Ministerios de alabanza que edifican

Min. Hugo Toto Cajal

En los momentos más importantes de renovación y de despertar espiritual de la historia del pueblo de Israel la música jugó un papel sumamente importante (2 Crónicas 5:12-14; Nehemías 12:27-47). Las majestuosas escenas que nos describen estos relatos nos enseñan que los líderes ponían todo su esmero para organizar las celebraciones de gratitud a Dios. De la misma manera nos muestran el beneplácito del Señor aprobando con su presencia la sincera entrega de su pueblo en la adoración. 

La música es para Dios

El hombre descubre la música en la naturaleza creada por Dios, lo hace a través de su voz y en los sonidos que lo acompañan cada día; llevando su curiosidad e inteligencia a la invención de diversos instrumentos musicales, en un principio rudimentarios, de hueso, piedra, piel, palos, y más especializados y sofisticados con el tiempo (Génesis 4:21).

En la Palabra los instrumentos musicales y el canto fueron utilizados para la celebración de las victorias de Dios (Éxodo 15), así como un medio para enseñarlas y perpetuarlas en el corazón y la memoria de su pueblo (Deuteronomio 31:30; 32). 

Pero es en la monarquía, la época de oro de Israel, cuando la música aparece como un importante elemento del culto antiguo. Fue el rey David (músico, cantor, compositor y lutier1) el gran legislador de lo musical en la liturgia. Elevó el servicio de la música a rango institucional.

Un ministerio por orden de Dios

Estos fueron los cantores que David nombró para el templo del SEÑOR, desde que se colocó allí el arca […] luego continuaron su ministerio según las normas establecidas (1 Crónicas 6:31-32, NVI). Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, los cuales profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos, hombres idóneos para la obra de su ministerio (1 Crónicas 25:1, NVI).

Con seguridad la palabra ministerio, en estos pasajes, solo se usa como el verbo que refiere la labor que realizaban músicos y cantantes, sin indicar algún tipo de jerarquía eclesiástica.

Pero es muy sugerente que quienes eran designados para la liturgia del canto debían cumplir los mismos requisitos que los sacerdotes: pertenecer a la tribu de Levi y estar consagrados a servir en la casa de Dios exclusivamente, además de tener la misma pureza (Nehemías 12:8; 12:45-46; 2 Crónicas 29:34). La música y la ministración (el servicio) de ella, dentro de los rituales y celebraciones, era considerada algo sagrado.

Entendieron que la institución del ministerio musical por órdenes de David había sido en realidad una orden de Dios: Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas (2 Crónicas 29: 25).

Un ministerio del Espíritu de Dios 

En la actualidad definimos “ministerio” como el servicio que un creyente, o un grupo de creyentes, realiza de acuerdo con el llamado particular que Dios le ha hecho y de acuerdo con sus dones espirituales. Cuando alguien pone al servicio de los demás sus dones, se dice que está ejerciendo un ministerio.

Aunque muchas veces no se enliste a la música (ni al canto) como un don espiritual, por considerarse una habilidad que se aprende o un talento natural que se desarrolla, debemos recordar que todas las capacidades y habilidades humanas han sido dadas por el Creador. Y este poderoso arte, siendo el lenguaje universal que todos entienden y el que más mueve los corazones, no podría venir de nadie más que de Dios, porque todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre (Santiago 1:17, NTV).

Además, recordemos que a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho (1 Corintios 12:7), sin olvidar que, no obstante, existan diversos dones, diversas maneras de servir y diversas funciones, Dios mismo es quien obra a través de sus instrumentos (1 Corintios 12:6).

Ministros de la gracia de Dios 

Ahora bien, los verdaderos instrumentos que Dios utiliza para edificar a su iglesia no son los musicales (la voz es considerado uno más), sino las personas que los ejecutan. 

Un músico no es portador de la gracia de Dios por su habilidad artística, sino por su integridad de vida. En los íntegros es hermosa la alabanza, dice el Salmo 33:1.

Cuando un creyente consagrado tiene el llamado de Dios para dirigir la adoración de su pueblo, está en la posibilidad de convertirse en un dispensador eficaz de la divina gracia (1 Pedro 4:10). 

