todo su conocimiento-, ahora lo toma como una pérdida; estiércol, basura, un sin sentido. Sin embargo, durante su ministerio supo utilizarlo en beneficio de la obra de Dios. Es decir, que cuando usas tus recursos para lastimar, vives en un absurdo; pero cuando Jesús te encuentra, todo ello se convierte en una herramienta de bendición.

Cuando hablamos de carrera, no pensamos solo en una profesión con un título, sino aquello a lo que le vamos a dedicar todo nuestro esfuerzo, tiempo y recursos. Esa carrera puede ser tan amplia como cada quién lo decida. Si la carrera es “ser bombero”, no solo se limita a apagar incendios; se puede rescatar animales, proteger a las personas de desastres, y se puede extender a la vida diaria. Si la carrera es la abogacía, tu vocación puede impulsarte a ofrecer servicio a quienes no tienen suficientes recursos. Es decir, la carrera solo es el medio, pues el llamado sobrepasa cualquier vehículo.

Tu carrera se convierte, de esta manera, en una plataforma de servicio. La profesión no siempre va acompañada del ministerio, y el ministerio no siempre se ejerce en la profesión. Pero cuando encuentras la revelación y servicio al que Jesús te llama, tienes la oportunidad, como Pablo, de darle sentido a esa carrera.

¿Quieres ser bombero? ¡Adelante! ¿Quieres estudiar una carrera? ¡No te detengas! ¿Quieres ser influencer? ¡Dale con fuerza! Pero, hagas lo que hagas, nunca dejes de lado tu verdadera vocación: amar a todos, como Jesús te amó.

Donde están tus pies

Como cristianos, nos pasamos la vida pensando cuál es el tiempo, cuál es el lugar correcto y el momento perfecto para servir. A algunos, la vejez los asalta antes de que puedan decidir su lugar y momento ideales. Otros pasan su vida adulta acumulando cosas y riquezas, pensando que la vida se trata de eso. Pero tú, que vas avanzando sobre el camino, puedes preguntarte: ¿Dónde están mis pies?

¿Tus pies están en la escuela? Puedes servir. ¿Estás en redes sociales? ¡Puedes ayudar a otros! ¿Tienes una profesión? ¡Eres de bendición para alguien! Donde estén tus pies, ahí está también tu vocación.

No esperes a la edad, ni a la madurez, ni al máximo conocimiento. Para servir solo necesitas la vocación. Lo demás, lo irás adquiriendo con trabajo y voluntad. Pero el llamado de Jesús está ahí, Él te busca como a Pablo, y te impulsa hacia donde está la necesidad. Solo necesitas escuchar la voz de tu maestro.

Referencias:

Nueva Versión Internacional.

La vocación de Pablo. Isidoro Mazzarolo. RIBLA 76, 2017/2. La carta de Pablo a los Gálatas.

Esmeralda Alarcón Montiel. Elección de carrera. 2019. https://www.redalyc.org/journal/340/34065218004/html/

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Ya me bauticé… ¿Ahora qué?

Ya me bauticé... ¿Ahora qué?

Hna. Juanita Guzmán Lucio

Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva (Filipenses 1:6, NTV)

Seguramente identificas con gran facilidad este signo: ®, efectivamente, significa Marca Registrada y precisamente se utiliza en los productos que, una vez diseñados, creados y comprobados por el propósito de su uso, se publican para su promoción, generalmente para venta. Con este logo evitan el plagio; pues han sido registrados legalmente ante las autoridades correspondientes. Pueden ser libros, películas, artículos literarios, canciones, pinturas, objetos, etcétera. Así se define que no es un artículo genérico (no garante, de origen desconocido, “del montón”), sino legal (las autoridades dan fe de su autenticidad y pueden identificar su origen). También existe el término jurídico que se describe como derechos de autor o creador de una obra, con el fin de librarlo de estafas y reproducciones ilegales.

Algo semejante nos pasa a los cristianos. Conociendo a Dios y aceptando a su Hijo amado Jesucristo como Salvador, Él ejerce potestad sobre nosotros y nos pone un sello de propiedad. Somos de Él porque Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos (Salmo 100: 3), somos suyos, ya que fuimos comprados por la sangre preciosa de su hijo amado Jesús (1 Corintios 6:20), le pertenecemos y nos ha constituido en templo de su Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Cuando Dios determina nuestro propósito en esta vida y somos bautizados, nos pone el sello de marca registrada ® y derecho de autor; a partir de ahí viene una serie infinita de experiencias que nos van fortaleciendo en todas las áreas de nuestra vida.

Al igual que todas las obras registradas legalmente ante autoridades terrenales y que empiezan su vida productiva; el cristiano inicia su carrera espiritual a partir del bautismo. Esto es solo el comienzo, ya que Dios abre puertas para prosperar en el camino del Evangelio. Somos como árboles que damos fruto a su tiempo (Salmo 1:3). Juan el Bautista declara públicamente que su bautizo es en agua para arrepentimiento, pero Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11). Cristo Jesús ordena a sus discípulos, ya bautizados, esperar el derramamiento del Espíritu para emprender su misión. Hay mucho qué hacer después de bajar a las aguas del bautismo.

Son muchos los que piensan que el bautismo es el punto máximo en la vida del cristiano, y que después de eso ya no hay nada que hacer. Esta idea lleva a que muchos jóvenes vivan pasivamente su fe. Algunos otros terminan por apartarse de la congregación pues pareciera que ya no hay nada que hacer. Sin embargo, después de bautizarnos hay un sinfín de experiencias que vivir; el camino del crecimiento en la fe es largo y sinuoso; el mismo Jesús empezó su ministerio después de ser bautizado. 

Cuando se recibe el sello del Creador, la profesión de fe se inicia lo que el apóstol Pablo llama “carrera” (1 Corintios 9:24-27).

Estilo de vida cristiano después del bautismo

Somos vasos de honra creciendo en santidad. Si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra (2 Timoteo 2:21). Somos receptores del Espíritu Santo y Dios se vuelve el centro de nuestro universo, con lo que damos prioridad a lo espiritual y actuamos como Dios desea. Para saber la voluntad de Dios es necesario leer diariamente la Biblia, escuchar predicaciones de la Palabra de Dios y orar frecuentemente; así ofrecemos agua fresca y viva al sediento. En los tiempos de Jesús, la gente misericordiosa ponía afuera de sus casas vasos de agua fresca para que los caminantes, viajeros y extranjeros que pasaban por el lugar se refrescaran un poco con la vital bebida. Hoy somos vasos de misericordia al brindar Palabra de Dios al necesitado.

Somos templo del Espíritu Santo y fuente que salta agua para vida eterna (Juan 4:14) 

Es natural que se manifiesten los frutos del Espíritu, como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22–23) y podamos controlar nuestra naturaleza humana para no ahuyentar o entristecer al espíritu (Efesios 4:6) pues es nuestro sello de garantía de la eternidad ®.

Somos portadores del mensaje de salvación

El cumplimiento de La Gran Comisión asignada por Nuestro Señor Jesús en Marcos 16:15-18, para que el mundo crea en Dios y sea salvo, es la tarea que debe ocupar la mayor parte de nuestro tiempo, ya que es prioridad en nuestra vida diaria, sea el lugar que sea: vecindad, escuela, trabajo, mercado, calle. Cada día tenemos la oportunidad de compartir la Palabra de Dios al mundo. Y la mayoría de las personas, conocidas o no, están dispuestas a escuchar, ya sea por educación o interés. Son grandes oportunidades de extender el reino de Dios y su justicia. Todo depende de Dios (1 Corintios 3:6).

Somos profesionistas del Espíritu Santo (1 Corintios 12:1-28)

Dios nos da el Espíritu Santo y los dones para que los administremos y pongamos en práctica para ayudar a la sociedad en sus problemas espirituales, y que encuentre el camino de la salvación. En el versículo se señalan diversas profesiones de fe y debemos desarrollarlas integrándolas a nuestra profesión terrenal. El consejo que nos da la Palabra de Dios a través del apóstol Pablo es que procuremos los mejores dones (1 Corintios 12:31).

La gran consigna: continuar creciendo como discípulos de Jesús

Nuestro desarrollo espiritual es vital, a fin de alcanzar la madurez cristiana dando evidencia y testimonio de la vivencia del reino de Dios: Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13).

Conclusión

Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente, apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas (1 Corintios 12:1-28).

Con esta larga lista de trabajos espirituales comprobamos que “no hay descanso hasta el llegar…”, como dice el himno. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás (2 Pedro 1:8-10).

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Andad en la verdad

Andad en la verdad

Min. Ausencio Arroyo García

No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.

(3 Juan 4)

En la actualidad, invocar la necesidad de la verdad puede implicar el riesgo de ser catalogado como hereje, el relativismo absoluto ha ganado adeptos en todas las esferas de la sociedad y es incluso una expresión dentro de ciertas teologías cristianas. La verdad que creemos; sostienen algunos, es una verdad parcial, temporal y construida en un momento histórico de una sociedad. En lugar de ser movidos a la búsqueda de un relato trascendente, infinito y sublime se pretende que las creencias se asienten sobre un yo individual, frágil, enfermo y torcido que se dice a sí mismo ser lo único real. Frente a esta situación, qué comunica el Evangelio a una generación que escucha con sus ojos y piensa con sus sentimientos.

