EL ÁRBOL DE LA VIDA

Y Jehová Dios […] hizo nacer el árbol de vida en medio del huerto, pero aconteció que en aquel tiempo dos seres humanos probaron del árbol que les fue prohibido y fueron expulsados del Huerto del Edén antes de que comieran del árbol de la vida y vivieran para siempre (Génesis 2:9),

Esta historia la encontramos en Génesis 2:9, podemos observar que hasta este punto el árbol de la vida es inaccesible para la humanidad, sin embargo, algo sorprendente acontece en Apocalipsis 22:2, ¡así es! «Estaba el árbol de la vida, que produce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones»; es sorprendente que en estos versículos se plasma nuevamente la visibilidad de aquel árbol que en el comienzo de los tiempos le fue prohibido al ser humano, pero, ¿qué tienen en común el árbol del final de los tiempos con el árbol del comienzo de los tiempos?

Aparentemente estos dos árboles no tiene nada en común, por un lado el árbol ubicado en medio de la calle de la ciudad santa produce frutos que dan vida y hojas que son sanidad para las naciones, por su parte, el árbol plantado en medio del Huerto de Edén solo da un fruto, pero si nos detenemos a observar encontraremos que el elemento que tienen en común es el agua.

La referencia de agua la podemos encontrar a lo largo de la Biblia, pero Jesús es el mayor ejemplo, recordemos esa escena cuando se acerca a la mujer Samaritana y le dice: Todo aquel que bebe del agua que le daré, no tendrá sed jamás (Juan 4:14), es Jesús la fuente de vida y amor inagotable que alimenta al árbol cuyos frutos nunca terminan y sus hojas son de sanidad.

Vivimos rodeados de violencia, intolerancia e indiferencia, aspectos que se reflejan en problemas como el narcotráfico, la trata de personas, corrupción, injusticia, marginación, entre otros aspectos que caracterizan al siglo XXI. Es evidente que el mundo requiere ser tocado por las hojas de aquel árbol que produce frutos cada mes, el cual proviene de la salvación otorgada por Jesús y que se encuentra visible para todo aquel que se acerca. Los cristianos, hombres y mujeres, hemos sido llamados para ser agentes de cambio y dar a conocer esa fuente de poder inagotable (vida y esperanza) que emana del amor infinito de Dios a través de su hijo Jesucristo.

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