Una doctrina que sana

Hna. Elemy Eunice Espinoza Ramírez

Visibilizar a la niñez y abrir espacios de diálogo para conocer sus inquietudes y necesidades es una acción reciente que ha cobrado mayor fuerza en el ámbito social, religioso, económico, educativo, ecológico y político a partir de la pandemia de coronavirus por COVID-19, y es que de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) esta crisis sanitaria y socioeconómica representa después de la Segunda Guerra Mundial uno de los mayores desafíos que ha enfrentado la humanidad. 

Esta situación ha dado pie para que diferentes organizaciones asignen espacios en sus agendas y comiencen a dialogar sobre la niñez y su relación con: la salud mental, la educación, los derechos humanos, la migración, la violencia, la ecología, la espiritualidad, la tecnología, entre otros temas que se derivan de la crisis global que nos aqueja.

Por tanto, pareciera ser que antes de la crisis sanitaria la niñez no figuraba como prioridad en la agenda de la mayoría de países, como es el caso de México. De ahí que vale la pena realizar un recorrido sobre el concepto de infancia a lo largo de la historia para asumir como iglesia una actitud proactiva en favor de ellas y ellos, tal como lo hizo Jesús. 

¿Siempre existieron las niñas y los niños?

En una investigación que realizó Jacqueline Benavides-Delgado en 2015 describe tres momentos trascendentales en la historia referentes al concepto de infancia. A continuación, se mencionan:

a) La antigua Grecia: La definición de infancia deriva de dos vertientes, los espartanos y los atenienses. Para los espartanos la rigidez y la crueldad eran la base para formar el carácter del niño. Así que a partir de los 7 años se le separaba de su familia y el Estado asumía su cuidado el cual se basaba en una educación militar, el resto de su formación como la lectura y la música giraba en torno a la batalla, incluso las niñas recibían una educación similar.

Para los atenienses los niños disfrutaban de más tiempo en familia ya que hasta los 18 años el padre se encargaba de buscar la mejor educación basada en la música, las artes, la filosofía y las humanidades. Debido a que en Atenas las familias no eran muy numerosas el padre decidía si se quedaba con el bebé, así que el aborto y la exposición eran prácticas comunes.

b) Edad Media: En esta época el sacrificio de los niños como ofrendas para los dioses era una práctica muy común, así que con el surgimiento del cristianismo las prácticas de infanticidio disminuyeron. Otro aspecto que introdujo el cristianismo fue la importancia que tiene la familia como principal proveedora para atender las necesidades educativas y de cuidado de los infantes, de ahí que se comenzó a fortalecer la idea de que los hijos son un regalo de Dios, por tanto, los padres se convirtieron en sus cuidadores, sin derecho (los niños) a disponer de su vida.

Esta época fue difícil para la infancia debido a las guerras, la pobreza, las pestes o las enfermedades, ya que niñas y niños tenían que dejar sus hogares para trabajar con los señores feudales, los nobles o en los monasterios, así que los niños no tenían otra opción más que entrar al mundo de los adultos.

c) Renacimiento y Modernidad: Los diferentes descubrimientos científicos permitieron la constitución de una nueva clase social, la burguesía. Esto favoreció un mejor estatus para la infancia ya que la maternidad y paternidad cobraron mayor relevancia debido a que la familia comenzó a ser la institución principal para la sociedad.

A partir del siglo XVIII se introducen las primeras pautas referentes a la protección infantil, siendo la figura materna la principal cuidadora y promotora de la educación. Aunque cabe mencionar que se miraba a la infancia como una inversión a largo plazo, los niños serían los próximos herederos de las riquezas y las niñas las futuras madres que preservarían el linaje.

Un punto importante es que diferentes pensadores comenzaron a mirar a la niñez como personas independientes de los adultos y con necesidades físicas, mentales y psicosexuales específicas.

¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos!

Han transcurrido más de 2,000 años desde que Jesús miró a la niñez con amor, ternura y cuidado, y ¿qué ha sucedido desde entonces?, ¿por qué la niñez continúa siendo explotada, violentada, maltratada e invisibilizada? 

Una de las declaraciones que tiene la Iglesia de Dios (7° día) en México es sobre el Maltrato a menores, y en el apartado “La Biblia y los derechos de los niños” se menciona lo siguiente: El niño tiene derecho a ser cuidado (1 Timoteo 5:8).