Para mostrar las diferentes formas de pensamiento entre las etapas culturales, se hizo la siguiente comparación tomada del deporte: Un árbitro de béisbol (umpire, ampáyer) premoderno habría dicho algo como esto: “Hay bolas, y hay strikes y los llamo como son”. El modernista habría dicho: “Hay bolas y strikes, y los llamo como los veo”. Y el árbitro posmodernista diría: “No son nada hasta que yo los llame” (citado en “Telling the truth” D. A. Carson Ed. 2000, p. 20). Esto plantea que la realidad depende del sujeto. El posmodernista enmarca la realidad nombrando aspectos a su antojo ya que su postulado consiste en que el hombre es la medida de todo. No se requiere que diga la verdad puesto que para muchos no existe tal.

La verdad en la revelación bíblica

El término hebreo emet se traduce como: Verdad, exactitud, objetividad, certeza; sinceridad, veracidad; honradez, imparcialidad, justicia; lealtad, fidelidad. Como adjetivo: verdadero, auténtico, genuino, fidedigno, estable, legítimo, válido; honrado, sincero, veraz. En el Antiguo Testamento dominan los significados de “verdad” como correspondencia a la realidad y al pensamiento, y de “honradez, lealtad”. Lo que se dice es verdadero o cierto, el hecho ha sucedido y el informe es fidedigno; la sentencia responde a los hechos y es imparcial; el testigo es veraz y fidedigno. Se opone a lo falso, ficticio, engañoso, ilegítimo. Si responde al pensamiento, la expresión es sincera o veraz; si responde a la intención, la promesa es de fiar y su autor es fiel; si uno responde a sus criterios, es íntegro, coherente; si una decisión responde a la autoridad, el mandato es legítimo, válido (Diccionario hebreo-español, Luis Alonso-Schökel, Trotta, 1999, p. 76).

En el Antiguo Testamento la verdad está asociada con emunah (fe o confianza) que expresa lo que es firme, lo que se mantiene, pero no en el caso de un objeto sino la decisión del hombre o de Dios respecto a otras personas. En este sentido, la verdad significa fidelidad, confianza, lealtad, conducta recta o sinceridad. Cuando se habla de la Verdad de Dios se señala su lealtad a la alianza, la cual se manifiesta en su actividad en la historia humana. La verdad es la decisión y firmeza con la que Dios mantiene su palabra y hace que se cumpla lo anunciado por Él en la historia. El pensamiento hebreo no juzga la conducta según una norma abstracta, sino de acuerdo con la relación comunitaria en la que cada miembro debe dar muestras de su lealtad.

Las personas en las que se puede confiar son calificadas de verdaderos (emet), en tanto sean personas fieles y rectas. En el Antiguo Testamento no se encuentra “emet” unido a verbos de percepción sino a verbos que implican actuar o experimentar. La verdad, en el pensamiento hebreo, no se puede decir que es, sino que acontece. Se puede afirmar que la verdad es aquella conducta que cumple determinada expectativa o exigencia, la cual se sostiene por la confianza dada. En esta concepción también alude al futuro como en el caso de los profetas; la verdad no es algo que se refiere a las cosas ocultas que se develan o descubren; verdad, es aquello que va a ocurrir en el futuro.

El dominio actual de lo aparente

En el entendimiento de muchos, la verdad consiste en la preferencia subjetiva de cada persona. Creen que la idea de que algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad. En el fondo, los dichos pueden ser mentiras; sin embargo, la forma que lo presentan hace creer como si todo fuera verdad, se pueden arreglar fotos, distorsionar, inventar o parcializar noticias o bien, se pueden presentar datos inventados o deformados sobre personas y se llegan a establecer como verdad en el conjunto de ideas de los escuchas o lectores. De esta manera, se involucran más las emociones que la razón para hacer creer que es real, no importando si se puede comprobar o no. A esto se le ha llamado posverdad.

La posverdad implica las noticias falsas (fake news), lo cual consiste en que la información rigurosa y la mentira conviven en el mismo espacio. El objetivo es enfangar, dificultar las diferencias e introducir una visión cínica de las cosas, para promover la desinformación. Así se ha vuelto común la tendencia de mentir de forma sistemática. El entorno social está impregnado de “mentiras blancas”, las cuales enuncian algo que en sí no es falso, pero que deja de lado una parte de la verdad. Esto es muy común en las redes sociales, cuando los participantes construyen una imagen de su persona que no corresponde con la realidad, sino que solo refleja cómo quieren ser vistos, para ello se deben ocultar sus aspectos desagradables o negativos. Esta forma de presentar información se considera aceptable en lo social, se elogian como astucia o medio para un supuesto bien mayor; esto es, la pretendida buena fama del usuario.

Las afirmaciones que son fake news también pueden ser en el fondo “mentiras negras”, como las que se enuncian, sabiendo que es falso con el fin de crear la narrativa social o grupal para manipulación de las personas. Esta forma de encarar la comunicación, a la larga, aniquila la confianza del tejido social. En este entorno se ha vuelto común la calumnia. La calumnia es una declaración poderosa que alimenta al morbo y la maldad intrínseca de los seres humanos, es capaz de convertir a cualquiera en culpable de un hecho que jamás cometió, es una construcción diabólica que adquiere vida propia. Quien llega a creer en ella es casi imposible de que cambie su percepción. Esto se debe a que el escándalo lo mueve todo. Para que una información logre la propagación deseada debe ser estridente, si desprestigia o acusa a alguien y es escandalosa tiene más probabilidades de triunfar. Escándalo es el dicho o hecho que causa gran asombro en alguien por considerarlo contrario a la moral o a las convenciones sociales. No importa la verdad sino los likes o seguidores que logre. Al acusar a alguien se desata una violencia poderosa en su contra. Cuando esto ocurre, el mal está hecho, contamina el ambiente moral y se disemina el virus. En nuestro entorno cultural es más importante una noticia dañina ofensiva que hacer un bien. Ante una acusación es muy difícil defenderse. Se dice que la calumnia es un monstruo que camina solo. 

La gente no cree en nada, por eso le es más fácil creer en las supuestas verdades que enuncian escándalos. Las noticias falsas se propagan seis veces más rápido que las verdaderas (ver el documental: “El dilema de las redes sociales”). El sistema privilegia las noticias falsas porque son más rentables para las compañías que las difunden, gracias al clickbait o gancho publicitario. Sin embargo, las noticias falsas son como la comida basura, sacian al minuto, sobre estimulan las neuronas, pero son calorías vacías; lo peor es que a los pocos minutos el consumidor quiere más. Resulta que la verdad es aburrida pero las noticias falsas están erosionando el tejido social. Estamos dejando de confiar el uno en el otro y han aparecido muchos odiadores conocidos como haters, por el término en inglés, que lanzan expresiones venenosas a diestra y siniestra. Frente a esto nos cuestionamos sobre el carácter que debemos mostrar los cristianos, los seguidores del Dios que guarda el pacto y cumple sus promesas, que se fundamenta en la verdad de sus dichos.

Daños morales irreparables

Las noticias falsas o la manipulación de los datos están provocando graves daños en las personas que llegan a ser el blanco de intenciones perversas, al ser denostadas o desacreditadas en su identidad o su dignidad personal. Los individuos llegan a ser objeto de hostigamiento, humillación por exhibición de lo privado o ataques verbales virulentos a su integridad, esto se debe a que los hablantes o escribientes piensan que les asiste el derecho de decir lo que sienten o piensan.

Un buen ejemplo de cómo se puede destruir la reputación, el estado emocional y las relaciones de una persona lo vemos en “La cacería” (Película danesa del director Thomas Vinterberg, 2012). Presenta la historia de Lucas, un docente que trabaja de manera temporal como asistente en un jardín de infantes. Se trata de un hombre solitario, pero muy querido en la pequeña comunidad en la que habita. Se ha divorciado hace poco, tiene un hijo adolescente que lo idolatra, y su única afición que sale un poco de lo común es participar en temporadas de caza. Las otras docentes y hasta los niños se rinden ante el atractivo y la discreta seducción de Lucas, empieza un noviazgo que parece hacerle muy bien. Hasta que su mundo se derrumba por completo. Una pequeña y encantadora niña de su salón se siente traicionada por el protagonista y asegura que él se ha propasado. No es difícil entender por qué la directora de la escuela, la familia de la chica y el pueblo en general le creerán a la “víctima” e iniciarán una cruzada efecto “bola de nieve” contra el “victimario”. La gente le será hostil de formas diferentes, para ellos es culpable, están dispuestos a deshacerse de él, la policía le lleva detenido, pareciera el final de este buen hombre, pero lo salva el hecho de que las narraciones de los niños no coinciden con la realidad, pues afirman que los acosos ocurrieron en el sótano de su casa. La casa de Lucas no tiene sótano. Todo era una fantasía, no tan inocente, de una niña, que se extendió por efecto psicológico en otros infantes. Al final se reconoce su inocencia; sin embargo, tendrá que vivir con la carga de miradas acusadoras, solo su carácter le mantendrá de pie. La gran lección es que: «¡En la era de la posverdad, cualquiera puede ser la siguiente víctima!» —Susan Crowley.

