Pasar la estafeta

Min. Marcos de Melo

Introducción

El mundo está cambiando rápidamente y es algo que no podemos ni negar ni evitar. Estos cambios los podemos ver claramente a través de las brechas generacionales; que son cada vez más profundas. Si bien esta distancia entre generaciones siempre ha existido, en nuestros días se ha potenciado de una manera como nunca en la historia y el factor principal son los cambios vertiginosos y disruptivos que vivimos en nuestra época. 

Como consecuencia, cada vez se hace más difícil comprender y, sobre todo, atender pastoralmente la demanda que hay en un mundo tan diversificado como el nuestro. Por lo mismo, la necesidad de formar nuevos líderes y pastores es urgente. El ministerio necesita renovarse si quiere dar respuesta a las necesidades de las personas de nuestros días. 

Pero, para que una renovación ocurra es necesario, en primer lugar, ser conscientes de esta realidad y necesidad. En segundo lugar, debemos tomar decisiones apropiadas para que la renovación sea adecuada y se logre el objetivo: continuar con la expansión del Reino de Dios en este mundo. 

Según estudios que miden el acceso a la tecnología y al ámbito laboral, en el mundo actual tenemos identificadas varias generaciones que buscan su espacio. Compiten por tener cubiertas sus necesidades de ser escuchadas y acompañadas. Eso hace que lograr armonía y unidad entre ellos, sea un asunto cada vez más difícil de alcanzar. 

Diferentes generaciones en la actualidad:

Generación baby boomers (nacidos entre 1945 y 1964) 

Nacieron después de la Segunda Guerra Mundial. Su nombre proviene del “baby boom”, es decir, del repunte en la tasa de natalidad de aquellos años. 

Esta generación tiene al trabajo como un modo de ser y de existir. Se destaca en ser muy activa y bastante estable; se compromete inclusive con lo que no ama hacer. No dedica mucho tiempo al ocio y a la actividad recreativa. Las mujeres aún se están incorporando al mercado laboral. Si bien persiste el ideal de familia tradicional, se empiezan a romper estructuras.

Generación “X” (nacidos entre 1965 y 1981) 

En esta generación tanto los hombres como las mujeres trabajan mucho, sin dejar de lado un equilibrio interesante entre el trabajo, la familia y el descanso. Busca ser feliz con su propia vida. 

Es la generación que vio nacer el Internet con los avances tecnológicos y está marcada por grandes cambios sociales. Se considera la generación de transición, porque tiende a tener más facilidad para convivir equilibradamente entre la tecnología y la vida social con actividades presenciales.

Busca participar de eventos en su comunidad. Es propensa a estar empleada y busca estabilidad laboral. Acepta con más facilidad las órdenes de jerarquía institucional. Hacen esfuerzos muy grandes para adaptarse a la vertiginosidad de la generación que sigue, ya que son padres de los millennials. 

Generación “Y” o millennials (nacidos entre 1982 y 1994) 

Esta generación es hija de la tecnología, la vida virtual es una extensión de la vida real. Sin embargo, aún conserva algunos códigos de privacidad en relación con lo que exponen o no en Internet. 

Se caracteriza por no dejar la vida en el trabajo, aunque es muy emprendedora y creativa. Busca vivir de lo que ama hacer. Es bastante idealista y aficionada a la tecnología del entretenimiento. Ama viajar, conocer el mundo, y subir las fotos a las redes sociales. Según estadísticas, esta generación permanece en sus trabajos un promedio de dos años, a diferencia de las generaciones anteriores, que son más estables. 

Generación “Z” o centennials (nacidos a partir de 1995 y hasta el presente)

Son conocidos como los “nativos digitales”, porque usan Internet desde su niñez. 

Esta generación se destaca por ser autodidacta. Aprende mucho por tutoriales, además de ser muy creativa porque tiene la facilidad de incorporar rápidamente nuevos conocimientos. Tiene mucha más información en su cerebro que todas las generaciones anteriores. Comparte mucho contenido de su vida privada sin filtros y aspira a ser “youtuber”. 

La vida social de esta generación pasa por estar un alto porcentaje de su tiempo en las redes sociales. Le preocupa encontrar una vocación acorde a sus gustos, conocerse a sí misma y aceptar las diferencias, en un mundo cada vez más globalizado. 

Esta misma realidad que existe en la sociedad, en cuanto a la diversidad de generaciones, las tenemos dentro de nuestras comunidades de fe. Como líderes pastorales, somos llamados a cuidar de ellos, guiar sus vidas y buscar la unidad. Eso, es una tarea cada vez más difícil. 

Hay líderes que se sienten superados por esta realidad y terminan derrotados, cuando una solución muy viable sería pasar la estafeta y renovar el ministerio.