Este derecho es un llamado para aquellos adultos que se apacientan a sí mismos, y con sus acciones lastiman y vulneran a la niñez, dejándola a merced de las fieras salvajes. Y es que en ocasiones los adultos se centran tanto en sus dificultades que olvidan que las niñas y los niños también enfrentan problemáticas complicadas, que requieren de cristianos que garanticen la participación y protección de la niñez en las comunidades de fe desde un enfoque tierno, incluyente, acogedor y con la disposición de realizar los cambios necesarios para asegurar que el pequeño rebaño no pase frío, hambre y sed.

Al mismo tiempo, es un llamado para valorar con detenimiento aquellos modelos de enseñanza y acompañamiento pastoral, basados en el temor que, en algún momento de la historia del ser iglesia, se preservaron por considerar que el Evangelio requería ser compartido con dureza, dejando de lado acciones fundamentales, como el amor, el afecto, el cariño, el respeto, el cuidado y la ternura.

Ustedes son mis ovejas, las ovejas de mi prado

En los tres momentos de la historia donde se refiere el concepto de infancia se puede advertir que hoy día continúan replicándose algunos principios que lastiman a las niñas y a los niños. Por ejemplo, los niños espartanos eran expuestos al crudo invierno sin protección ni cuidado; y aunque hoy día no se expone a los niños así, hay familias que educan con rigor y desde temprana edad someten a sus hijos a situaciones que detonan estrés, temor, culpa, inseguridad, miedo, tristeza, etcétera.

Incluso, hay comunidades de fe que con la pandemia dieron un paso atrás y regresaron al reforzamiento de acciones adultocéntricas, e ideas sobre la niñez como en la Edad Media donde se creía que los niños eran adultos. Así que, ahora que paulatinamente retoman sus actividades presenciales, han optado por despojar a la niñez de la belleza de crecer en “verdes pastos” y la posibilidad de tener un encuentro con Jesús desde el juego, el descubrimiento, el asombro y la pregunta.

Ante tales casos y otros más que vulneran a la niñez, el Señor omnipotente dice: ¿No les basta con comerse los mejores pastos, sino que tienen también que pisotear lo que queda? ¿No les basta con beber agua limpia, sino que tienen que enturbiar el resto con sus patas? Por eso mis ovejas tienen ahora que comerse el pasto que ustedes han pisoteado, y beberse el agua que ustedes han enturbiado (Ezequiel 34:18, NVI). Así que es de vital importancia recordar que a partir de la niñez y con la niñez, como adultos podemos hablar con Dios y seguir los pasos de Jesús como discípulos bondadosos y amorosos porque la niñez es la más bella metáfora de representación del Reino de Dios.

Concretamente, una comunidad de fe que tiene siempre presente a la niñez realiza lo siguiente y mucho más: 

1. Se moviliza, compromete y relaciona con las niñas y los niños de su entorno inmediato, tanto en la iglesia como fuera de ella.

2. Acompaña y monitorea desde el amor a las niñas y los niños que van conociendo desde muy temprana edad (embarazo) las maravillas de la buena noticia de salvación.

3. Camina junto a la niña y el niño porque le interesa estar con esa persona.

4. Escucha, ve y hace lo posible para fortalecer espacios seguros y libres de violencia.

5. Se renueva constantemente para cobijar y orientar a la niñez que vive experiencias adversas. 

6. Sigue los pasos de Jesús porque promueve el cuidado y participación de la niñez con el fin de fortalecer relaciones basadas en la ternura y el respeto.

En conclusión, recordar a la niñez es una acción que requiere valentía porque moviliza a las comunidades de fe y familias a la renovación de aquellas prácticas e ideas que obstaculizan el fluir de las nuevas generaciones. Así que, ten presente que, aunque no coincidas con algunas ideas, puedes quedarte tranquilo y tranquila porque esas niñas y niños se quedarán para continuar compartiendo el mensaje del evangelio que es el amor, y si eliges abrir tu corazón descubrirás nuevas formas de vivir y ser cuerpo de Cristo en compañía de la niñez.

Bibliografía:

Benavides-Delgado, J. (2015). ¿Siempre existieron los niños? Una mirada retrospectiva al concepto de infancia y niñez a lo largo de la historia (Documento de docencia No. 2). Bogotá: Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia: http://dx.doi.org/10.16925/greylit.1371

Iglesia de Dios (7° día). Declaración de actualidad sobre el Maltrato a menores. Recuperado de https://www.iglesia7d.org.mx/declaraciones-de-actualidad/

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). COVID-19: la pandemia. La humanidad necesita liderazgo y solidaridad para vencer al coronavirus. Disponible en https://www1.undp.org/content/undp/es/home/coronavirus.html 

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