De forma lamentable, todos llegamos a ser cómplices del mal, podemos estar entre los que linchan, pero también entre los que son linchados. La posverdad es una distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con fin de influir en la opinión pública y en las emociones sociales.

Factores que la favorecen

Algunos pensadores ven el origen de esto en la idea de que el fin justifica los medios, se deja de lado el reconocimiento del valor intrínseco de las personas y se sobrepasan los límites del respeto del honor y la dignidad del otro al perseguir supuestas ganancias convencionales. En buena medida, esta condición funciona por la pereza mental de muchos de nosotros para evitar pensar o indagar si las declaraciones corresponden con la realidad. A lo que encaja con lo que pensamos o deseamos oponemos menos resistencia.

El manejo convencional de los datos para conformar una narrativa lleva a la crisis de la verdad. La exigencia intrínseca de que las declaraciones que hacemos correspondan con los hechos perdió relevancia y pareciera que lo importante es solo la construcción de la imagen. Desafortunadamente este criterio impacta, no siempre de forma evidente, pero sí de manera profunda, en una crisis de carácter. Lo que se está estableciendo como criterio dominante en el esquema de relaciones es la hipocresía moral o simulación. Si nos movemos con el postulado de que lo que cuenta es la opinión personal y no el hecho concreto, entonces, estaremos en un mundo de percepciones, no de actos y datos precisos. Las percepciones son subjetivas, efímeras y muy susceptibles de error.

Si dejamos de lado la necesidad de la verdad seremos presa de la manipulación en diferentes ámbitos: políticos, económicos, de relaciones, culturales e incluso religiosos. Personas sin escrúpulos engañan a muchos ingenuos, les venden la idea de un futuro mejor, pero en realidad les arrebatan su inocencia y su libertad. Por la falta de exigencia de la verdad de los mensajes, la gente termina siendo objeto de estafas y fraudes. Otros son lastimados en su honorabilidad al confiar en personas que aparentan querer el bien, pero son fabricantes de ilusiones.

La perspectiva paulina

El apóstol Pablo muestra la integridad de sus propósitos y sobre el contenido de su mensaje: Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios (2 Corintios 4:2). 

Pablo se opone a los sofistas. Los sofistas eran pensadores que, desde el siglo quinto antes de Cristo, se dedicaban a enseñar principalmente retórica, o sea el arte de hablar bien, y de la erística, o arte de persuadir y convencer. Su objetivo era darles la formación necesaria a los jóvenes, para que fuesen los líderes de la política. Los sofistas no creían en el ideal de la verdad absoluta, más bien, priorizaban el concepto de utilidad, enseñando que la principal virtud que se debía buscar era la capacidad de ser eficaz ante las masas.

Para el sofismo, toda moral y cultura proviene del hombre. Esta postura los llevó a romper con el pensamiento tradicional y desarrollaron el escepticismo y relativismo subjetivo. Creían en el carácter funcional del lenguaje y en que no existe un conocimiento válido y necesario, y esta forma de pensar los convirtió en los primeros en incursionar en una teoría del conocimiento. Fueron hábiles para manipular a las personas. Si contamos con la habilidad de seducir y engañar, podemos lograr que la gente haga lo que pretendemos, pero las intenciones egoístas, de tomar a los demás como cosas para nuestros fines no es aceptable a los ojos de Dios, ya que su esencia es la verdad (emet).

Andemos en la verdad 

Hoy, más que nunca, somos llamados a andar en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Juan 4). Andar en la verdad es actuar de forma confiable, es responder a Cristo de forma adecuada y es mantener la rectitud del habla, motivación y acción. Resistamos la ligereza de la posverdad para marcar la diferencia.

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Ministerios de alabanza que edifican

Ministerios de alabanza que edifican

Min. Hugo Toto Cajal

En los momentos más importantes de renovación y de despertar espiritual de la historia del pueblo de Israel la música jugó un papel sumamente importante (2 Crónicas 5:12-14; Nehemías 12:27-47). Las majestuosas escenas que nos describen estos relatos nos enseñan que los líderes ponían todo su esmero para organizar las celebraciones de gratitud a Dios. De la misma manera nos muestran el beneplácito del Señor aprobando con su presencia la sincera entrega de su pueblo en la adoración. 

La música es para Dios

El hombre descubre la música en la naturaleza creada por Dios, lo hace a través de su voz y en los sonidos que lo acompañan cada día; llevando su curiosidad e inteligencia a la invención de diversos instrumentos musicales, en un principio rudimentarios, de hueso, piedra, piel, palos, y más especializados y sofisticados con el tiempo (Génesis 4:21).

En la Palabra los instrumentos musicales y el canto fueron utilizados para la celebración de las victorias de Dios (Éxodo 15), así como un medio para enseñarlas y perpetuarlas en el corazón y la memoria de su pueblo (Deuteronomio 31:30; 32). 

Pero es en la monarquía, la época de oro de Israel, cuando la música aparece como un importante elemento del culto antiguo. Fue el rey David (músico, cantor, compositor y lutier1) el gran legislador de lo musical en la liturgia. Elevó el servicio de la música a rango institucional.

Un ministerio por orden de Dios

Estos fueron los cantores que David nombró para el templo del SEÑOR, desde que se colocó allí el arca […] luego continuaron su ministerio según las normas establecidas (1 Crónicas 6:31-32, NVI). Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, los cuales profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos, hombres idóneos para la obra de su ministerio (1 Crónicas 25:1, NVI).

Con seguridad la palabra ministerio, en estos pasajes, solo se usa como el verbo que refiere la labor que realizaban músicos y cantantes, sin indicar algún tipo de jerarquía eclesiástica.

Pero es muy sugerente que quienes eran designados para la liturgia del canto debían cumplir los mismos requisitos que los sacerdotes: pertenecer a la tribu de Levi y estar consagrados a servir en la casa de Dios exclusivamente, además de tener la misma pureza (Nehemías 12:8; 12:45-46; 2 Crónicas 29:34). La música y la ministración (el servicio) de ella, dentro de los rituales y celebraciones, era considerada algo sagrado.

Entendieron que la institución del ministerio musical por órdenes de David había sido en realidad una orden de Dios: Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas (2 Crónicas 29: 25).

Un ministerio del Espíritu de Dios 

En la actualidad definimos “ministerio” como el servicio que un creyente, o un grupo de creyentes, realiza de acuerdo con el llamado particular que Dios le ha hecho y de acuerdo con sus dones espirituales. Cuando alguien pone al servicio de los demás sus dones, se dice que está ejerciendo un ministerio.

Aunque muchas veces no se enliste a la música (ni al canto) como un don espiritual, por considerarse una habilidad que se aprende o un talento natural que se desarrolla, debemos recordar que todas las capacidades y habilidades humanas han sido dadas por el Creador. Y este poderoso arte, siendo el lenguaje universal que todos entienden y el que más mueve los corazones, no podría venir de nadie más que de Dios, porque todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre (Santiago 1:17, NTV).

Además, recordemos que a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho (1 Corintios 12:7), sin olvidar que, no obstante, existan diversos dones, diversas maneras de servir y diversas funciones, Dios mismo es quien obra a través de sus instrumentos (1 Corintios 12:6).

Ministros de la gracia de Dios 

Ahora bien, los verdaderos instrumentos que Dios utiliza para edificar a su iglesia no son los musicales (la voz es considerado uno más), sino las personas que los ejecutan. 

Un músico no es portador de la gracia de Dios por su habilidad artística, sino por su integridad de vida. En los íntegros es hermosa la alabanza, dice el Salmo 33:1.

Cuando un creyente consagrado tiene el llamado de Dios para dirigir la adoración de su pueblo, está en la posibilidad de convertirse en un dispensador eficaz de la divina gracia (1 Pedro 4:10). 

Por lo tanto, necesitamos personas que no solo están preparadas en las técnicas vocales o musicales, sino también que se hayan ejercitado en el discernimiento de la voluntad de Dios al conducir al pueblo hacia el encuentro con Él. Que no solo sean benefactores de la gracia divina, sino también herramientas en las manos de Dios para transmitirla a los demás. 

Esa es la clave para tener cultos inspiradores, esos cultos que a todos bendicen. Momentos inolvidables en los que Dios se goza en la alabanza de su pueblo, y este experimenta su cercanía, dando como resultado la transformación de su vida.

Ministerios en los que Dios se manifiesta 

Tengamos en cuenta que el culto, al estar compuesto por varios elementos, debe ser planeado por un equipo que incluya al director o directores de la alabanza, a los músicos, a personal de oración y de servicio, y desde luego, al predicador. Todos, en una sincera búsqueda de la dirección de Dios, trazando juntos la ruta para el desarrollo de una liturgia donde el Señor se manifieste. Qué sea Él el verdadero, el único protagonista. Respecto a la importancia de la liturgia en la iglesia cristiana les recomiendo el artículo Liturgia y Misionología de la serie La Iglesia que Dios utiliza en la Revista para Pastores y Líderes, trimestre enero-marzo 2022 (pág. 13).

