¡Que nadie se pierda!

Min. Neftalí Domínguez Vicencio

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Compasión y con pasión. Una iglesia que tenga compasión por las almas, es la clave para que su crecimiento e impacto en la sociedad. La compasión es más que empatía o pena, más que un sentimiento; es movimiento, acción, es sentir dolor por aquellos que van sin rumbo y dirección, sentir pesar por aquellos que viven muertos en sus delitos y pecados, e ir por ellos y rescatarlos del lodo cenagoso.

La compasión fue clave en el ministerio de Jesús; Él veía a las multitudes y tenía compasión de ellas porque la gente estaba angustiada y abatida como ovejas que no tienen pastor (Mateo 9:36). Es importante determinar que siempre que Jesús tiene compasión, hay acción; no puede haber compasión sin acción. Cuando Jesús tiene compasión atiende a los enfermos (Mateo 14:14). En otra ocasión que el Maestro tuvo compasión de las multitudes que le seguían, les dio de comer (Mateo 15:32,37). En otro momento, cuando tuvo compasión de la multitud, Jesús tomó tiempo para enseñarles muchas cosas. La compasión de Jesús lo lleva a actuar, a responder ante las necesidades de los demás, su compasión le hace alimentar al hambriento, sanar al enfermo, enseñar el camino a los que van sin destino. Jesús hizo todo esto con pasión y compasión, para que las multitudes pudieran entrar a la cena, al banquete, a la fiesta.

Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios (Lucas 14:15). Es muy probable que este hombre tuviera la idea popular de que solo los judíos serían los invitados al banquete celestial, posiblemente pensaba para sí: soy bienaventurado porque cenaré en el reino de Dios. Una actitud elitista que no piensa en los demás, y menos en los pobres, los cojos, los mancos y los ciegos; una postura contraria a la compasión de Jesús. Cuando la Iglesia asuma la postura de Jesús cumplirá su misión y alcanzará a multitudes para gloria de Dios. La iglesia precisa ser vitaminada con la compasión de Jesús y su pasión por las multitudes.

Entonces Jesús le dijo: un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos (Lucas 14:16). Este hombre hizo todos los preparativos: organizó la agenda, preparó el sonido, puso manteles blancos sobre la mesa, escogió el menú para satisfacer a todos los paladares, adornó el salón decorando con bellas y hermosas flores, contrató maestresalas para que atendieran a los invitados en las mesas. No podían faltar los deliciosos postres. Envió con anticipación las invitaciones a todos los convidados dándoles todos los detalles de fecha y hora de la reunión. Nadie rechazó la invitación porque es notorio que el hombre esperaba con los brazos abiertos a todos los invitados.

Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado (Lucas 14:17). La hora ha llegado, los instrumentos han sido afinados, las mesas están listas, la comida en su punto para ser servida, el sonido ecualizado, las puertas se han abierto. El siervo está pregonando: Venid, que ya todo está preparado. Como siervos del Señor nuestra misión sigue siendo proclamar y anunciar las buenas nuevas: liberar al cautivo, llevar luz al ciego, sanar el corazón que sufre, dar pan al hambriento y agua al sediento.

Este pregonero fue y anunció por todo el pueblo, y nadie acudió al llamado. Él cumplió su encomienda. Nosotros, cumplamos hoy lo que nos toca hacer, seamos una iglesia kerigmática (proclamadora), y aunque muchos pongan excusas, nuestra tarea es pregonar, proclamar, anunciar, predicar a Jesucristo vivo hasta los confines de la tierra. Y el Señor añadirá cada día a esta iglesia a los que han de ser salvos (Hechos 2:47). La misión que nos dejó el Maestro fue: discipulen las naciones.

Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir (Lucas 14:18-20). Los invitados no llegaron. Una interpretación de estos versículos es que los judíos no quisieron entrar a cenar con Jesús, pusieron mil y una excusas para no reconocer la autoridad del Hijo de Dios. Lo preocupante es que muchos cristianos también rehúsan entrar a la cena con el Señor poniendo excusas. Podemos clasificarlas de la siguiente manera:

Posesiones: El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. El mundo capitalista y consumista en el que vivimos nos pone esta trampa para no entrar a la cena. El ser humano vive afligido por acumular bienes materiales. El consumismo nos hace estar tras la novedad.

Trabajo: Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. El trabajo en su lugar correcto es una bendición, pero cuando vives para trabajar y no trabajas para vivir, entonces el trabajo puede ser una excusa más para no entrar y disfrutar cenar con el Rey. La mayoría de personas se la pasan más tiempo en el trabajo que disfrutando con su familia. Otros se la pasan más tiempo trabajando que sirviendo al Rey. 

