Familias bendecidas para bendecir

Perla Esquivel y Esdras Valencia

Tener una familia es cimentar una buena educación, formación y valores. Aquí se construye la formación de la personalidad de cada uno de sus miembros; es el pilar sobre el cual se fundamenta el desarrollo psicológico, social y físico del ser humano […] si todos los individuos creciéramos dentro de un seno familiar, la sociedad se enfrentaría a menos problemáticas.»1

La voluntad de Dios es bendecir a todas las familias, este deseo se expresa de una forma clara y hermosa, en la maravillosa promesa hecha a Abraham: Y serán benditas en ti, todas las familias de la tierra (Genesis 12:3, RVR1960). Ser familias bendecidas es posible, aun en una época como la actual en la que los modelos familiares han sufrido una serie de cambios bruscos y se percibe una fractura en la institución considerada como la base de la sociedad.

En el relato bíblico la primera familia aparece fracturada desde el huerto del edén, como consecuencia de alejarse del proyecto de Dios para sus vidas. De igual modo viviendo en la carne, nuestros esfuerzos también fallarán en hacer que las familias sean completas y saludables en un mundo roto. Resulta tentador pensar que podemos arreglar los problemas del matrimonio sin una visión espiritual y que si aunado a ello, contamos con recursos económicos suficientes, entonces tenemos resueltos los problemas de la vida y que todo irá bien. Así es como algunos matrimonios creen que funciona la dinámica familiar; haciendo a un lado, los valores espirituales.

En las Escrituras Sagradas encontramos familias construidas con amor y pureza, también podemos ver familias formadas a partir del pecado, niños nacidos del adulterio, a través de la prostitución y viviendo en entornos problemáticos. Sin embargo, Dios pudo cambiar la inercia en esos hogares, los cuales, no obstante, iniciaron de una manera complicada, pudieron recibir de Dios la bendición para seguir adelante, para ello es necesario tomar una decisión.

En el libro de Josué capítulo 24 encontraremos dos momentos importantes en el discurso de este gran líder del pueblo de Israel. Durante este tiempo, los lleva a un viaje a través de la historia. Al tener reunidas a todas las tribus en Siquem, pidió a los líderes ir frente al santuario para presentarse delante de Dios y expresó: Esto es lo que el Dios de Israel les dice: Hace mucho tiempo, sus antepasados vivían en Mesopotamia, y adoraban a otros dioses. Uno de sus antepasados fue Térah, el padre de Abraham y Nahor (Josué 24:2, TLA). 

Comienza desde el momento en que sus antepasados no conocían al Dios de Abraham. Luego los lleva sistemáticamente a través de una historia de la fidelidad de Dios y la entrega del pueblo de Israel. Él les recuerda todo lo que Dios ha hecho que los ha llevado a este punto y esto los lleva a pedirles un compromiso. Literalmente les pide que elijan lo que harán. Esto nos lleva al punto de este versículo.

Continuó con esta frase que conocemos y más de uno hemos apropiado: Si no quieren serle obedientes, decidan hoy a quién van a dedicar su vida. Tendrán que elegir entre los dioses a quienes sus antepasados adoraron en Mesopotamia, y los dioses de los amorreos en cuyo territorio ustedes viven ahora. Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios (Josué 24:15, TLA).

Aquí encontramos a Josué, uno de los líderes más fieles de Israel, llamando claramente al pueblo a elegir entre servir a otros dioses o servir al único y verdadero Dios. Entonces Josué da el ejemplo con esta declaración: Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios.

Dentro de este versículo, Josué está haciendo una declaración acerca de lo que más les importa a él y a su familia. Él menciona, claramente y sin dudar, a quién servirán. No le importaba lo que cualquier otro israelita y sus familias decidieran hacer, estaba estableciendo lo que era correcto para su casa.

Este es un compromiso total de seguir a Dios sin importar qué. Eso fue bueno para Josué y su familia, pero ¿qué significa eso para nosotros? ¿Estos versículos son aplicables para mí y mi familia en este momento? 

Nos gustaría compartirles algunas propuestas a través de las cuales podemos ser familias bendecidas para bendecir:

1. Mostrar el amor y la provisión de Dios en nuestras vidas. Josué había sido testigo de varios comportamientos vergonzosos exhibidos por los israelitas mientras vagaban por el desierto con Moisés, desde la creación del becerro de oro hasta lo que había visto antes de sus declaraciones en el capítulo 24. Su esperanza era mostrarles a través de la historia, en los primeros versículos, que del Señor recibieron provisión y pudieron sobrevivir en el desierto en los últimos años, fue de un Dios amoroso que había hecho lo mismo, generaciones anteriores a ellos, y continuaría por las generaciones venideras, Él los cuidaba y no los dioses falsos.

2. Necesitamos ser conscientes de que nuestras decisiones tienen consecuencias.  Estas pueden ser, buenas o malas, no solo sobre nosotros mismos sino también sobre otras personas. Una decisión egoísta afecta a nuestras familias de manera negativa.

3. Pedir al Señor que nos guíe. Como creyentes, nacidos de nuevo, la Biblia nos dice que somos embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20). Así como Josué había dado un buen ejemplo para que su familia siguiera a Dios, cada cristiano debe hacer lo propio con la familia que el Señor le ha dado. Aunque Josué era capaz de dar el ejemplo, no podía tomar la decisión por ellos, la gente tenía que elegir por sí misma. 

4. Asumir la responsabilidad de preparar a nuestros hijos para que sirvan al Señor. Somos mayordomos de esos hijos y es nuestra responsabilidad discipularlos para ese día. El Señor nos los ha confiado, y seremos responsables de ellos. la decisión de servir a Dios influye positivamente en nuestras familias. A través del servicio podemos ayudar a otros a acercarse a Dios y tomar la decisión de permitirle entrar en sus vidas a través de la aceptación de Jesús. ¿A quién servirás hoy? 

5. Estar dispuestos a corregir los errores y avanzar hacia la curación. Depende de ti y de tu familia. Cuando he cometido algún error en mi crianza excesiva, mi miedo, mi juicio, etc., he tenido que ir con cada uno de mis hijos y mi cónyuge para hablarlo y pedir perdón.

No existe tal cosa como una familia perfecta. Sin embargo, la esperanza surge a través de la comprensión de que la familia rota es cualquier cosa menos una realidad irredimible. La compasión viene cuando entendemos que todos nosotros, cada uno de nosotros, sin Dios estamos rotos.

A medida que abrazamos nuestra propia necesidad de misericordia, podemos extender la gracia a los demás. Si bien es vibrante y llena de vida, la familia de hoy también es desafiante y real, pues requiere ensamblaje o incluso reensamblaje. Cuando estamos quebrantados, no encontramos justo donde necesitamos estar ante Dios y donde tenemos que quedarnos.

Referencia

1 https://www.habitatmexico.org/article/la-familia-como-base-de-la-sociedad

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