Consideraciones generales 

El talento del canto, como cualquier otro talento, es dado por Dios y tiene el propósito de convertirse en una obra primorosa, es decir, algo que resulte bello, algo que sea hecho con habilidad y sea presentado con delicadeza. Los cantantes solistas sin duda tienen un lugar en la edificación de la iglesia y en la proclamación del mensaje de Dios a otras personas. 

Los ministerios de alabanza, los músicos y las voces de un ministerio de alabanza debemos de asumir que nuestra principal función es la de acompañar y guiar el canto de la congregación. De tal manera que sea la congregación la verdadera protagonista de la alabanza hacia a Dios, mientras que el ministerio de alabanza la acompaña.

Dos extremos riesgosos en la alabanza 

Uno puede ser la tendencia a manipular las emociones de los presentes por medio de la música y de los cantos. Si esa manipulación tuviese resultados, estos no se pueden atribuir a Dios. Tampoco es hacer alarde de virtuosismo en el canto o en la ejecución de los instrumentos, buscando solo el asombro y la admiración de los presentes. 

El otro extremo pueden ser las iglesias cuyos cultos caen en una mal entendida solemnidad, y la “adoración” se vuelve tan fría, superficial y controlada, que todo resulta monótono, predecible y vacío. Esto puede ser peor cuando no existe la cultura de la preparación musical, o donde están convencidos de que el aspecto musical no tiene ninguna importancia.

El sabio punto medio es desarrollar ministerios compuestos por adoradores sinceros, entregados con seriedad al Señor, que sepan y estén consientes de cómo sus dones, talentos y habilidades deben ser usados por Él para la bendición de su pueblo. 

Recomendaciones para conformar ministerios que bendicen:

• Buscar, despertar e invertir en vocaciones ministeriales en el terreno de la alabanza.

• Enseñar periódicamente y a todos los niveles sobre el verdadero sentido de la adoración. 

• Promover la consagración a Dios de nuestros dones y talentos, para que los ministerios y sus miembros sean portadores de la gracia de divina.

• Que los músicos, voces y directores, terminen satisfactoriamente el proceso de discipulado diseñado por nuestra iglesia, como requisito indispensable de una mínima formación bíblico espiritual.

• Hacer equipo con todos los participantes en la liturgia para trabajar en equilibrio, coordinación y comunión.

• Proveer los recursos materiales, técnicos y de capacitación para que los miembros de los ministerios puedan desarrollar su función adecuadamente.

Aunque Dios no tiene límites, ni está confinado a un solo lugar, Él se hace presente en la Iglesia, cuando esta le expresa su alabanza y adoración desde un corazón dispuesto: Tú empero eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel Salmo 22:3 (Mateo 18:20; Hebreos 13:15). Dios se manifiesta y es glorificado cuando una iglesia está unida y todos los ministerios y sus integrantes sirven en coordinación y armonía porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna (Salmo 133:3b). Hagamos todo lo necesario para hacer de esto una realidad en nuestra Iglesia Local.

Por tanto, al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén (1 Timoteo 1:17).

Referencia

1 Persona que construye o repara instrumentos musicales de cuerda. https://dle.rae.es/lutier

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¡Que nadie se pierda!

¡Que nadie se pierda!

Min. Neftalí Domínguez Vicencio

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Compasión y con pasión. Una iglesia que tenga compasión por las almas, es la clave para que su crecimiento e impacto en la sociedad. La compasión es más que empatía o pena, más que un sentimiento; es movimiento, acción, es sentir dolor por aquellos que van sin rumbo y dirección, sentir pesar por aquellos que viven muertos en sus delitos y pecados, e ir por ellos y rescatarlos del lodo cenagoso.

La compasión fue clave en el ministerio de Jesús; Él veía a las multitudes y tenía compasión de ellas porque la gente estaba angustiada y abatida como ovejas que no tienen pastor (Mateo 9:36). Es importante determinar que siempre que Jesús tiene compasión, hay acción; no puede haber compasión sin acción. Cuando Jesús tiene compasión atiende a los enfermos (Mateo 14:14). En otra ocasión que el Maestro tuvo compasión de las multitudes que le seguían, les dio de comer (Mateo 15:32,37). En otro momento, cuando tuvo compasión de la multitud, Jesús tomó tiempo para enseñarles muchas cosas. La compasión de Jesús lo lleva a actuar, a responder ante las necesidades de los demás, su compasión le hace alimentar al hambriento, sanar al enfermo, enseñar el camino a los que van sin destino. Jesús hizo todo esto con pasión y compasión, para que las multitudes pudieran entrar a la cena, al banquete, a la fiesta.

Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios (Lucas 14:15). Es muy probable que este hombre tuviera la idea popular de que solo los judíos serían los invitados al banquete celestial, posiblemente pensaba para sí: soy bienaventurado porque cenaré en el reino de Dios. Una actitud elitista que no piensa en los demás, y menos en los pobres, los cojos, los mancos y los ciegos; una postura contraria a la compasión de Jesús. Cuando la Iglesia asuma la postura de Jesús cumplirá su misión y alcanzará a multitudes para gloria de Dios. La iglesia precisa ser vitaminada con la compasión de Jesús y su pasión por las multitudes.

Entonces Jesús le dijo: un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos (Lucas 14:16). Este hombre hizo todos los preparativos: organizó la agenda, preparó el sonido, puso manteles blancos sobre la mesa, escogió el menú para satisfacer a todos los paladares, adornó el salón decorando con bellas y hermosas flores, contrató maestresalas para que atendieran a los invitados en las mesas. No podían faltar los deliciosos postres. Envió con anticipación las invitaciones a todos los convidados dándoles todos los detalles de fecha y hora de la reunión. Nadie rechazó la invitación porque es notorio que el hombre esperaba con los brazos abiertos a todos los invitados.

Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado (Lucas 14:17). La hora ha llegado, los instrumentos han sido afinados, las mesas están listas, la comida en su punto para ser servida, el sonido ecualizado, las puertas se han abierto. El siervo está pregonando: Venid, que ya todo está preparado. Como siervos del Señor nuestra misión sigue siendo proclamar y anunciar las buenas nuevas: liberar al cautivo, llevar luz al ciego, sanar el corazón que sufre, dar pan al hambriento y agua al sediento.

Este pregonero fue y anunció por todo el pueblo, y nadie acudió al llamado. Él cumplió su encomienda. Nosotros, cumplamos hoy lo que nos toca hacer, seamos una iglesia kerigmática (proclamadora), y aunque muchos pongan excusas, nuestra tarea es pregonar, proclamar, anunciar, predicar a Jesucristo vivo hasta los confines de la tierra. Y el Señor añadirá cada día a esta iglesia a los que han de ser salvos (Hechos 2:47). La misión que nos dejó el Maestro fue: discipulen las naciones.

Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir (Lucas 14:18-20). Los invitados no llegaron. Una interpretación de estos versículos es que los judíos no quisieron entrar a cenar con Jesús, pusieron mil y una excusas para no reconocer la autoridad del Hijo de Dios. Lo preocupante es que muchos cristianos también rehúsan entrar a la cena con el Señor poniendo excusas. Podemos clasificarlas de la siguiente manera:

Posesiones: El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. El mundo capitalista y consumista en el que vivimos nos pone esta trampa para no entrar a la cena. El ser humano vive afligido por acumular bienes materiales. El consumismo nos hace estar tras la novedad.

Trabajo: Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. El trabajo en su lugar correcto es una bendición, pero cuando vives para trabajar y no trabajas para vivir, entonces el trabajo puede ser una excusa más para no entrar y disfrutar cenar con el Rey. La mayoría de personas se la pasan más tiempo en el trabajo que disfrutando con su familia. Otros se la pasan más tiempo trabajando que sirviendo al Rey. 

Proyectos personales: Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. En el mundo individualista en el que vivimos, cada quien está enfocado en sus logros, sus sueños y metas, cada quien tiene su proyecto personal, su plan de vida. El humanismo nos da la idea de que el ser humano es el centro del universo, y la verdad es que Jesús es el Rey del universo. Abraham Kuyper, primer ministro en los Países Bajos, a principios del siglo XX, periodista y teólogo dijo: «No hay ni un solo centímetro cuadrado en el universo sobre el que el Rey Jesús no reclame su Señorío.»

Todas estas excusas se usan muchas veces para no entrar a la cena, y también se usan para no ir pregonando por las calles y pueblos: que todavía hay lugar en la casa del Rey. ¿Cómo vamos alcanzar a los perdidos cuando nosotros nos estamos negando para entrar a la mesa del Rey?

Este es tu momento; o entras a la fiesta o van a invitar a otro. No dejes que otro tome tu lugar. Lo único que tienes en este mundo es la vida y el que te la dio te está llamando. 

Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos (Lucas 14:21). En el versículo 17 vimos cómo el siervo sale a pregonar a los invitados: Venid que ya todo está preparado. Ahora, en el verso 21, el siervo es enviado a seguir pregonando con un sentido de urgencia: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad. La iglesia que quiere crecer debe responder al llamado urgente del Maestro y debe salir de los templos a las plazas y a las calles, porque es allí donde necesita ser sal, es allí donde se necesita la luz, es allí donde están los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 

Los pobres: son aquellos que no pueden pagar una gran cena, no podrían comprar el boleto de entrada a tan suculento banquete.

Los mancos: representan a los enfermos, a los necesitados y muchas veces desamparados, los que han gastado todo en su recuperación y siguen enfermos.

Los cojos: son aquellos que no pueden dar un paso más, a quienes la vida los ha lastimado tanto que ya no quieren seguir, aquellos que su corazón y su mente se ha paralizado y están a punto de claudicar, aquellos que no encuentran una razón para vivir.

Los ciegos: aquellos que viendo no ven, están cegados por el pecado, no encuentran una salida; su ceguera, como con los caminantes de Emaús, no les permite ver a Jesús.

Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar (Lucas 14:22). Es impresionante como el siervo hace lo que su Señor le manda, no se cansa de obedecerle, él sigue pregonando, sigue invitando, obedece a su Kyrios (gr. Κύριος = Señor). Si todos los miembros de la Iglesia fuéramos como este siervo, sin duda la Iglesia crecería a pasos agigantados. Dios nos permita obedecer, trabajar, pregonar y predicar, de tal modo que cuando el Señor nos llame a cuentas le podamos responder: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. En la casa de Dios hay lugar para todos, todavía hay lugar. Tenemos que seguir proclamando porque sigue habiendo lugar para muchos y el Señor quiere casa llena. Sigamos invitando, compartiendo, anunciando que el tiempo ha llegado, que el Padre sigue esperando con los brazos abiertos, que la salvación ha venido.

Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa (Lucas 14:23). Una vez más el Señor sigue enviando al siervo. Ya había ido por las calles y por las plazas de la ciudad, ahora lo envía por los caminos y los vallados; es decir, lo envía a todos lados, a todo lugar, a todo el pueblo. El corazón del Señor late: que nadie se pierda… que nadie se pierda… que nadie se pierda el banquete.

Sigamos cumpliendo la Misión. No nos cansemos de ir por las calles, las plazas, los caminos, los vallados. Vayamos a todo lugar, que nadie se pierda. Vayamos a lo más recóndito de nuestras ciudades, de nuestros pueblos, de nuestras colonias. Vayamos con el que sufre, con el que llora, con el que está de luto, con los matrimonios que están a punto de colapsar, con los huérfanos, con las viudas, con los que han perdido toda esperanza, con los que no quieren seguir más en esta vida, con los cansados; en suma, vayamos por todos los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 

Y fuérzalos a entrar: fuérzalos no debe entenderse como tener que obligarlos, o traerlos a la fuerza, más bien el sentido es persuádelos, invítalos, anímalos, tráelos una y otra vez, insísteles, no te canses de hablarles, no te canses de orar por ellos, no te rindas, háblales, recuérdales, sigue pregonando. 

Cumple la Misión, no pongas excusas vanas y triviales, que vuestro corazón lata fuerte como late el corazón de Jesús. ¡Que nadie se pierda! ¡Que la casa esté llena! Sigamos como iglesia extendiendo el reino de Dios hasta los confines de la tierra.

Referencias

La Santa Biblia (2000). Corea: Sociedades Bíblicas Unidas (Versión Reina-Valera 1960).

Biblia de Estudio MacArthur

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¡No olvidemos a los niños!

Una doctrina que sana

Hna. Elemy Eunice Espinoza Ramírez

Visibilizar a la niñez y abrir espacios de diálogo para conocer sus inquietudes y necesidades es una acción reciente que ha cobrado mayor fuerza en el ámbito social, religioso, económico, educativo, ecológico y político a partir de la pandemia de coronavirus por COVID-19, y es que de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) esta crisis sanitaria y socioeconómica representa después de la Segunda Guerra Mundial uno de los mayores desafíos que ha enfrentado la humanidad. 

Esta situación ha dado pie para que diferentes organizaciones asignen espacios en sus agendas y comiencen a dialogar sobre la niñez y su relación con: la salud mental, la educación, los derechos humanos, la migración, la violencia, la ecología, la espiritualidad, la tecnología, entre otros temas que se derivan de la crisis global que nos aqueja.

Por tanto, pareciera ser que antes de la crisis sanitaria la niñez no figuraba como prioridad en la agenda de la mayoría de países, como es el caso de México. De ahí que vale la pena realizar un recorrido sobre el concepto de infancia a lo largo de la historia para asumir como iglesia una actitud proactiva en favor de ellas y ellos, tal como lo hizo Jesús. 

¿Siempre existieron las niñas y los niños?

En una investigación que realizó Jacqueline Benavides-Delgado en 2015 describe tres momentos trascendentales en la historia referentes al concepto de infancia. A continuación, se mencionan:

a) La antigua Grecia: La definición de infancia deriva de dos vertientes, los espartanos y los atenienses. Para los espartanos la rigidez y la crueldad eran la base para formar el carácter del niño. Así que a partir de los 7 años se le separaba de su familia y el Estado asumía su cuidado el cual se basaba en una educación militar, el resto de su formación como la lectura y la música giraba en torno a la batalla, incluso las niñas recibían una educación similar.

Para los atenienses los niños disfrutaban de más tiempo en familia ya que hasta los 18 años el padre se encargaba de buscar la mejor educación basada en la música, las artes, la filosofía y las humanidades. Debido a que en Atenas las familias no eran muy numerosas el padre decidía si se quedaba con el bebé, así que el aborto y la exposición eran prácticas comunes.

b) Edad Media: En esta época el sacrificio de los niños como ofrendas para los dioses era una práctica muy común, así que con el surgimiento del cristianismo las prácticas de infanticidio disminuyeron. Otro aspecto que introdujo el cristianismo fue la importancia que tiene la familia como principal proveedora para atender las necesidades educativas y de cuidado de los infantes, de ahí que se comenzó a fortalecer la idea de que los hijos son un regalo de Dios, por tanto, los padres se convirtieron en sus cuidadores, sin derecho (los niños) a disponer de su vida.

Esta época fue difícil para la infancia debido a las guerras, la pobreza, las pestes o las enfermedades, ya que niñas y niños tenían que dejar sus hogares para trabajar con los señores feudales, los nobles o en los monasterios, así que los niños no tenían otra opción más que entrar al mundo de los adultos.

c) Renacimiento y Modernidad: Los diferentes descubrimientos científicos permitieron la constitución de una nueva clase social, la burguesía. Esto favoreció un mejor estatus para la infancia ya que la maternidad y paternidad cobraron mayor relevancia debido a que la familia comenzó a ser la institución principal para la sociedad.

A partir del siglo XVIII se introducen las primeras pautas referentes a la protección infantil, siendo la figura materna la principal cuidadora y promotora de la educación. Aunque cabe mencionar que se miraba a la infancia como una inversión a largo plazo, los niños serían los próximos herederos de las riquezas y las niñas las futuras madres que preservarían el linaje.

Un punto importante es que diferentes pensadores comenzaron a mirar a la niñez como personas independientes de los adultos y con necesidades físicas, mentales y psicosexuales específicas.

¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos!

Han transcurrido más de 2,000 años desde que Jesús miró a la niñez con amor, ternura y cuidado, y ¿qué ha sucedido desde entonces?, ¿por qué la niñez continúa siendo explotada, violentada, maltratada e invisibilizada? 

Una de las declaraciones que tiene la Iglesia de Dios (7° día) en México es sobre el Maltrato a menores, y en el apartado “La Biblia y los derechos de los niños” se menciona lo siguiente: El niño tiene derecho a ser cuidado (1 Timoteo 5:8).

Este derecho es un llamado para aquellos adultos que se apacientan a sí mismos, y con sus acciones lastiman y vulneran a la niñez, dejándola a merced de las fieras salvajes. Y es que en ocasiones los adultos se centran tanto en sus dificultades que olvidan que las niñas y los niños también enfrentan problemáticas complicadas, que requieren de cristianos que garanticen la participación y protección de la niñez en las comunidades de fe desde un enfoque tierno, incluyente, acogedor y con la disposición de realizar los cambios necesarios para asegurar que el pequeño rebaño no pase frío, hambre y sed.

Al mismo tiempo, es un llamado para valorar con detenimiento aquellos modelos de enseñanza y acompañamiento pastoral, basados en el temor que, en algún momento de la historia del ser iglesia, se preservaron por considerar que el Evangelio requería ser compartido con dureza, dejando de lado acciones fundamentales, como el amor, el afecto, el cariño, el respeto, el cuidado y la ternura.

Ustedes son mis ovejas, las ovejas de mi prado

En los tres momentos de la historia donde se refiere el concepto de infancia se puede advertir que hoy día continúan replicándose algunos principios que lastiman a las niñas y a los niños. Por ejemplo, los niños espartanos eran expuestos al crudo invierno sin protección ni cuidado; y aunque hoy día no se expone a los niños así, hay familias que educan con rigor y desde temprana edad someten a sus hijos a situaciones que detonan estrés, temor, culpa, inseguridad, miedo, tristeza, etcétera.

