Liderar en tiempos de crisis

Min. Moises Román López

Hay condiciones emocionales que estamos viviendo que no habíamos vivido antes; estamos experimentando la fragilidad de la vida como pocas veces nuestra generación la había experimentado; nuestra capacidad de dirigir tampoco se había visto tan violentada para seguir. Constantemente pensamos y creamos nuevas formas para ir saliendo y parece que esta pandemia se burla de nuestras capacidades, nos hace retroceder una vez más.

¿Qué nos aporta la Escritura a cerca de los hombres a los que Dios les dio una misión? En tiempos difíciles…

Un buen líder discierne y percibe los signos del momento. Tiene un sentido de responsabilidad. “…cuando Mardoqueo se enteró de lo ocurrido” (Ester 4:1), que la vida de un pueblo entero estaba en peligro de exterminio, inicia una serie de gestos (lutos, lamentos, sufrimiento) que para el momento representaban desesperación. Lo menos que un líder puede hacer en momentos de crisis es ignorar la realidad o esperar pasivamente a que el curso del momento siga su marcha y ver su desenlace. Ante la inesperada realidad de la pandemia, muchos hemos quedado paralizados, atados, los cambios exigen de nosotros nuevos caminos. Por ello, buscar a Dios y su voluntad es parte del discernimiento. Hacer las preguntas correctas, cuestionamientos que antes no se habían hecho. ¿Qué hacer con el ministerio que teníamos? ¿Qué hacer con la vida del mundo que teníamos? ¿Cómo hacer el ministerio hoy con los jóvenes que me han encargado, hoy con las limitaciones y desafíos que tengo? ¿Qué hacer ante la ausencia de los jóvenes que ya no podemos ver ni en Zoom? ¿Cómo será la nueva normalidad con los jóvenes?

Un buen líder recuerda el sentido de su llamado. Una pregunta imponente en tiempos de crisis, es: ¿Para qué me ha puesto Dios dónde estoy? ¿Qué sentido tiene tu llamado en este justo momento? Aquí se define todo, si estamos conscientes y afinamos nuestra vocación de servicio a favor de la vida y nos cuestionamos por las motivaciones más profundas que nos movilizan. ¿Para qué había llegado Ester al palacio real? Es justamente lo que Mardoqueo cuestiona de la Reina. ¿No será que has llegado a ser reina para mediar en una situación como esta? Una situación parecida es el llamamiento de Moisés quien huye a Madian y organiza su vida hasta que Dios lo vuelve a llamar; quizá le pudo haber dicho: «¿Para eso te saqué del río?». Que si bien en forma más estricta, cada vez que se nombra a Moisés se recuerda esa misión: «Sacado para sacar». Es la misma pregunta que nos confronta hoy. Ningún líder está preparado para lo que actualmente vivimos, es humildad reconocerlo. Pero no exime nuestra responsabilidad, el Señor nos ha puesto al frente para infundir esperanza, dirección y recordar, ante todo, que la providencia de Dios sigue presente. ¿En qué posición estás que pueda aportar a los jóvenes continuar su fe y su vida social?

Un buen líder persiste no claudica. Puede ser justificable el miedo y los deseos de abandonar el cargo, mayormente ante la crisis existencial que estamos viviendo. ¿Cómo seguiremos siendo FJC? ¿Cuándo regresamos a nuestras actividades sociales, educativas y laborales? Cuando Ester fue informada a detalle de la situación de exterminio a la que estaba destinada su descendencia, tuvo miedo de interceder frente al rey: “Todos los servidores del rey y los habitantes de las provincias de su reino saben que existe una ley que condena a muerte a todos los hombres y mujeres que entren en el patio interior sin haber sido llamados por el rey, a no ser que el rey extienda su cetro de oro hacia esa persona y le salve la vida. En cuanto a mí, hace ya treinta días que no he sido reclamada por el rey” (Ester 4:11).

Y justamente ante un desafío así actúan los principios éticos y morales ¿Y si me presento y pierdo la vida? ¿Y si no voy y mi pueblo perece? Recuerda que en todas las épocas el liderazgo debe salir adelante para hacer frente a las necesidades del momento.

No vayas solo, busca y considera las habilidades de los demás. La situación nos obliga a innovar, pero no sólo eso, pensar y actuar en conjunto: “Y Ester respondió a Mardoqueo: — Reúne a todos los judíos de Susa y ayunen por mí, sin comer ni beber durante tres días con sus noches. Mis doncellas y yo ayunaremos igualmente y luego me presentaré ante el rey, aunque sea en contra de la ley; y si por ello tengo que morir, moriré” (vv. 15-16).

Orar y ayunar por supuesto que es sumamente importante, porque la mayoría de las respuestas y las soluciones surgen de la plática e intimidad con Dios. Sin embargo, es importante aportar también de las habilidades con que se cuenta, y es momento de convocar a todos los jóvenes con oficios, profesiones (médicos, psicólogos, pedagogos, diseñadores gráficos, fotógrafos, márquetin digital), dones y ministerios. Reflexiona con ellos con la siguiente pregunta: ¿No será que Dios te ha puesto donde estás para mediar en una situación como ésta? Plantearse la pregunta que se hacían los líderes y el pueblo en el Antiguo Testamento. ¿Qué me está diciendo Dios con esta situación y qué espera de mí?

Recordemos que Dios nos ha llamado para dar sentido de vida y esperanza en tiempos donde la fragilidad de la vida y lo incierto de esta nueva normalidad nos dejan sin fuerzas y sin ideas. ¡Anunciemos que Dios sigue presente! Sea el líder que inspire y motive a los demás a mirar el futuro con optimismo pese a la situación en la que nos encontramos, recordándoles desde la fe que las promesas de bendición del Dios de la vida siguen vigentes para todos los tiempos.

Fuentes de consulta:

https://conferenciaepiscopal.es/accion-de-la-iglesia-frente-al-coronavirus-2/

https://www.diocesisdeavila.com/2020/03/30/la-iglesia-abre-sus-puertas-en-internet/

https://www.elblogdebernabe.com/2020/06/iglesias-evangelicas-y-el-coronavirus.html

La Palabra, (versión hispanoamericana) (BLHP) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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