CRISTO; MEDIADOR DE UN NUEVO PACTO.

HABÍA LA NECESIDAD DE TENER UN NUEVO PACTO DEBIDO A LA DEBILIDAD DEL PRIMERO (HEBREOS 9:1-10).

  1. El escritor a los Hebreos habla de Jesús como mediador de un nuevo pacto. La superioridad del sacrificio que realizó, al derramar su sangre, establece un nuevo pacto (Hebreos 9:11-15).
  2. El cristianismo se fundamenta en la muerte de Cristo. Sin esta muerte no tendríamos fundamento de nuestra fe. Fue necesario que el dador de la vida muriera en la cruz, para garantizar al ser humano las inmensas bendiciones de la salvación. Sin la cruz no hay nada, solo miseria, oscuridad, muerte y pecado.
  3. Es por eso que aquellos que no acuden con fe a anunciar su muerte hasta que Él venga, vivirán para siempre lejos de su Creador, sin esperanza, sin consuelo y en oscuridad espiritual (1 Corintios 11:26).

ASÍ QUE, POR ESO ES MEDIADOR DE UN NUEVO PACTO (HEBREOS 9:15)

  1. Aarón fue el Sumo Sacerdote en el Tabernáculo, por lo tanto, él era un mediador, pero no logró alcanzar que el hombre fuese restaurado a una comunión plena con el Señor (Hebreos 9:1-10).
  2. Pero Cristo, a diferencia de Aarón, oficia en un Tabernáculo más excelente (Hebreos 9:11). Entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, para una eterna redención (v. 12). Ofreció un sacrificio puro, obteniendo para su pueblo una mejor limpieza (vv. 12-14).
  3. Por esta razón, es decir, por la naturaleza superior y la eficacia de su sacrificio, Cristo fue mediador de un nuevo pacto (v. 15). Solo Cristo pudo presentar una ofrenda excelente con una actitud humilde, por ello es mediador entre Dios y su pueblo.
  4. El pecado era la causa que impedía la comunión entre el hombre y Dios, por lo tanto, si se quería restaurar dicha comunión, entonces era necesario quitar el pecado de en medio y esto fue lo que hizo Cristo Jesús.
  5. Mediador de un nuevo pacto: Cristo Jesús es solo quien puede garantizar ante Dios y los hombres que el pacto no será quebrantado nunca más; vivimos con esta esperanza hasta que Él venga.
  6. Jesús hizo un pacto con su Padre en el cual se comprometía a llevarnos de regreso a Él a través de su encarnación, enseñando a través de su vida perfecta, pero definitivamente por su muerte en la cruz, Él tomo nuestro lugar, de manera que ahora nosotros, los que hemos creído en su Nombre y lo hemos manifestado en el bautismo, podemos entrar en la presencia del Padre por medio de Cristo Jesús Señor nuestro (Juan 14:6).
  7. Para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto (v. 15b). Se afirma la eficacia del sacrificio de Cristo. La muerte de Jesús no solo fue por los creyentes del nuevo pacto, sino también por los del antiguo.
  8. Siendo que los sacrificios en el antiguo pacto solo limpiaban ceremonialmente, fue necesario un mejor sacrificio que quitara el pecado de los corazones de ellos, pues, de no ser así, el hombre siempre estaría alejado de Dios.
  9. Los llamados reciban la promesa de la herencia eterna (v. 15c). Mientras en el antiguo pacto la herencia era terrena, material y por lo tanto temporal, en el nuevo pacto las bendiciones son espirituales y eternas. La sangre de Cristo, sobre la cual se fundamenta el nuevo pacto (Marcos 14:24), garantiza todas las cosas que la gracia de Dios provee para los que creen. Siendo que el pacto es eterno, entonces la salvación que ofrece es eterna y sus bendiciones también lo son.
  10. Ahora los que reciben esta herencia eterna con todas sus bendiciones, son los que han sido llamados. El Señor establece Juan 8:31 una condición para el verdadero discipulado. Tristemente algunos bautizados no son auténticos discípulos del Señor, pues su corazón continúa lejos de Dios. Así que, los herederos de la promesa no son los profesan una religiosidad, sino aquellos que entregan su voluntad a Dios y se complacen en obedecerle. Estos son los que se convierten en verdaderos discípulos de Jesucristo para recibir la herencia.

CONCLUSIONES:

  1. Si aún estuviera vigente el antiguo pacto, nosotros no perteneceríamos al pueblo de Dios (Efesios 2:11-12). Pero gracias a Dios, quien, por medio de Cristo, nos hizo herederos de un nuevo pacto.
  2. Que nuestro corazón se humille en una verdadera adoración a Dios, quien en su amor y gracia nos tomó en cuenta estando lejos del pacto, para acercarnos a su gloria.
  3. En medio de las tribulaciones y angustias de esta vida, siempre debemos recordar que tenemos una herencia eterna con Dios, la cual fue ganada para nosotros por un alto precio, el de la sangre de Jesús, por lo tanto, esforcémonos en medio de las tribulaciones, avanzando con gozo, poniendo nuestra mirada en el galardón precioso que el Señor ganó para nosotros.
  4. Participemos de este momento, recordando el gran sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, por quien tenemos este nuevo pacto. ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Hebreos 9:14). Renovemos el compromiso con Dios y sigamos fielmente a nuestro Señor y Salvador Cristo Jesús.

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