Incluso, hay comunidades de fe que con la pandemia dieron un paso atrás y regresaron al reforzamiento de acciones adultocéntricas, e ideas sobre la niñez como en la Edad Media donde se creía que los niños eran adultos. Así que, ahora que paulatinamente retoman sus actividades presenciales, han optado por despojar a la niñez de la belleza de crecer en “verdes pastos” y la posibilidad de tener un encuentro con Jesús desde el juego, el descubrimiento, el asombro y la pregunta.

Ante tales casos y otros más que vulneran a la niñez, el Señor omnipotente dice: ¿No les basta con comerse los mejores pastos, sino que tienen también que pisotear lo que queda? ¿No les basta con beber agua limpia, sino que tienen que enturbiar el resto con sus patas? Por eso mis ovejas tienen ahora que comerse el pasto que ustedes han pisoteado, y beberse el agua que ustedes han enturbiado (Ezequiel 34:18, NVI). Así que es de vital importancia recordar que a partir de la niñez y con la niñez, como adultos podemos hablar con Dios y seguir los pasos de Jesús como discípulos bondadosos y amorosos porque la niñez es la más bella metáfora de representación del Reino de Dios.

Concretamente, una comunidad de fe que tiene siempre presente a la niñez realiza lo siguiente y mucho más: 

1. Se moviliza, compromete y relaciona con las niñas y los niños de su entorno inmediato, tanto en la iglesia como fuera de ella.

2. Acompaña y monitorea desde el amor a las niñas y los niños que van conociendo desde muy temprana edad (embarazo) las maravillas de la buena noticia de salvación.

3. Camina junto a la niña y el niño porque le interesa estar con esa persona.

4. Escucha, ve y hace lo posible para fortalecer espacios seguros y libres de violencia.

5. Se renueva constantemente para cobijar y orientar a la niñez que vive experiencias adversas. 

6. Sigue los pasos de Jesús porque promueve el cuidado y participación de la niñez con el fin de fortalecer relaciones basadas en la ternura y el respeto.

En conclusión, recordar a la niñez es una acción que requiere valentía porque moviliza a las comunidades de fe y familias a la renovación de aquellas prácticas e ideas que obstaculizan el fluir de las nuevas generaciones. Así que, ten presente que, aunque no coincidas con algunas ideas, puedes quedarte tranquilo y tranquila porque esas niñas y niños se quedarán para continuar compartiendo el mensaje del evangelio que es el amor, y si eliges abrir tu corazón descubrirás nuevas formas de vivir y ser cuerpo de Cristo en compañía de la niñez.

Bibliografía:

Benavides-Delgado, J. (2015). ¿Siempre existieron los niños? Una mirada retrospectiva al concepto de infancia y niñez a lo largo de la historia (Documento de docencia No. 2). Bogotá: Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia: http://dx.doi.org/10.16925/greylit.1371

Iglesia de Dios (7° día). Declaración de actualidad sobre el Maltrato a menores. Recuperado de https://www.iglesia7d.org.mx/declaraciones-de-actualidad/

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). COVID-19: la pandemia. La humanidad necesita liderazgo y solidaridad para vencer al coronavirus. Disponible en https://www1.undp.org/content/undp/es/home/coronavirus.html 

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Cambio de planes

Cambio de planes

Ilse Annet Castillo Castillo

El 2020 ha concluido y, sin lugar a duda, fue un año atípico para todos nosotros, nadie iba a creer que pasaríamos todo un año en confinamiento, con medidas extremas de distanciamiento físico y aislamiento social, un año en el que la economía se vería afectada con el cierre de comercios, la educación paso de ser presencial a ser totalmente en línea, los templos cerraron y las reuniones fueron canceladas. Palabras como “Zoom”, “Meets”, “Teams”, “Classroom” y otras, ahora forman parte de nuestro vocabulario y de nuestra vida, definitivamente todo cambio.

El cambio es una constante, algo inherente a nuestras vidas y todos los días está sucediendo, los cambios pueden ser elegidos o no, sin embargo, el adaptarnos a ellos siempre requerirá de un esfuerzo de nuestra parte; esto dependerá de las circunstancias externas, los recursos de los que disponemos para enfrentarlos y los apoyos con los que contamos para el proceso de adaptación.

En los últimos meses hemos escuchado mucho la palabra de cambio, todos hablan de ello: cambio en nuestros hábitos, cambio en la forma de hacer las cosas, cambio aquí y cambio allá. Pero ¿qué es en sí el cambio?

Para algunos es una transición de una situación diferente o pasar de un estado a otro, algunos más consideran el cambio como la oportunidad de actuar de manera diferente para tener resultados distintos entendiendo que no se puede ser mejor si se continúa haciendo siempre lo mismo. De una o de otra forma el cambio nos permite abrir oportunidades.

Nos guste o no, nuestra vida está en un constante cambio, siempre está presente, y adaptarse a él conlleva un proceso de transformación personal y sobre todo abandonar nuestra zona de confort, esa zona en la cuál hemos alcanzado una comodidad y una estabilidad que nos impide seguir creciendo, esa zona que nos impide aprender y hacer cosas nuevas.

El peligro de la comodidad

Es común que en algún punto de nuestra vida encontremos una estabilidad y consideremos que tenemos el control de las situaciones que se nos presentan, empezamos a vivir en una rutina dónde nuestras actividades dejan de tener significado y solo las realizamos por inercia, nos olvidamos del verdadero motivo por el cuál las llevamos a cabo y pierden sentido ¡caemos en la comodidad!:

“Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy. Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto” (Deuteronomio 8:11-14, NTV).

En estas líneas nos advierten del cuidado que debemos tener al estar en abundancia, cuando hablamos de la comodidad sucede exactamente lo mismo, nos volvemos orgullosos y a veces ciegos ante la situación, hasta hace unos meses nos encontrábamos en un momento de prosperidad; teníamos planes, actividades, nos reuníamos para cumplir con un programa, la idea de utilizar los medios digitales para llevar nuestras actividades parecía algo lejano. Sin embargo, una pandemia nos llevó a la necesidad de cambiar y dejar nuestras comodidades, nos llevó a buscar nuevas alternativas y adoptar nuevos métodos, finalmente ¡nos adaptamos al cambio!

Sé protagonista,

sé agente de cambio

La pandemia provocada por el COVID-19 ha sido la protagonista, hizo que cada uno de nosotros adoptáramos nuevas prácticas en la familia, la escuela, el trabajo, la iglesia, la sociedad; tuvimos que salir de nuestra comodidad. Pero ¿te has puesto a pensar la razón por la cual hemos sido movidos?, Dios tiene algo preparado para nosotros y en la Biblia encontramos que siempre que Dios llama a una persona para ser usada, es invitada a salir de su comodidad:

• Noé fue llamado a construir un arca y dejar todo lo que estaba haciendo, invertir recursos para el proyecto que Dios le había asignado.

• Abraham fue llamado a salir de su tierra, dejar todas sus comodidades y encaminarse a una tierra desconocida.

• Los apóstoles debieron dejar sus oficios, comercios y demás por seguir a Jesús.

• El mismo Jesús, al venir a la tierra, dejó su lugar al lado del Padre por cumplir la misión.

Estos son ejemplos de cómo Dios nos mueve de nuestra comodidad para hacer cosas diferentes, el cambio no necesariamente se trata de hacer cosas nuevas, se trata de hacer aquello que no realizábamos por temor a salir de nuestra comodidad: “La historia no hace más que repetirse; ya todo se hizo antes. No hay nada realmente nuevo bajo el sol. A veces la gente dice: «¡Esto es algo nuevo!»; pero la verdad es que no lo es, nada es completamente nuevo” (Eclesiastés 1:9-10, NTV).

Es en este momento que estamos llamados a ser protagonistas de nuestra historia, a dejar la comodidad para enfocarnos en la oportunidad y no en la crisis.

El desafío

Debemos aceptar que el cambio ya sucedió y no estábamos preparados para ello, ese es uno de los primeros aprendizajes que podemos obtener de este año tan irregular que hemos vivido, fuimos capacitados y aprendimos con herramientas que en este momento ya son ineficientes, ahora es el momento en que debemos incorporar elementos nuevos que nos ayuden a cumplir con los objetivos de los diferentes aspectos de nuestra vida, necesitamos actualizar y vislumbrar nuevas oportunidades. La vida es una escuela y cada año que transcurre aprendemos algo, quizás este ha sido el año más difícil de cursar y la pregunta sería ¿Qué hemos aprendido de todo esto?

Nos encontramos en un periodo de transición hacia la llamada “nueva normalidad”, sin embargo, ya nada será igual, creer que las cosas y la vida que teníamos será la misma hasta antes de marzo del 2020 es aferrarnos a algo que ya no existe, algo que ya no regresará y es aquí donde debemos tomar la oportunidad de hacer las cosas diferentes.

Probablemente has escuchado esa frase que dice «las crisis sacan lo mejor y peor de uno», bien pues este es el momento para sacar lo mejor de nosotros, Dios nos está invitando a salir de nuestra zona de confort para innovar, crear y reinventarnos, nos llama a ser un agente de cambio y anunciar que en medio de esta crisis ¡Dios sigue estando presente!