Por lo tanto, necesitamos personas que no solo están preparadas en las técnicas vocales o musicales, sino también que se hayan ejercitado en el discernimiento de la voluntad de Dios al conducir al pueblo hacia el encuentro con Él. Que no solo sean benefactores de la gracia divina, sino también herramientas en las manos de Dios para transmitirla a los demás. 

Esa es la clave para tener cultos inspiradores, esos cultos que a todos bendicen. Momentos inolvidables en los que Dios se goza en la alabanza de su pueblo, y este experimenta su cercanía, dando como resultado la transformación de su vida.

Ministerios en los que Dios se manifiesta 

Tengamos en cuenta que el culto, al estar compuesto por varios elementos, debe ser planeado por un equipo que incluya al director o directores de la alabanza, a los músicos, a personal de oración y de servicio, y desde luego, al predicador. Todos, en una sincera búsqueda de la dirección de Dios, trazando juntos la ruta para el desarrollo de una liturgia donde el Señor se manifieste. Qué sea Él el verdadero, el único protagonista. Respecto a la importancia de la liturgia en la iglesia cristiana les recomiendo el artículo Liturgia y Misionología de la serie La Iglesia que Dios utiliza en la Revista para Pastores y Líderes, trimestre enero-marzo 2022 (pág. 13).

Consideraciones generales 

El talento del canto, como cualquier otro talento, es dado por Dios y tiene el propósito de convertirse en una obra primorosa, es decir, algo que resulte bello, algo que sea hecho con habilidad y sea presentado con delicadeza. Los cantantes solistas sin duda tienen un lugar en la edificación de la iglesia y en la proclamación del mensaje de Dios a otras personas. 

Los ministerios de alabanza, los músicos y las voces de un ministerio de alabanza debemos de asumir que nuestra principal función es la de acompañar y guiar el canto de la congregación. De tal manera que sea la congregación la verdadera protagonista de la alabanza hacia a Dios, mientras que el ministerio de alabanza la acompaña.

Dos extremos riesgosos en la alabanza 

Uno puede ser la tendencia a manipular las emociones de los presentes por medio de la música y de los cantos. Si esa manipulación tuviese resultados, estos no se pueden atribuir a Dios. Tampoco es hacer alarde de virtuosismo en el canto o en la ejecución de los instrumentos, buscando solo el asombro y la admiración de los presentes. 

El otro extremo pueden ser las iglesias cuyos cultos caen en una mal entendida solemnidad, y la “adoración” se vuelve tan fría, superficial y controlada, que todo resulta monótono, predecible y vacío. Esto puede ser peor cuando no existe la cultura de la preparación musical, o donde están convencidos de que el aspecto musical no tiene ninguna importancia.

El sabio punto medio es desarrollar ministerios compuestos por adoradores sinceros, entregados con seriedad al Señor, que sepan y estén consientes de cómo sus dones, talentos y habilidades deben ser usados por Él para la bendición de su pueblo. 

Recomendaciones para conformar ministerios que bendicen:

• Buscar, despertar e invertir en vocaciones ministeriales en el terreno de la alabanza.

• Enseñar periódicamente y a todos los niveles sobre el verdadero sentido de la adoración. 

• Promover la consagración a Dios de nuestros dones y talentos, para que los ministerios y sus miembros sean portadores de la gracia de divina.

• Que los músicos, voces y directores, terminen satisfactoriamente el proceso de discipulado diseñado por nuestra iglesia, como requisito indispensable de una mínima formación bíblico espiritual.

• Hacer equipo con todos los participantes en la liturgia para trabajar en equilibrio, coordinación y comunión.

• Proveer los recursos materiales, técnicos y de capacitación para que los miembros de los ministerios puedan desarrollar su función adecuadamente.

Aunque Dios no tiene límites, ni está confinado a un solo lugar, Él se hace presente en la Iglesia, cuando esta le expresa su alabanza y adoración desde un corazón dispuesto: Tú empero eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel Salmo 22:3 (Mateo 18:20; Hebreos 13:15). Dios se manifiesta y es glorificado cuando una iglesia está unida y todos los ministerios y sus integrantes sirven en coordinación y armonía porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna (Salmo 133:3b). Hagamos todo lo necesario para hacer de esto una realidad en nuestra Iglesia Local.

Por tanto, al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén (1 Timoteo 1:17).

Referencia

1 Persona que construye o repara instrumentos musicales de cuerda. https://dle.rae.es/lutier

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