Proyectos personales: Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. En el mundo individualista en el que vivimos, cada quien está enfocado en sus logros, sus sueños y metas, cada quien tiene su proyecto personal, su plan de vida. El humanismo nos da la idea de que el ser humano es el centro del universo, y la verdad es que Jesús es el Rey del universo. Abraham Kuyper, primer ministro en los Países Bajos, a principios del siglo XX, periodista y teólogo dijo: «No hay ni un solo centímetro cuadrado en el universo sobre el que el Rey Jesús no reclame su Señorío.»

Todas estas excusas se usan muchas veces para no entrar a la cena, y también se usan para no ir pregonando por las calles y pueblos: que todavía hay lugar en la casa del Rey. ¿Cómo vamos alcanzar a los perdidos cuando nosotros nos estamos negando para entrar a la mesa del Rey?

Este es tu momento; o entras a la fiesta o van a invitar a otro. No dejes que otro tome tu lugar. Lo único que tienes en este mundo es la vida y el que te la dio te está llamando. 

Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos (Lucas 14:21). En el versículo 17 vimos cómo el siervo sale a pregonar a los invitados: Venid que ya todo está preparado. Ahora, en el verso 21, el siervo es enviado a seguir pregonando con un sentido de urgencia: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad. La iglesia que quiere crecer debe responder al llamado urgente del Maestro y debe salir de los templos a las plazas y a las calles, porque es allí donde necesita ser sal, es allí donde se necesita la luz, es allí donde están los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 

Los pobres: son aquellos que no pueden pagar una gran cena, no podrían comprar el boleto de entrada a tan suculento banquete.

Los mancos: representan a los enfermos, a los necesitados y muchas veces desamparados, los que han gastado todo en su recuperación y siguen enfermos.

Los cojos: son aquellos que no pueden dar un paso más, a quienes la vida los ha lastimado tanto que ya no quieren seguir, aquellos que su corazón y su mente se ha paralizado y están a punto de claudicar, aquellos que no encuentran una razón para vivir.

Los ciegos: aquellos que viendo no ven, están cegados por el pecado, no encuentran una salida; su ceguera, como con los caminantes de Emaús, no les permite ver a Jesús.

Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar (Lucas 14:22). Es impresionante como el siervo hace lo que su Señor le manda, no se cansa de obedecerle, él sigue pregonando, sigue invitando, obedece a su Kyrios (gr. Κύριος = Señor). Si todos los miembros de la Iglesia fuéramos como este siervo, sin duda la Iglesia crecería a pasos agigantados. Dios nos permita obedecer, trabajar, pregonar y predicar, de tal modo que cuando el Señor nos llame a cuentas le podamos responder: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. En la casa de Dios hay lugar para todos, todavía hay lugar. Tenemos que seguir proclamando porque sigue habiendo lugar para muchos y el Señor quiere casa llena. Sigamos invitando, compartiendo, anunciando que el tiempo ha llegado, que el Padre sigue esperando con los brazos abiertos, que la salvación ha venido.

Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa (Lucas 14:23). Una vez más el Señor sigue enviando al siervo. Ya había ido por las calles y por las plazas de la ciudad, ahora lo envía por los caminos y los vallados; es decir, lo envía a todos lados, a todo lugar, a todo el pueblo. El corazón del Señor late: que nadie se pierda… que nadie se pierda… que nadie se pierda el banquete.

Sigamos cumpliendo la Misión. No nos cansemos de ir por las calles, las plazas, los caminos, los vallados. Vayamos a todo lugar, que nadie se pierda. Vayamos a lo más recóndito de nuestras ciudades, de nuestros pueblos, de nuestras colonias. Vayamos con el que sufre, con el que llora, con el que está de luto, con los matrimonios que están a punto de colapsar, con los huérfanos, con las viudas, con los que han perdido toda esperanza, con los que no quieren seguir más en esta vida, con los cansados; en suma, vayamos por todos los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 

Y fuérzalos a entrar: fuérzalos no debe entenderse como tener que obligarlos, o traerlos a la fuerza, más bien el sentido es persuádelos, invítalos, anímalos, tráelos una y otra vez, insísteles, no te canses de hablarles, no te canses de orar por ellos, no te rindas, háblales, recuérdales, sigue pregonando. 

Cumple la Misión, no pongas excusas vanas y triviales, que vuestro corazón lata fuerte como late el corazón de Jesús. ¡Que nadie se pierda! ¡Que la casa esté llena! Sigamos como iglesia extendiendo el reino de Dios hasta los confines de la tierra.

Referencias

La Santa Biblia (2000). Corea: Sociedades Bíblicas Unidas (Versión Reina-Valera 1960).

Biblia de Estudio MacArthur

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