En este punto ya te habrás preguntado ¿Qué puedo hacer yo para aportar a todo lo que está sucediendo?, tal vez no tengas una idea de cómo empezar, sin embargo, déjame decirte que cada uno de nosotros estamos capacitados para hacer grandes cosas, la palabra de Dios es clara cuando menciona: “No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios” (2 Corintios 3:5, NTV).

A lo largo de este año te habrás dado cuenta de ello y aunque no estábamos capacitados para afrontar esta situación, Dios nos dotó de la aptitud para hacer frente a la crisis, empezamos a ver hermanos que con esfuerzo y dedicación realizaban los cultos virtuales, promovían actividades que permitieron mantener el contacto con los hermanos y otros tantos realizando actividades que llevarán un mensaje de esperanza ante la situación, todo esto ha traído una nueva forma de hacer las cosas, sin embargo, esto no es suficiente. Todo sigue cambiando, y lo que hoy nos funciona mañana ya no tendrá efecto.

Hoy quiero invitarte a que tomes esta experiencia como una oportunidad para poner en práctica tus dones y habilidades, sea cual sea tu profesión u oficio, siempre habrá una forma de ser parte de ese cambio, los límites ya no existen.

Comparto contigo algunas ideas que puedes poner en práctica para ser parte del cambio, hoy la tecnología es un gran aliado para poder llevarlas a cabo y otras requerirán de un esfuerzo personal:

• Comparte tus conocimientos. Si eres bueno en algún tema puedes ayudar a otros en su aprendizaje.

• Aprende algo que ayude a los demás (primeros auxilios, lenguaje de señas, un nuevo idioma, entre otros).

• Crea retos que te inviten a compartir de Dios (menciona tres momentos del día en los que sentiste a Dios, siete alabanzas que te identifican, etc).

• Comparte experiencias de vida, tu testimonio puede ser de ayuda a otros.

• Crea contenido positivo y compártelo en tus redes sociales, deja volar tu imaginación.

• Sé compartido, dona un abrigo, una cobija, ropa en buen estado que ya no uses, alguien más puede necesitarlo.

• Si está en tus posibilidades puedes hacer donaciones a fundaciones y organismos que ayuden a poblaciones vulnerables.

• 2×1, compra algo para ti y el segundo compártelo.

Reflexión final

¿Cómo ha sido tu experiencia durante la pandemia?¿Qué has aprendido o qué nuevas habilidades has desarrollado?¿Cómo te gustaría que fuera el regreso? ¿Qué otras actividades puedes realizar para ser parte del cambio? …

Te invito a qué puedas compartir tu experiencia usando el hashtag #CambioDePlanes

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El Dios que se esconde: Los pobres como destinatarios de la misión.

El Dios que se esconde: Los pobres como destinatarios de la misión.

Min. Joel J. Pachuca Rosales

En México hay 1.2 millones de personas que poseen la gran mayoría de los bienes, riquezas, propiedades, un total acceso a los servicios básicos, movilidad y un sin fin de privilegios en este país, pero, la contracara es difícil de asimilar en cuanto a la pobreza.

El Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (CONEVAL), presentó el informe Política Social en el Contexto de la Pandemia por el Virus SARS-COV-2 (COVID-19) en México. El informe es desalentador, hasta 2018 el CONEVAL, tenía un estimado de 52.4 millones de mexicanos en pobreza (9.3 millones de ellos, en extrema pobreza). A partir de 2020, habrán ahora, 62.25 millones de mexicanos en pobreza, es decir, 10 millones de personas más.

Con base a los datos de densidad poblacional del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hasta 2019, en el país hay 125 millones de personas, esto quiere decir que, a partir de este año, la mitad del país está en pobreza»1.

Esta realidad nos desafía a recuperar como iglesia el lugar de los pobres como objeto central de la Misión.

La premisa referente a que los pobres son destinatarios primarios de la Misión no siempre es bien aceptada. A menudo, se escuchan posiciones de creyentes respecto a que los pobres lo son porque ellos mismos lo provocaron. Una supuesta pereza, el aparente disgusto por el trabajo, empleos mal remunerados por falta de preparación académica –la cual se dice que no se cuenta con ella debido a que cuando pudieron tenerla no se esforzaron–, son algunas de las razones que se dan para explicar el por qué de la pobreza (si bien, es posible que en algunos casos estas situaciones sean reales, no se pueden considerar como la generalidad). Por razones como tales, algunos creyentes opinan que la iglesia no debe ocuparse en responder a las necesidades de los pobres. Piensan que solos deben resolver su condición. Califican a los programas de apoyo que se les ofrecen, tanto eclesiales, gubernamentales o particulares, como asistencialistas o paternalistas. Ideas como las referidas, requieren ser orientadas.

¿Pobres?

Es necesario reflexionar respecto a lo que es y lo que produce la pobreza. De tal manera que, hablando de la Misión de la Iglesia, se comprenda porque el Señor llama a que los pobres sean sus receptores primarios.

En el lenguaje cristiano y teológico, el término «pobre» puede describir realidades muy diversas. En palabras de Jon Sobrino2, se trata de:

• Pobres, tal como de ellos se habla en los profetas y en los evangelios. Son aquellos para quienes el hecho básico de sobrevivir es una dura carga, para quienes dominar la vida a sus más elementales niveles de alimentación, salud, vivienda, es una ardua tarea y la tarea cotidiana que emprenden en medio de una radical incertidumbre, impotencia e inseguridad. Pobres son aquellos encorvados, doblegados, humillados por la vida misma, ignorados y despreciados por la sociedad. Son, en primer lugar, los socio-económicamente pobres, es decir, carecen de las necesidades fundamentales para todo ser humano: la vida, la fraternidad y el sustento.

• En segundo lugar, encontramos también la pobreza socio-cultural, que hace que la vida sea un verdadero suplicio. Existen la opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuentemente, por el mero hecho de tener la piel oscura, ser indígena, anciano o mujer, la dificultad de la vida se agrava. Hay algunos que viven pobreza socio-económica y socio-cultural, por lo que, son doblemente pobres.

• En tercer lugar, pobres son los empobrecidos por otros. No es mera carencia, no es mera dificultad de alcanzar lo necesario para la vida, es la dificultad de vivir causada por otros, la ignominia ocasionada por el egoísmo y ambición. Explotación, sueldos precarios no acordes al trabajo que se realiza, abusos, fraudes, despojos, son afrentas a la dignidad humana. Estructuras, mentalidades y sistemas que propician que los pobres sean mayorías.

Pobreza, en términos concretos entonces, se evidencia en: niños golpeados con la dura realidad de ser pobres antes de nacer, jóvenes frustrados en zonas rurales y suburbanas faltos de oportunidades, indígenas que viven en situaciones inhumanas, ancianos abandonados, campesinos sin tierra y sometidos a la explotación, obreros mal retribuidos, privados de sus derechos, marginados y hacinados urbanos frente a la ostentación de la riqueza, personas que han crecido en entornos de violencia y adicciones, o en ámbitos cuya idiosincrasia está permeada de abusos, desesperanza, desaliento, muerte.

Los pobres como destinatarios de la misión, entonces no son aquellos seres humanos: limitados, carentes y necesitados sin más. La pobreza respecto a la cual aquí hablamos es aquella que va en contra del proyecto de Dios cuya prioridad es la vida abundante para la humanidad en todos los ámbitos.

Dios, está con los pobres

En el Pentateuco encontramos muchas referencias a este interés de Dios por los pobres. El libro de Éxodo lo resume así: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto y he escuchado el clamor que le arrancan sus capataces; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para liberarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa” (Éxodo 3:7).

En los profetas, Dios llama «mi» pueblo a los oprimidos dentro de Israel. En los Salmos se dice: “Padre de huérfanos y viudas es Dios” (Salmo 68:5). Oseas dice: “En ti el huérfano encuentra compasión” (14:3). Dios es el redentor, el «Go’el» de Israel porque defiende al pobre.

Leonardo Boff afirma que: «Dios no sólo tiene interés en los pobres, sino que a través de ellos se muestra como Dios. El interés de Dios por los pobres se concretiza en el amor hacia ellos, en la justicia a favor del oprimido y en la ternura que se afecta por el sufrimiento causado a lo débil, pequeño e indefenso»3.

Cristo, está con los pobres.

En los Evangelios, Jesús anuncia la buena noticia del Reino de Dios a los pobres. Así lo afirma en las bienaventuranzas (Lucas 6), en el discurso inaugural en la sinagoga de Nazaret; y así lo defiende en las parábolas contra sus detractores.

Los pobres, no sólo entendidos como aquellos que tenían privación económica exclusivamente, sino todos aquellos privados de la dignidad humana: enfermos, pecadores, personas marginadas, relegadas, excluidas; las consideradas no-personas por su sociedad.