La necesidad de un liderazgo renovado 

Hasta hace muy poco tiempo el mundo giraba en torno al adulto (la generación de los nacidos entre 1945 y 1964). Eran ellos quienes estaban en el liderazgo, pero esta realidad está cambiando a pasos apresurados, por el simple hecho de que la generación adulta hoy se considera inmigrante de la era digital. 

Hoy son los nativos digitales, es decir, las nuevas generaciones, los que cada día se posicionan más en el liderazgo de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, ya que esta generación tiene más herramientas y están mucho más preparados para dar respuestas a los problemas actuales de manera rápida, ágil y práctica. 

Hemos vivido esta realidad en la pandemia, cuando se cerraron los templos y la única manera de ser iglesia era usando los medios digitales. Sin duda que fueron los nativos digitales quienes, en la mayoría de los casos, hicieron el trabajo que facilitó mucho las cosas para la generación adulta. 

Hoy ya se habla de la necesidad de ser iglesia híbrida, donde lo presencial y lo virtual se unen y son esenciales para el cumplimiento de la misión. Y en esa área de la tecnología, que cada vez será más indispensable, son los nativos digitales, las nuevas generaciones quienes harán un trabajo con mucha más excelencia que las demás generaciones. 

Indudablemente, cada generación es valiosa para Dios y útil para la expansión del Reino de los cielos en este mundo. No obstante, las nuevas son valiosas y esenciales, porque sin ellas, difícilmente el ministerio y liderazgo de nuestra iglesia podrá subsistir por mucho tiempo. 

Necesidad de líderes referentes que pasan la estafeta 

Pero hay un factor importante que no podemos omitir como iglesia en esta labor tan urgente, y es que las nuevas generaciones tienen muchas debilidades y, por lo mismo, necesitan de acompañamiento pastoral para su desarrollo saludable. 

Se las conoce como la generación de cristal, porque tienen mucha dificultad para manejar las frustraciones. Son guiadas por sus emociones. Además, tienen un rechazo muy fuerte a las estructuras institucionales y a todo tipo de liderazgo piramidal. 

A la generación actual le interesa sumarse al proyecto del Reino de Dios, pero buscan líderes que comprendan sus estilos de aprendizaje, confíen en ellos, valoren todo el potencial que tienen y les permitan ser parte en las tomas de decisiones. 

Por lo mismo, es importante pasar la estafeta, renovar nuestros ministerios y aprovechar todo el potencial que tienen las nuevas generaciones. Para ello se necesita de líderes referentes, maduros, centrados en Jesús como el apóstol Pablo, quien decía: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1).

Necesidad de estar enfocados en Jesús

Todos conocemos el gran mandamiento de “id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). Este mandato también lo necesitamos aplicar con las nuevas generaciones. Jesús no solo nos pide que lo hagamos, Él lo hizo y nos dejó el ejemplo con su propia vida de cómo pasar la estafeta de manera correcta. 

En primer lugar, Jesús evidencia en su vida de ministerio que su liderazgo no ha sido solo con palabras, sino en acción: “Porque ejemplo os he dado” (Juan 13:15a). Con esta acción de servir a sus discípulos siendo Él el Señor y Maestro, Jesús nos compromete a servir también a las nuevas generaciones, lavando sus pies como lo hizo Él con sus discípulos. Pero esta actitud de servicio que nos propone Jesús, debe ser una actitud impulsada por un ingrediente fundamental, el mismo que movió a Jesús: “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1).

Con esta forma de vida, Jesús iba formando discípulos y pasando la estafeta de su ministerio de manera natural. Sirviendo y amando a quienes estaban en una condición inferior que Él, pero que serían quienes ocuparían su lugar en el liderazgo en un futuro a corto plazo. 

En segundo lugar, Jesús nos muestra la importancia de empoderar a las personas: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8). “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22).

Dentro de la iglesia, las nuevas generaciones pueden aportar mucho por el potencial que tienen, pero muchas veces necesitan del respaldo de sus líderes. Necesitamos empoderarlos con la confianza y la autoridad que Dios nos ha otorgado, como Jesús hizo con nosotros. 

Pasar la estafeta no es una opción, es nuestra obligación como siervos buenos y fieles

Jesús nos deja este ejemplo que tanto necesitamos en nuestros liderazgos y ministerios: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). “En realidad, a ustedes les conviene que me vaya. Porque si no me voy, el Espíritu que los ayudará y consolará no vendrá; en cambio, si me voy, yo lo enviaré” (Juan 16:7, TLA).

Si bien todo cambio cuesta, produce temor, miedo e incertidumbre; no nos olvidemos de que la obra es de Dios. Él respalda a quienes son enviados a la mies porque Jesús mismo ha prometido: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20).

Más Artículos

REDES SOCIALES