Cambio de planes

Ilse Annet Castillo Castillo

El 2020 ha concluido y, sin lugar a duda, fue un año atípico para todos nosotros, nadie iba a creer que pasaríamos todo un año en confinamiento, con medidas extremas de distanciamiento físico y aislamiento social, un año en el que la economía se vería afectada con el cierre de comercios, la educación paso de ser presencial a ser totalmente en línea, los templos cerraron y las reuniones fueron canceladas. Palabras como “Zoom”, “Meets”, “Teams”, “Classroom” y otras, ahora forman parte de nuestro vocabulario y de nuestra vida, definitivamente todo cambio.

El cambio es una constante, algo inherente a nuestras vidas y todos los días está sucediendo, los cambios pueden ser elegidos o no, sin embargo, el adaptarnos a ellos siempre requerirá de un esfuerzo de nuestra parte; esto dependerá de las circunstancias externas, los recursos de los que disponemos para enfrentarlos y los apoyos con los que contamos para el proceso de adaptación.

En los últimos meses hemos escuchado mucho la palabra de cambio, todos hablan de ello: cambio en nuestros hábitos, cambio en la forma de hacer las cosas, cambio aquí y cambio allá. Pero ¿qué es en sí el cambio?

Para algunos es una transición de una situación diferente o pasar de un estado a otro, algunos más consideran el cambio como la oportunidad de actuar de manera diferente para tener resultados distintos entendiendo que no se puede ser mejor si se continúa haciendo siempre lo mismo. De una o de otra forma el cambio nos permite abrir oportunidades.

Nos guste o no, nuestra vida está en un constante cambio, siempre está presente, y adaptarse a él conlleva un proceso de transformación personal y sobre todo abandonar nuestra zona de confort, esa zona en la cuál hemos alcanzado una comodidad y una estabilidad que nos impide seguir creciendo, esa zona que nos impide aprender y hacer cosas nuevas.

El peligro de la comodidad

Es común que en algún punto de nuestra vida encontremos una estabilidad y consideremos que tenemos el control de las situaciones que se nos presentan, empezamos a vivir en una rutina dónde nuestras actividades dejan de tener significado y solo las realizamos por inercia, nos olvidamos del verdadero motivo por el cuál las llevamos a cabo y pierden sentido ¡caemos en la comodidad!:

“Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy. Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir, cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado! No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto” (Deuteronomio 8:11-14, NTV).

En estas líneas nos advierten del cuidado que debemos tener al estar en abundancia, cuando hablamos de la comodidad sucede exactamente lo mismo, nos volvemos orgullosos y a veces ciegos ante la situación, hasta hace unos meses nos encontrábamos en un momento de prosperidad; teníamos planes, actividades, nos reuníamos para cumplir con un programa, la idea de utilizar los medios digitales para llevar nuestras actividades parecía algo lejano. Sin embargo, una pandemia nos llevó a la necesidad de cambiar y dejar nuestras comodidades, nos llevó a buscar nuevas alternativas y adoptar nuevos métodos, finalmente ¡nos adaptamos al cambio!

Sé protagonista,

sé agente de cambio

La pandemia provocada por el COVID-19 ha sido la protagonista, hizo que cada uno de nosotros adoptáramos nuevas prácticas en la familia, la escuela, el trabajo, la iglesia, la sociedad; tuvimos que salir de nuestra comodidad. Pero ¿te has puesto a pensar la razón por la cual hemos sido movidos?, Dios tiene algo preparado para nosotros y en la Biblia encontramos que siempre que Dios llama a una persona para ser usada, es invitada a salir de su comodidad:

• Noé fue llamado a construir un arca y dejar todo lo que estaba haciendo, invertir recursos para el proyecto que Dios le había asignado.

• Abraham fue llamado a salir de su tierra, dejar todas sus comodidades y encaminarse a una tierra desconocida.

• Los apóstoles debieron dejar sus oficios, comercios y demás por seguir a Jesús.

• El mismo Jesús, al venir a la tierra, dejó su lugar al lado del Padre por cumplir la misión.

Estos son ejemplos de cómo Dios nos mueve de nuestra comodidad para hacer cosas diferentes, el cambio no necesariamente se trata de hacer cosas nuevas, se trata de hacer aquello que no realizábamos por temor a salir de nuestra comodidad: “La historia no hace más que repetirse; ya todo se hizo antes. No hay nada realmente nuevo bajo el sol. A veces la gente dice: «¡Esto es algo nuevo!»; pero la verdad es que no lo es, nada es completamente nuevo” (Eclesiastés 1:9-10, NTV).