El interés por los pobres por parte de Jesús está en el comienzo de su ministerio: su misión consiste en anunciar la buena noticia del Reino de Dios a los pobres (Lucas 4:18-19). En Mateo, casi al final de su vida, pronuncia un discurso sobre la prioridad de los pobres en la Misión. Veamos la siguiente parábola contenida en dicho discurso:

Amar a los pobres: la parábola del Juicio a las Naciones

Esta parábola es una de las más relevantes del evangelio de Mateo (25:31-46). Lo es, pues resume de forma práctica e ilustrativa las enseñanzas de Jesús, el deseo de Dios. Trata del día final de la historia, de la palabra definitiva de Dios en ese final, que considerará lo más sencillo, lo más elemental, lo más pequeño, como primordial. El juicio será la confirmación de la vivencia del evangelio desde la fe, la esperanza y el amor.

La parábola presenta una síntesis de la auto-revelación de Dios en Jesucristo, en la historia: Dios en los pobres, Jesús identificado para siempre con ellos, presente en sus sufrimientos; pero, a veces, imperceptible para quien se ha distraído, escondido. En ese sentido, la iglesia es llamada a ir a donde Dios se esconde, al pobre.

El texto, aborda cuatro ideas teológicas esenciales que resumen lo que implica el Evangelio y el Reino de Dios:

1. La fraternidad como el sentido de la vida humana. La revelación de Dios nos muestra que fuimos creados por Él, entre otros propósitos, para ser hermanos. Por eso, la parábola manifiesta que sobre esa verdad se emitirá el juicio: la vivencia del amor hacia el otro, reconocido como hermano. No se puede ser ajeno a lo que sufre el otro, diciendo, es su problema. Eso no es evangelio. Por eso, en la parábola se presenta la siguiente idea: el dolor del otro, es dolor de su hermano. La carencia del otro, es carencia del hermano.

2. El amor, como acciones concretas y cotidianas, como forma de vida; sobre todo, hacia personas que enfrentan sufrimiento, carencia y privación de vida. El texto plantea que se juzgará si se amó o no al prójimo. Este amor, no es presentado en la parábola como una idea abstracta, un buen sentimiento, una palabra cariñosa. Se presenta la vivencia del amor en actos concretos: «dar de comer», «vestir», «visitar en la cárcel», «cubrir al desnudo». Amor o desamor hacia el otro necesitado, pobre, desprotegido, vulnerable, será la valoración en el juicio.

3. El otro, el hermano, presentado como quien que no cuenta con lo elemental para vivir, el pobre. Lo elemental para vivir, no se reduce a casa, alimento, vestido y comida; si bien lo implica, pero no lo es todo. Se puede tener incluso, pero de forma precaria, por debajo de lo humano, digno y elemental. Por eso la necesidad del otro no se reduce a la carencia de lo material. Involucra todas aquellas condiciones concretas, emocionales, biológicas, sociales, espirituales, intelectuales, materiales, que el otro requiere para una vida humana digna. El hermano, desde su integralidad, será ayudado. Esa es la demanda.

4. El amor a Dios evidenciado en amor al otro. La parábola no hace referencia respecto a que el juicio constatará la manera o compromiso con que se haya amado a Dios, lo que se haya realizado por Él. Es muy fuerte el texto. Comunica que lo relevante de la vivencia del Evangelio, desde el deseo de Dios, es lo que se haya realizado a favor del otro, del hermano. Juan, el apóstol, lo diría así: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:19-21, RV60).

¿Cuál es nuestra Misión como Iglesia si tenemos a los pobres como destinatarios?

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:35-36, RV60).

Este llamado al amor, si bien implica la dimensión individual, también abarca la colectiva. Nuestro prójimo no es sólo el hombre o la mujer individuales. Por su puesto que lo son, y requieren ayuda. El texto nos mueve a eso. Sin embargo, también es importante ver al ser humano en la colectividad. Las mayorías, los explotados, marginados, desprotegidos, oprimidos, son ese otro donde Jesús se esconde, Él está con ellos, por lo que, su Cuerpo, la Iglesia, es llamada a permanecer con ellos. Tenemos el desafío de enfocar nuestra reflexión, predicación y acción en, además de ayudar a los pobres, transformar las mentalidades y estructuras que hacen posible la desigualdad, el abuso y la pobreza.

Hambre y comida, sed y bebida

Dar de comer, por ejemplo, en palabras de Jon Sobrino: «es posibilitar que los pueblos coman y para esto es necesaria no sólo la beneficencia, sino, además de ella, la transformación de las estructuras económicas que impiden que hoy todos puedan comer. Y así podíamos decir de todos los actos de servicio por los que Dios juzgará a seres humanos según la parábola. Si a Dios le encontramos en nuestro hermano, el lugar privilegiado para ese encuentro es el hermano empobrecido y despojado de su misma condición humana por la ambición de otras personas. Al final de la historia, Jesús, el pobre, nos juzgará en nombre de todos los pobres. El sentido último de la historia pasa por ellos»4.

“Fui forastero, y me recogisteis”

Dada la crisis migratoria que ha golpeado a nuestro país en tiempos recientes, es ineludible rescatar este aspecto tan importante de la Misión. Hoy, los migrantes, que viajan al país del norte en busca de una mejor vida, son esos forasteros sin hogar. En otras palabras, pobres. Muchos de ellos sufren maltrato y discriminación. Son objeto de enojo, hostilidad y vejaciones en razón de que supuestamente están invadiendo otro país al que no pertenecen.

La migración no se debe criminalizar. Pues no es un delito buscar una mejor calidad de vida, en razón de que los países de origen no la ofrecen. Existen innumerables testimonios de migrantes con un gran amor a sus familias que, sin embargo, tiene que separarse de ellas para buscar mejores condiciones de vida, en razón de la delincuencia o falta de oportunidades por largo tiempo en sus lugares de origen. Hoy, la iglesia está llamada a ayudar a los migrantes como parte de su Misión.

Desnudez

La desnudez representa el grado de carencia que vive la persona. Evidencia que quien se encuentra así no tiene lo básico, lo esencial para vivir. Refiere a una desprotección, fragilidad y exposición de quien la sufre, de manera extrema. A menudo, es provocada por egoísmos, condiciones laborales injustas, contextos de violencia y adicciones. La iglesia es llamada a cubrir la desnudez de quien no tiene nada. A luchar para transformar las estructuras y mentalidades que la provocan.

Enfermedad

Las estructuras insanas de la sociedad propician personas enfermas. No solo es la falta de cuidado propio del enfermo, es la sociedad consumista, hedonista, que trae enfermedad, además de la falta de oportunidades para la oportuna y adecuada atención. No siempre se tienen las condiciones para la atención médica necesaria o urgente, lo que ocasiona que las enfermedades se vayan agudizando.

No todos tienen el acceso a la salud. Un buen sector de la población en nuestro país, no cuenta con un servicio médico formal. Por otro lado, la misma pobreza, ocasiona que la persona no cuente con los elementos para nutrir su cuerpo, propiciando con esto enfermedades. Como iglesia, tenemos la responsabilidad de hacer misión hacia todos los que enfrentan la pérdida de la salud o que no tienen los recursos para propiciarla.

Cárcel

Los reclusorios están repletos de personas con trágicas historias de vida. Si bien, a veces hay inocentes, también están los que tienen experiencias de haber causado mucho daño a otros. Ellos, en su mayoría, también enfrentaron sufrimiento en los entornos donde crecieron. Violencia, abusos, adicciones, delincuencia, son ámbitos en los que se desarrollaron. Lamentablemente, esta pobreza, causa mucho sufrimiento. Dios ha dado el compromiso a la iglesia de ayudar integralmente a quienes se encontrasen recluidos.

Finalmente, pedir hoy al Señor como Iglesia el pan nuestro de cada día, sabiendo que los pobres no lo tienen, toma un sentido distinto. El siguiente poema así lo describe:

«Si llegaras a vernos pordioseros y arrastrando nuestra alma por la vía, entre espinos y cardos traicioneros: danos hoy nuestro pan de cada día.

Si la ausencia de amor nos ha segado, dejando de ver al prójimo necesitado, lo hemos abandonado sin ayuda, aun estando nuestro lado: danos hoy nuestro pan de cada día.

Si escondido frente a nosotros has estado, en un mendigo, en un anciano, en un hombre frágil y necesitado, para compartirle te pedimos: danos hoy nuestro pan de cada día.

Si vivimos ajenos a tus dones e ignoramos tu gracia todavía, nunca, nunca Señor, nos abandones, para que el agradecimiento y la alegría inunden nuestros corazones: danos hoy nuestro pan de cada día.

Si las penas llegaran a inquietarnos hasta el punto del llanto y con la impía desazón de la angustia y a postrarnos: danos hoy nuestro pan de cada día».

Heriberto Bravo

Referencias

1 “10 millones más de pobres en México: La mitad del país está marginado” | Daniel Jauregui | terceravía.mx | 16 de junio de 2020

2 Jon Sobrino, “Fuera de los pobres no hay salvación”, Editorial Trotta; Madrid:2007.

3 Leonardo Boff, “Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres”, Editorial Trotta: Madrid: 2013.

4 Jon Sobrino, “Fuera de los pobres no hay salvación”, Editorial Trotta, Madrid: 2007.

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