¿Y si mi familia no cree?

Por: Akari Velasco Zúñiga

Ciertamente, todos venimos de una familia con origen que Dios mismo concedió. Aunque somos parecidos en algunos rasgos físicos, emocionales y de comportamiento, somos sin duda únicos. Tenemos personalidades e intereses diferentes, así como necesidades afectivas, de formación y preparación para la vida, completamente personalizadas, ¡y eso es muy bueno! Y en el ámbito de lo espiritual, también somos diferentes. Seguramente en nuestras familias  habrá quienes vivan de acuerdo a la voluntad de nuestro Dios, pero también habrá quienes vivan su vida sin considerar lo que Dios nos recomienda. Esta situación se torna un poco complicada cuando en el mismo núcleo familiar se presenta esta diferencia. La convivencia puede volverse un poco tensa, generándonos, incluso, sentimientos de angustia, ansiedad, tristeza, desesperación, enojo, frustración e incertidumbre.

Probablemente al estar leyendo esto, estás volteando a ver a tu propia familia y ves que su realidad es muy parecida al panorama que te acabo de mostrar. Y puede ser que te preguntes: ¿Y si mi familia no creé, qué hago?  Muchachos, quiero decirles que muchos de los que hoy formamos parte del pueblo de Dios vivimos una situación parecida, pero quiero darte una buena noticia: Eres bendecido porque aparte de tener una familia biológica, te ha dado una gran familia espiritual ¡Nuestro Señor Jesucristo mismo reconocía que somos su familia! “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3:35). Así que siéntete bendecido doblemente.

Vive conforme a la voluntad de Dios: Honra a tu padre y a tu madre, entendiendo por honrar: respetar, estimar y considerar a una persona. Que tu conducta sea de orgullo para tu familia “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1ª. Timoteo 4:12). Pero  no te apartes del camino, pues debes amar a Dios antes que a los hombres.

Sé luz en la oscuridad de tu familia “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

Y si aun así sintieras que “no encajas en tu familia”, sigue haciendo lo bueno delante de Dios, haz oración por ellos y recuerda siempre las siguientes palabras: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” (Salmos 27:10). Hermosas y verdaderas palabras. ¡Créelas y hazlas tuyas en todo momento! Y recuerda: ¡formas parte de una gran familia y nuestro Padre es Dios!