Es en este momento que estamos llamados a ser protagonistas de nuestra historia, a dejar la comodidad para enfocarnos en la oportunidad y no en la crisis.

El desafío

Debemos aceptar que el cambio ya sucedió y no estábamos preparados para ello, ese es uno de los primeros aprendizajes que podemos obtener de este año tan irregular que hemos vivido, fuimos capacitados y aprendimos con herramientas que en este momento ya son ineficientes, ahora es el momento en que debemos incorporar elementos nuevos que nos ayuden a cumplir con los objetivos de los diferentes aspectos de nuestra vida, necesitamos actualizar y vislumbrar nuevas oportunidades. La vida es una escuela y cada año que transcurre aprendemos algo, quizás este ha sido el año más difícil de cursar y la pregunta sería ¿Qué hemos aprendido de todo esto?

Nos encontramos en un periodo de transición hacia la llamada “nueva normalidad”, sin embargo, ya nada será igual, creer que las cosas y la vida que teníamos será la misma hasta antes de marzo del 2020 es aferrarnos a algo que ya no existe, algo que ya no regresará y es aquí donde debemos tomar la oportunidad de hacer las cosas diferentes.

Probablemente has escuchado esa frase que dice «las crisis sacan lo mejor y peor de uno», bien pues este es el momento para sacar lo mejor de nosotros, Dios nos está invitando a salir de nuestra zona de confort para innovar, crear y reinventarnos, nos llama a ser un agente de cambio y anunciar que en medio de esta crisis ¡Dios sigue estando presente!

En este punto ya te habrás preguntado ¿Qué puedo hacer yo para aportar a todo lo que está sucediendo?, tal vez no tengas una idea de cómo empezar, sin embargo, déjame decirte que cada uno de nosotros estamos capacitados para hacer grandes cosas, la palabra de Dios es clara cuando menciona: “No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios” (2 Corintios 3:5, NTV).

A lo largo de este año te habrás dado cuenta de ello y aunque no estábamos capacitados para afrontar esta situación, Dios nos dotó de la aptitud para hacer frente a la crisis, empezamos a ver hermanos que con esfuerzo y dedicación realizaban los cultos virtuales, promovían actividades que permitieron mantener el contacto con los hermanos y otros tantos realizando actividades que llevarán un mensaje de esperanza ante la situación, todo esto ha traído una nueva forma de hacer las cosas, sin embargo, esto no es suficiente. Todo sigue cambiando, y lo que hoy nos funciona mañana ya no tendrá efecto.

Hoy quiero invitarte a que tomes esta experiencia como una oportunidad para poner en práctica tus dones y habilidades, sea cual sea tu profesión u oficio, siempre habrá una forma de ser parte de ese cambio, los límites ya no existen.

Comparto contigo algunas ideas que puedes poner en práctica para ser parte del cambio, hoy la tecnología es un gran aliado para poder llevarlas a cabo y otras requerirán de un esfuerzo personal:

• Comparte tus conocimientos. Si eres bueno en algún tema puedes ayudar a otros en su aprendizaje.

• Aprende algo que ayude a los demás (primeros auxilios, lenguaje de señas, un nuevo idioma, entre otros).

• Crea retos que te inviten a compartir de Dios (menciona tres momentos del día en los que sentiste a Dios, siete alabanzas que te identifican, etc).

• Comparte experiencias de vida, tu testimonio puede ser de ayuda a otros.

• Crea contenido positivo y compártelo en tus redes sociales, deja volar tu imaginación.

• Sé compartido, dona un abrigo, una cobija, ropa en buen estado que ya no uses, alguien más puede necesitarlo.

• Si está en tus posibilidades puedes hacer donaciones a fundaciones y organismos que ayuden a poblaciones vulnerables.

• 2×1, compra algo para ti y el segundo compártelo.

Reflexión final

¿Cómo ha sido tu experiencia durante la pandemia?¿Qué has aprendido o qué nuevas habilidades has desarrollado?¿Cómo te gustaría que fuera el regreso? ¿Qué otras actividades puedes realizar para ser parte del cambio? …

Te invito a qué puedas compartir tu experiencia usando el hashtag #CambioDePlanes

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